Capítulo 11

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Elena's POV:

La verdad es que cumplimos nuestras promesas. Alicia y yo no nos vimos más, porque ella iba a aprovechar las vacaciones para ir a visitar a su familia a España. En mi caso era lo contrario, mi familia vino de visita desde Noruega. Yo enviaba mis cartas como respuestas nada más, al final, no tener lechuza, me había salido caro. Hoy tenía mis cuatro cartas, como de costumbre, pero eran mucho más cortas.

Querida Elena, España me encanta
Hace calor aunque sea en invierno, y la comida es genial. Mencioné el colegio francés de Beauxbatons un par de veces, porque es al que van los españoles y quería saber si había más magos en mi familia, pero soy la única bruja. ¡Feliz Navidad! Disfruta del día, no te agobies por nada. Desearía que estuvieras aquí, Alicia.

Añorada Elena, estoy escondido en un armario porque Dom está empeñada en leer lo que te escriba. Creo que piensa que es algo muy interesante porque no la he dejado leer, fallo mío. ¡Feliz Navidad! Aquí estamos igual de apretados que el resto de días, pero hoy ha venido más gente aún. ¿Te lo puedes creer? Te echa de menos, Louis.

Adorada Elena, Louis no me deja leer su carta, ¿me contarás lo que te ha dicho? ¡Feliz Navidad! ¡Te echo mucho de menos! Ojalá estuvieses aquí, pero es que cada vez somos más. Hoy me ha obligado mi madre a ponerme un vestido, y Vic quiere maquillarme, ¡SOS! Ven a salvarme, (y ya de paso a darme un abrazo), Dominique.

Queridísima Elena, ¡feliz Navidad! Te echo tantísimo de menos... No te lo puedes ni imaginar, es horrible. ¿Qué puede hacer un Weasley sin su mejor amiga? Disfruta del día, te lo mereces. Desearía poder darte un abrazo ahora mismo, porque: 1° Tengo frío y 2° ¡Eso significaría estar juntos! Ha venido más gente, están aquí el tío Harry, la tía Hermione y el tío Ron... ¡Ven, por la barba de Merlín! Te quiere, Fred.

Sonreí sin poderlo evitar. Quería muchísimo a mis amigos, y ellos me querían a mí. Mi madre vino a avisarme de que mi familia ya había llegado, y yo bajé a toda prisa... Claro, después de contestar a las cartas. La familia de mi madre nos veía extremadamente exóticos, porque ellos eran nórdicos, muy rubios y de piel muy clara, y aunque tanto mi padre como nosotros teníamos la piel y los ojos claros, el tener el pelo oscuro era enormemente extraño. Nos admiraron y nos apretaron las mejillas incontables veces, y ya no podía aguantar más. Cenamos pronto, para a continuación pasar unas horas en familia. Cuando Jay se durmió, empecé a aburrirme como una ostra, así que me puse mi chaquetón y salí fuera.

El viento frío me heló la cara, y yo saqué de mi bolsillo el galeón que llamaba a mis amigos y me puse a darle vueltas entre los dedos. Se me estaban congelando las piernas, pero podía aguantarlo. Me alejé caminando unos metros, sin tener en cuenta la hora que era. El cielo estaba oscuro, pero aún así presentía que estaba nublado. Las farolas brillaban tristemente en comparación con las luces navideñas que se encontraban en todas partes. Me metí por una calle lateral, y empecé a verme a oscuras, y me entró miedo. Tenía la sensación de que alguien me observaba, y no solía equivocarme en eso. Miré a mi alrededor, y cuando me volví hacia delante, vi a un hombre frente a mí.

-Buenas noches, pequeña -saludó con voz ronca. Yo di un paso atrás-. No te asustes, no voy a hacerte daño. ¿Qué haces a estas horas por aquí?

Noté como me miraba las piernas desnudas, y empezó a inundarme una sensación de pánico que me bajó por la columna. Apareció otro hombre más, y yo volví a retroceder.

-Tienes un vestido precioso, vamos, deja que lo veamos -susurró el primero al que había visto. Yo no contesté. Mis ojos parecían querer salirse de sus órbitas, y estaba sudando. Mis sentidos se habían agudizado tanto que eso me asustaba más que nada. El hombre sacó una navaja de su bolsillo, la oí rasgar el aire-. Deja que lo veamos -repitió con un gruñido.

Las Agujas del RelojDonde viven las historias. Descúbrelo ahora