Capítulo 1

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Amos Diggory's POV:

Perdí a mi único hijo. Cuando entró en Hogwarts aquel año, no me esperaba que fuera el último que lo vería. Cedric Amos Diggory, era el nombre de mi hijo. Era amable, generoso, leal, honesto y apuesto, dejándolo ahí por no continuar. Mi hijo era lo mejor que me había pasado, y esa sucia rata, Peter Pettigrew, lo mató. Por eso, ahora que había superado su muerte, trece años después, me dirigí a un orfanato muggle. Así, podría adoptar un hijo que estuviera lejos del mundo mágico, donde dos simples palabras pueden arrebatarte la vida.

Entré al fin en el edificio, estrecho y alto, de color melocotón. Me encontré en una recepción del mismo color. Las gestiones solían ser muy complicadas, se tardaban años, pero el Ministerio de Magia me concedió un permiso especial, porque por culpa de su maldita idea de retomar la costumbre del Torneo de los Tres Magos perdí a mi hijo. Ahora criaría a mi hijo sin necesidad de que él haga magia. Había llegado a Alemania para adoptar, porque estaba bastante lejos y me transmitía seguridad. Una señora alta y pelirroja me recibió y, menos mal, hablaba inglés. Me condujo a una sala, y me senté en una silla. Me colocó una carpeta en la mesa y se fue. Comencé a leer, eran expedientes. Escuché muchos pasos fuera de la sala, en el pasillo, y voces de niños. Suspiré, pero no de nostalgia, sino para dar paso a la esperanza.

Entraron de uno en uno. Alguna niña, algún niño... pero no me llamaban la atención. Después de siete niños, entró él. Se sentó, con notable nerviosismo.

-Me llam-mo Ma-Marcos -tartamudeó, y trató de sonreír, pero sólo le salió una mueca. Era castaño, tenía los ojos oscuros, y los rasgos lindos. Era un niño precioso, aunque sus dientes estaban torcidos. El pelo lo tenía corto, la piel clara, y estaba muy delgado. Muy delgado. Se me encogió el corazón. Ese niño estaba mucho más delgado que los demás.

-Hola, Marcos -le saludé, sonriente-. Háblame de ti, chico.

-Pues... teng-go cinco años, m-me gusta cant-tar -empezó-, y la música, sí. Y me gu-usta leer. Y el balonce-cesto, me gusta ese deporte...

-Eso está bien -sonreí-. Y dime, chico, ¿crees en la magia?

-Sí, creo que existe, ¿y usted? -preguntó, serio.

-Sí, chico, creo en ella -Marcos abrió la boca, pero la cerró de nuevo.

-¿Va usted a adoptarme, señor? -inquirió tristemente.

-Puede ser -dije. De pronto, sonó la alarma-. Hasta pronto, Marcos.

El chico se fue. Quería a ese niño, estaba seguro. Me recordaba a mi Cedric, y él era mi vida. Pasaron dos niños más, y entró Marcos de nuevo. Pero, esta vez, tenía el pelo largo, y tanto la piel como los ojos más oscuros. No podía ser Marcos. Además, su labio superior era diferente, y aunque sus dientes estaban también torcidos, no lo estaban de la misma forma.

-Hola, soy Nathan -dijo.

-Te pareces mucho al otro chaval -dije yo. Madre, ¿dije eso? Empecé la entrevista mencionando a otro niño... ¡eso lo iba a destrozar!

-Ah, claro, es mi hermano mellizo -anda, pues no lo había destrozado.

-Pero aquí dice que os lleváis un año...

-No, qué va. Nacimos en diferente años, porque nacimos en Nochevieja -relató de memoria, por lo que supuse que lo había repetido gran cantidad de veces.

-Ah, bueno, pues... háblame de ti, Nathan.

-Tengo cinco años. Me gusta el rap, el fútbol, y contar chistes -ese comentario era muy propio de un niño pequeño, me lo habían dicho unos pocos.

-Bien, ¿y crees en la magia?

-No mucho -dijo no muy convencido-, porque no creo en nada que no vea.

-Ah, tenemos un escéptico aquí, ¿eh? -Nathan se rió.

Seguimos hablando un rato hasta que sonó la alarma, y otros cuatro niños entraron en la sala. Pero lo tenía claro. Marcos y Nathan, ambos, iban a ser mis hijos. Hablé con la señora de recepción, y le comuniqué mi posición. Ella asintió y me tendió unos papeles, que rellené fácilmente. Se los entregué, y ella se perdió por el pasillo. Pronto, volvió con los dos niños. Siempre se ha dicho que en los mellizos y los gemelos hay uno dominante, y cualquiera con dos dedos de frente se daría cuenta de que, en ese caso, era Nathan. Marcos se escondía tras él, y parecía asustado. Cuando me vio, sonrió, mientras que Nathan miró a su hermano como diciendo: "Te lo dije".

Los chicos hablaban inglés, seguramente porque es el idioma más utilizado internacionalmente, y les convenía frente al alemán.

La señora me tendió otro papel: era para ponerles nombre. ¿No lo tenían ya? No entendí eso de cambiarles el nombre, aunque me gustó la idea. Uno se llamaría como mi hijo, y el otro... ¿cómo llamar al otro? Madre mía...

-Chicos, ¿cómo queréis llamaros? -pregunté, sintiéndome bien estúpido.

-Em..., Nathan, está claro, porque es mi nombre -dijo el niño, con la lógica que le caracterizaba.

-A mí no me importa, señor -susurró Marcos.

-A ver, ¿cuál es vuestro segundo nombre?

-No tenemos, señor -me comunicó Nathan.

-¿Qué os parecen Cedric Marcos y Nathan Amos? -inquirí.

-Está bien, señor -dijo Marcos, ahora llamado Cedric.

-¿Qué clase de nombre es Amos? -preguntó Nathan, riéndose.

-Es mi nombre, y el segundo de mi hijo -respondí.

-¿Tiene usted un hijo? -me preguntó.

-No, ya no, él falleció -murmuré.

Rellené el otro documento, escribiendo sus nuevos nombres, y firmé. Me llevé a los niños al coche. Nathan no paraba de hacerme preguntas sobre Cedric, mientras que Cedric (eso ha sonado raro) no había hablado aún. Al fin, abrió la boca y me preguntó nuestro apellido.

-Somos los Diggory, chico -le dije.

-¿Eso es un apellido? Más bien, parece un nombre de perro -comentó Nathan.

Le expliqué que no, no era un nombre de perro. Y claro, como estábamos hablando de perros, me preguntó si teníamos uno. ¿Es que ese niño no se cansaba nunca? Pero no, no teníamos un perro. Teníamos una lechuza, Cho. Era de mi hijo, ese fue el nombre de su novia. Y también me preguntó entonces si las lechuzas eran mascotas, y si Cho era un nombre. Le expliqué que es asiático, y él se puse a contarme aquella vez que trajeron comida china al internado.

Cuando llegamos a la casa, yo cargaba con las maletas, por lo que llamé a la puerta, en vez de abrir. Mi mujer abrió, y yo grité:

-¡Sorpresa!

Un par de lágrimas se le escaparon mientras le presentaba a nuestros hijos.

Hola holaa!😊 Me llamo Ela, y esta es mi primera historia aquí, en wattpad 😃.  Espero que os guste mi historia, y que podamos partir de aquí a algo bonito y mágico, como Hogwarts... Bye! ❤

Si queréis leer el prólogo, lo encontraréis en la cuenta de Alicia_MalfoyGranger 😌

Las Agujas del RelojDonde viven las historias. Descúbrelo ahora