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-¡Oh, Dios mío princesa!

América entra corriendo en mi habitación gritando.

-¿Qué pasa?- pregunto adormilada.

Abro los ojos poco a poco y la veo con un vestido verde oscuro y su largo cabello castaño recogido en una trenza de lado.

-¡Salam y sus guerreros están atacando!

Me despierto de golpe y veo en sus ojos azules pánico.

-¿Qué ha atacado?

-¡Ciudad Cristal y están viniendo hacia aquí!

No no no, Ciudad Cristal no. ¿Y si le ha pasado algo a Fabio? Maldito Salam y su sed de venganza...

Me levanto corriendo y me pongo un vestido rojo oscuro y me hago una coleta alta utilizando una cinta negra como coletero.

Me bajo al salón del trono y allí veo a toda la corte.

-¡Hermanita, tengo miedo!- mi hermana gemela me abraza, ella siempre ha sido asustadiza, al contrario que yo.

-¿Qué vamos a hacer?- pregunta Celia.

-Yo propongo darles una paliza y que no vuelvan, ya me tienen harto.

-No, Gerard. La violencia va a hacer que ellos se quieran vengar más, ¿qué han atacado de Ciudad Cristal?

-Algunas tiendas, princesa vienen hacia aquí.

Tengo que ir a ver si Fabio está bien o no, pero mi sitio está en palacio.

-Iré yo a hablar con él.

Todos me miran con cara de asombrados.

-Princesa, pondría vuestra vida en juego.

-Dime tú otra opción, Tomlson.

-Princesa, he subido a la torre norte y calculo que mañana por la mañana estarán aquí, ya que se han vuelto otra vez a la tribu y están viniendo hacia aquí.

Se tarda más de un día de viaje hasta Amanecer sin parar, y como los caballos y los soldados tienen que descansar, nos dará tiempo a informar a los militares para que vengan.

-Bien- al fin después de meditar un rato- llamaremos al general McDuglas y él repartirá soldados por todo el reino, hay que dar la alarma para que el pueblo esté alerta de cualquier peligro, ¿de acuerdo?

Todos asienten, suspiro aliviada, al menos a ellos les tengo calmados.

-Querida, haces muy bien en ser tú la que esté tranquila, si hubiera sido Camelia ahora mismo nos hubiera contagiado su miedo, y bueno, Sael habría echado a todo el ejército sobre ellos- me dice mi tía- incluso él se habría metido- bromea y todos echamos a reír.

Gerard no es que sea violento, si no que siempre ha querido eliminar esa tribu que tantos dolores de cabeza nos ha dado y nos da.

Mi hermana se despega y mando a Horace a hacer las instrucciones que dí y aparte que fuera a ver que tiendas han saqueado.

Espero que la tienda de Fabio no esté entre ellas, y que toda su familia y él estén bien. Ya hace más de un mes que lo conozco.

La tarde cae y nosotros estamos en vilo por lo que pueda pasar.

-Hermana, ve a Ciudad Cristal, yo te cubro.

-¿Podrás?

-Claro, ve corre.

-Gracias hermanita, te debo una- la abrazo y salgo corriendo hacia los establos.

Llego, me monto en mi yegua y galopeo a toda la velocidad con el pañuelo puesto.

Después de veinte minutos, estoy en mi destino, ato a Esmeralda y entro en la tienda.

Martine me ve entrar, está asustada, pero cuando me reconoce, su rostro se tranquiliza.

-¡Catleya! Creía que eras alguno de esos bárbaros.

Fabio sale de la habitación de adentro, que es un cuarto donde sientan mientras no hay clientela.

-¿Qué haces aquí? ¿Y si te hubieras encontrado con alguno de ellos?

-He venido para ver si estabais todos bien.

-Sí estamos todos bien, pero no sabemos si volverán a atacar.

-No lo harán- tengo que tranquilizarlos.

-¿Cómo lo sabes?- pregunta Étienne, su padre.

Supongo que ya es hora de contarles quien soy verdaderamente.

-Sentaos, por favor, y poned que está cerrado.

Martine asiente y nos sentamos los 4 en una mesa.

-No soy de Pueblo Veteris, tampoco provengo de una familia que es muy religiosa y por eso tengo que llevar un pañuelo en la cabeza- tuve que inventarmelo para que no me tuviera que quitar el pañuelo- y no me llamo Catleya Damis.

-¿Quién eres entonces?- pregunta Fabio asustado.

-Soy la princesa Miriam Vainilla- digo mientras me quito el pañuelo.

Decisión Y DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora