Capítulo 7

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Elena's POV:

Durante la cena de Halloween, Sciny y yo pasamos un buen rato. La chica me caía bien, y era fácil hablar con ella. Los profesores nos permitían estar fuera del castillo unas horas, sólo ese día, y ahí nos separamos. Yo fui al Sauce Boxeador, con el cual no me llevaba muy bien aún. Por eso quería ir con él para decirle un simple "Feliz Halloween". Para mi sorpresa, Fred Weasley estaba allí. Desde que Fred Weasley, el primero, murió, decir su nombre me era difícil. Y me di cuenta. El otro era Fred Weasley I, por lo que él era Fred Weasley II... FWII.

Corrí hacia él enfadada y le tiré al suelo de un empujón.

-¿Crees que puedes amenazarme así sin más? ¡Yo te ayudé! ¡Nunca te he hecho nada malo! ¿Por qué me haces esto? -grité.

Él se quedó mirándome, con su boca formando una "o". Sus manos empezaron a brillar como lo hace una lámpara. Era luz propia. Él las miró y comenzó a sacudirlas, sollozando, hasta que se apagaron. Entonces me miró, con los ojos llenos de lágrimas, y susurró "Ayúdame".

-¿Me estás diciendo que me amenazas porque tú también lo haces? -pregunté, perpleja.

-Cuando una persona destaque un defecto en ti, es porque ve ahí un reflejo de sí misma -recitó.

-Pero esto no es un defecto -me arrodillé a su lado-. Esto es diferente, no es bueno ni malo, es único.

-Lo siento... -sollozó.

-Oh, vamos, ¡está bien! ¿Puedes iluminar otras cosas?

-Al tocarlas, sí...

-¿Y quiénes son tus padres? -él enarcó una ceja-. Por favor, tengo que saberlo.

-George Weasley y Angelina Johnson -le miré confundida. No sé, creí que la genética le haría... No sé, su piel era muy clara-. Es por lo del brillo, creo. No puedo apagar el mío completamente.

Le agarré de la mano y lo llevé al Lago Negro. Allí, haciendo equilibrio sobre un tronco para no caer al agua, me explicó todo lo que sabía sobre su familia. También aprovechó el momento, se dejó iluminar. Cada vez que pisaba el tronco, con una especie de onda, la zona brillaba. Y cuando me agarraba, pasaba igual. Traje volando una piedra redonda de la orilla, y la dejé caer en sus manos. Fred la envolvió en luz, y yo la elevé en el cielo.

-¡Hemos hecho una estrella! -aplaudió.

-Las estrellas de verdad son más... -levanté unas hojas y las coloqué sobre la piedra-... Así -chasqueé los dedos y empezaron a arder.

Fred gritó y cayó al agua. Bueno, casi, yo le sujeté a tiempo con mi mente. Pero no podía levantarlo, pesaba demasiado. La piedra con las hojas ya se había hundido, porque no podía con tanto. Empecé a sentirme mareada. Unos tentáculos aparecieron, y después todo se volvió negro.

-El... Ele... ¡Elena! -sacudí la cabeza, tratando de despejarme, y me encontré con Fred-. Oh, menos mal... Oye, deberíamos volver, en serio. ¿Qué te parece si mañana nos vemos? Si no te importa, traeré a alguien...

-Yo también -aseguré.

-¡Nos vemos mañana! -se despidió sonriendo. 

Por ello, al día siguiente, que era sábado, fui a buscar a Alicia a su sala común, donde nos veíamos cada sábado antes de desayunar. Allí le conté con todo detalle el día anterior, y ella parecía muy contenta. Fred Weasley asomó por las escaleras de las habitaciones de los chicos, con el pelo revuelto y la corbata desatada, frotándose los ojos y bostezando. Miró hacia nosotras, parpadeó un par de veces y sonrió.

-¡Elena! -bajó corriendo las escaleras y se paró frente a mí, con la boca abierta en una sonrisa. Se quedó así unos segundos, y después, cerró la boca, esbozando una sincera sonrisa torcida que le marcaba hoyuelos en las mejillas.

Las Agujas del RelojDonde viven las historias. Descúbrelo ahora