Elena's POV:
No caímos en que la gente normal no tiene alas, y en que ahora teníamos a una Dominique Weasley que las tenía. Y no teníamos ni idea de qué hacer. En ese momento, debatíamos si con ponerse la túnica sería suficiente. Y entre que cuando estuviese en su habitación llevaría pijama, y sus compañeras la verían, y que igualmente no funcionaría, lo descartamos. Teníamos que hacerlas desaparecer, y no teníamos ni idea de cómo hacerlo.
-Dominique... ¿has pensado en desearlo con todas tus fuerzas? -preguntó Fred. Todos le miramos como diciendo "¿En serio?". Él se encogió de hombros-. En las películas funciona.
Dominique lo intentó, y para nuestra sorpresa... a quién quiero engañar, no funcionó.
-Si existiese un hechizo para hacer que las alas de tu hermana desaparecieran... -rió Louis.
-Ya, como abracadabra -se rió Dom.
Y sus alas desaparecieron.
Todos gritamos de asombro y empezamos a mover los brazos sintiéndonos muy ridículos (como zombies de goma o algo así), para ver si solamente eran invisibles, o si habían desaparecido.
-Abracadabra -repitió Dom.
Sus alas volvieron a aparecer, y Fred, que parecía bailar tras su espalda, fue golpeado en la nariz. Se cayó al suelo, y todos nos quedamos mirándole muy tensos, pero él empezó a reírse. Se reía tanto, que me recordó a su padre y a su tío. Louis le ayudó a levantarse, también riendo, pero no a carcajadas como su primo, sino con una risa melódica y breve. Dominique volvió a hacer sus alas desaparecer y dando saltitos se acercó a él para abrazarle. Después se quedó de puntillas, mirándonos a Alicia y a mí con esa expresión de alegría suya. Alicia se reía silenciosamente, y yo sonreía ante la escena. En dos días, pasando todo muy rápido, acabábamos de conocer a los mejores amigos del mundo. Como teníamos hambre, les propuse hacer una visita a Winky, una elfina doméstica que se ocupaba de dirigir a los elfos que trabajaban en la cocina. Ella nos recibió con los brazos abiertos y nos invitó a unos pasteles, sonriendo y llevándose un dedo a los labios, para hacernos saber que no debíamos decírselo a nadie.
-Bueno, creo que vamos a tener que compensarle esto, y no va a ser fácil... -la verdad era que no, esos pasteles estaban deliciosos.
-Chicos, ahora debemos hacer un juramento, como en las pelis -miramos a Fred con la misma cara que hacía una media hora-. A ver, no podemos contarle esto a nadie, tenemos poderes mágicos especiales y algunos somos famosos, no me digáis que esto no parece una película.
-Pero no lo es, Fred -le dijo Alicia.
-Venga ya, ¡hagamos un club! Un club de esos cutres que salen en tantas películas que aburren, con un nombre muy cliché. Yo quiero uno de esos.
-Acabas de decir que... -empezó Louis.
-Ya lo sé. Aburren, en las películas. Nosotros somos uno de verdad.
-Pensemos en un nombre cliché, pues -le seguí la corriente.
-El Club de los Invisibles, es lo más cliché del mundo -sugirió Dom.
-Penosa idea, elegimos llamarlo así, entonces -dije.
-Yo, Fred Lee Weasley, juro solemnemente que... -me lanzó una mirada, yo cerré los ojos para saborear mejor el momento en el que escucharía a un Fred Weasley decir esa frase-... mis intenciones no son buenas, y que no contaré a nadie sobre este club ni lo que hacemos en sus reuniones.
-Yo, Dominique Gabrielle Weasley, juro solemnemente que mis intenciones no son buenas, y que no contaré a nadie sobre este club ni lo que hacemos en sus reuniones -imitó la voz de su primo.
-Yo, Louis William Weasley, juro solemnemente que mis intenciones no son buenas, y que no contaré a nadie sobre este club ni lo que hacemos en sus reuniones -repitió.
-Yo, Alicia Nora Arias, juro... -continuó.
-Yo, Elena Lydia Bellamy, juro solemnemente que mis intenciones no son buenas... -saboreé el momento de nuevo, y cuando terminé, dije lo siguiente, con una sonrisa pícara-. Travesura realizada.
-¡Ahora, elijamos una forma de la que llamarnos! -propuso Dom.
-¿Como hicieron vuestros tíos con el Ejército de Dumbledore? Buena idea... -pensé.
-Puede ser con galeones, sí. Pero mejor de otra forma, cada vez que uno de nosotros llame a los demás, que se ilumine una flecha y muestre el camino -propuso Alicia.
-¿Alguno sabe hacer eso? -preguntó Louis.
-Yo, yo puedo -dijo Fred-. Antes, tengo que saber cómo llamar.
-¡Darle un beso! Eso no es algo que haríamos sin pensar -aclaró Dom.
-Gran idea -y Fred cerró los ojos y empezó a hacer su magia. Pero le era muy difícil, ya que él no tenía suficiente práctica. Lo que hicimos fue hacerlo con las varitas, todos a un mismo galeón, para unir nuestro poder y canalizarlo en un mismo objeto, así lo conseguimos.
-Ahora, un lema -pidió Louis.
-Pues... La ventaja de ser invisible es... Que también lo son tus secretos -sugerí.
-¡Ese es maravilloso! -exclamó Fred.
-¡Niños! La cena será pronto, deberíais ir ya al comedor... -nos avisó Winky.
Por lo que nos dirigimos a la salida. Todos nos despedimos de ella allí, con un simple "adiós" cada vez que uno salía por la puerta. Yo salí la última, y ella me obsequió con un cariñoso "¡Adiós, cielo!".
En el comedor, nos sentamos todos en la mesa de Hufflepuff, lo que hizo tanto a los profesores como a los alumnos mirarnos muy mal. McGonagall nos lanzó una mirada asesina, pero no se opuso ni dijo nada al respecto. Aclaró que la noche de Halloween había acabado el día anterior, y que no debíamos salir de los dormitorios esa noche. Se escucharon algunos resoplidos, parecía ser que algunos pensaban hacerlo y excusarse con "usted no finalizó la noche de Halloween directora". Nosotros nos miramos entre nosotros, y contuvimos la risa. No sabíamos quién era tan cutre.
Esa noche, al llegar a mi habitación, abracé a mi gato con fuerza y me acurruqué con él entre las frías sábanas, esperando que mi calor corporal las calentara rápidamente, y que el de mi gato ayudara, porque me iba a morir de frío.
Al día siguiente, volvimos a sentarnos en la mesa de Hufflepuff, pero no fuimos los únicos en cambiarnos de mesa. Disfrutamos de cada asignatura, porque en todas estábamos con alguien. Bueno, yo no, en caso de caer con Slytherin, pero qué más daba. Esa sensación de tener a alguien en fantástica, y nosotros le sacábamos todo el jugo posible. No nos separábamos si no era estrictamente necesario, y en nuestros ratos libres empezamos a encontrarnos en la biblioteca o en cualquier sala común, porque ya hacía demasiado frío como para salir fuera del castillo.
Así se pasó rápidamente el tiempo hasta llegar a las vacaciones de Navidad. Yo había hablado con Victoire Weasley y con Teddy Lupin, y me sentía enormemente afortunada. Era feliz.
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Las Agujas del Reloj
Fanfiction{PRÓLOGO: Las Agujas del Reloj -Prólogo Harmione. Se encuentra en el perfil de @alicia_malfoygranger} Elena llega a Hogwarts con grandes esperanzas de encajar, cosa que consigue tras unos cuantos altibajos. Pero, ¿sabe ella que tiene el poder de ca...