Las Agujas del Reloj

Capítulo 13

Neville's POV:

-Pero, profesora, ¿no cree usted que está siendo algo estricta?

-Profesor Longbottom, ya sabe usted que les advertimos, les dijimos que no podían hacer magia sin varita. Es peligroso y antinatural... Y creen que no lo sabemos. No sé cómo han llegado a pensar que podrían ocultarme algo así. Los cinco deberían ser expulsados. Además, Fred Weasley tiene antecedentes...

-¡Intentaron violar a Elena Bellamy! Él solamente la salvó, profesora -defendí a mis alumnos.

-Neville, un sectumsempra no es un hechizo de defensa, y lo sabes. Debería ser un hechizo imperdonable, de hecho -añadió.

-Maldita sea, profesora, no puede expulsar a esos alumnos, no se lo voy a permitir.

-Neville, te recuerdo que no puedes decirme qué puedo o no puedo hacer.

-¡Son excelentes! Son unos alumnos brillantes, y no le hablo desde el punto de vista de un amigo de sus padres, sino de un profesor.

-Yo esperaba más de una Ravenclaw, sinceramente.

-Elena es maravillosa. En sus ojos veo tantas ganas de aprender, entiende cada concepto, ama lo que hace, lo abraza y sostiene para darle validez. No puede expulsarla.

-Ah, ¿así que vas a argumentar? Bien, describe a los demás.

-Alicia es extraordinaria. Afronta cada reto y se propone mejorar cada pequeño fallo, es dura consigo misma, pero no se menosprecia. Y Fred es increíble, es como su padre y su tío, quizá algo más maduro. No puedes imaginar como planta cara a cada situación, con la originalidad que caracterizaba a los gemelos, pero con el sentido común de su madre. Dominique es fantástica, también. Es tan única y tan diferente, tiene un punto de vista genial que nadie más es capaz de ver, y ella es tan extremadamente feliz y suya, ¿me entiende? Sólo se preocupa de sus fallos, no critica la vida de los demás. Y Louis es alucinante. Es sensato como su padre, y elegante como su madre, y es orgulloso pero no es partidario de pisotear a los demás. Él sabe cuáles son sus límites, pero no deja que nadie en quien no confía los conozca, lo que le hace precavido.

-Bueno, Neville, buen trabajo.

-¡No, profesora! Ellos... Espere, ¿ha dicho buen trabajo? -pregunté confuso.

-Sí, Neville, me has impresionado. Realmente quieres a esos alumnos, como profesor y no como amigo. Y veo que realmente se siente apasionado por el interés que muestran en su materia, por lo que, buen trabajo. No los expulsaré, pero debo tomar medidas contra la magia sin varita.

-Quizá lo mejor sea dejarlo estar, profesora. Son adolescentes tratando de encontrar su lugar, y necesitan esta clase de experiencias para llegar a él.

-Profesor Longbottom -recobró las formalidades-, vosotros no hicisteis esta clase de cosa, e igualmente, érais adolescentes.

-Profesora, recuerde que en aquellos tiempos Voldemort vivía en la calva de un profesor, un perro de tres cabezas intentaba comer alumnos y había mil pruebas capaces de matar a un alumno despistado como yo lo fui -me reí-. Los tiempos han cambiado, profesora, y los alumnos son parte de este tiempo.

-Cierto, muy cierto. Los alumnos son aún más crueles. E inmaduros, aunque ellos crean lo contrarion y se dediquen a hacer cosas de las que mejor no hablar. Filch está harto de limpiar vómito de los alumnos que beben mucho Whisky de Fuego en Hogsmeade. Son más irresponsables y parecen más hormonales que nunca. Es difícil lidiar con ellos, sinceramente. Todo es tan inexplicablemente distinto, que ni yo sé qué hacer con los alumnos.

-Déjalos crecer al ritmo de esta nueva sociedad, permíteles descubrir caminos, profesora. Es la única forma de que te respeten, dejándoles espacio. Ellos toman en serio a los profesores que no se les imponen, irónico, ¿verdad?

-Señor Longbottom, no sé qué haría yo sin usted, es un gran consejero.

-Gracias, profesora, pero no soy un gran consejero ni nada del estilo, en realidad. Solamente... Escucho y entiendo a mis alumnos -dije modestamente.

-Realmente se ha encariñado con esos niños, Longbottom.

-Es imposible no encariñarse con unas personas tan magníficas y con tanto potencial y amor por mostrar, profesora.

-No sé si sabe, Longbottom, la cantidad de alumnos que verá marchar, usted no lleva aquí tanto como yo...

-Profesora, se sentirá usted entonces muy bien ahora, porque estamos Ernie, Dean, Seamus y yo.

-Longbottom, el profesor MacMillan, el profesor Thomas y el profesor Finnigan -me corrigió.

-Son mis amigos, profesora...

-Son profesores, Longbottom -volvió a corregirme.

-Una cosa no quita la otra -afirmé.

-Bueno, Longbottom, nos vemos pronto -me despidió.

-Adiós, profesora -suspiré.

Al salir de su despacho fui a buscar a los alumnos de los que habíamos hablado, pues veía que el cielo estaba despejado y la gente estaba fuera disfrutando del día. Yo quería pasar un buen rato con ellos.

-¡Louis, hola! Llama a tus amigos, nos vemos en la orilla del lago -Louis asintió, algo confuso.

Antes de ir al lago, recogí algo para comer en la cocina. Ellos estaban allí sentados, charlando. Fred descansaba apoyando su cabeza en las piernas de Elena. Louis pasaba su brazo sobre los hombros de Elena, también. Alicia apoyaba su cabeza en el hombro de Louis. Y como Fred tenía las rodillas levantadas, pasando el peso a la espalda y los pies, Dominique se recostó en sus rodillas como si fuesen el respaldo de una cómoda silla. La escena era preciosa. Yo nunca sentí que tenía realmente amigos hasta mi quinto año, en el que encontré a mis dos mejores amigas y a Harry, Hermione y Ron. El hecho de que ellos hubiesen encontrado a sus amigos en el primer año, me parecía desconcertante y sorprendente.

-Chicos, ¿os apetecen unos bocadillos de mermelada? -pregunté.

Dominique fue la única que se incorporó, me respondió e invitó a unirme a ellos. Los últimos rayos de sol del día se reflejaban en el lago dándole un tono anaranjado y haciéndolo brillar.

Elena y Alicia terminaron por perder la vergüenza y se unieron a las conversaciones, y acabamos por reír mucho y pasar un día inolvidable. Había hecho bien, tenían que quedarse. Habían nacido para cambiar el mundo, no debían ponerle impedimentos. No se sabía si el cambio sería bueno o malo, pero no se puede temer al cambio. Él llega, y nosotros nos adaptamos.