7.

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A la mañana siguiente, no me despierta un precioso sol, sino mis criados.

-Buenos días, princesa. Debéis arreglaros rápido.

-¿Qué pasa?

Miro por la ventana y me quedo boquiabierta. Todo un espectáculo de truenos y lluvia puede apreciarse a través de ella.

Me visto con un vestido azul oscuro, es sencillo y de manga larga, en los zapatos llevo unas botas del mismo color, no tienen nada tacón y son cómodas.

Bajo a la sala del trono, donde están todos, incluido Tomlson.

Oh no, ¿significa ésto que no se va?

Hago una reverencia al entrar y todos hacen lo mismo.

-Buenos días a todos, menuda tormenta hace.

-Así es, y me temo que la tormenta perdurará días- responde mi tía.

-Pues vaya, y yo que quería que llegara la primavera por el buen tiempo para ir a los Prados Celestiales y no se puede, pues tocará esperar- se queja mi hermana mientras hace una mueca con la cara.

-Princesa Camila, los prados después de la lluvia quedan muy bien, dan una imagen perfecta, el césped fresco, el sol brillando las gotas de agua y las flores asomando sus pétalos.

Mi gemela se sonroja y hace una tímida sonrisa. Incluso a ella se ha ganado.

¿Es que nadie se da cuenta? No me puedo creer que confíen todos de él.

Da malas sensaciones, oculta algo terrible y creo que tiene que ver con el reino y sobre todo conmigo y la corona.

La mañana pasó tranquila en palacio, la tía estaba en la biblioteca, Gerard en su habitación y Celia, María y yo en mi habitación.

-Arg, no se va a Aguas Turbias, es como si todo lo hubuiera planeado él.

-Por favor, Vainilla no seas ridícula. ¿Cómo Tomlson va a controlar el tiempo y va a hacer que caiga un diluvio?

-Lo sé Camila, no hace falta que me lo digas, ¿es que vosotras le veis encantador?

-Sí- responden a la vez.

Me caigo de espaldas a la cama, vaya lo que me ha ido a tocar.

-No me lo puedo creer- musito.


-¿Y a ninguno de la corte le cae tan mal como a ti?

-No. A todos se los ha ganado diciéndoles cosas bonitas.

-Por mi parte me alegro que no te haya ganado, así solamente serás mía y no te perderé por ese barón.

Le miro sorprendida, con los ojos como platos.

-¿Qué? Ese tío tiene más fama y fortuna que toda Ciudad Cristal y Ciudad Platino junta.

-Ni pienses que voy a ir detrás de él.

Fabio se levanta de la silla al ver que hay clientes fuera. Su familia se ha ido a ver a unos parientes en Ciudad Acrópolis, muy lejos de aquí.

Como siempre hago, me tapo la cabeza con un pañuelo para que no me reconozcan.

Cuando se marchan, él se vuelve a sentar conmigo y yo me lo quito de la cabeza.

-Pareces una ladrona escondiendote así.

-¿Quieres que venga gente que no va a comprar, si no a machacarme a preguntas sobre Salam y los suyos?

-Claro que no. Además, no te pienso utilizar- dice mientras entrelaza su mano con la mía encima de la mesa.

Sonrío, la tranquilidad que se respiraba fue interrumpida por un gran griterío proveniente de la calle.

-Tenemos que salir afuera- digo decidida.

Él asiente y salimos al exterior. La gente está asustada y no entiendo el porqué.

Me subo a un puesto del mercado que hay para intentar llamar la atención.

-¡Eh! ¡Basta ya!

Nadie parece escuchar mis gritos así que dejo caer una espada al suelo fuertemente para que me escuchen.

-¡Ya está bien! ¿Por qué tanto alboroto?

Silencio absoluto, no se escuchaba nada, descarto el fragor de una batalla, la lucha se escucharía incluso estando a kilómetros de distancia.

-Princesa- un chico joven entre la multitud se me acerca- Salam está en la muralla.

La muralla que bordea la ciudad, define como de grande es.

Se construyó hace dos siglos, para proteger a la ciudad de unos invasores que vinieron por el río Raner.

-¿Qué hace aquí? ¿Ha venido solo?

-Unos hombres vienen con él, princesa.

-Bien, todos a sus casas o negocios de forma ordenada, no sabemos con que fin viene esta vez, tú- le digo al chico que me lo había contado- ven conmigo.

Él asiente, pero un hombre habla en voz alta.

-Princesa, ¿vos que hareis? Es peligroso ir a donde Salam.

Respiro hondo y echo el aire lentamente. Sé lo que conlleva enfrentarse a ese peligro.

-No pienso dejar que a alguien de mi pueblo le pase algo, así que iré a dialogar con él.

Me bajo del puesto y todo el mundo se marcha, excepto Fabio y el chico.

-Miriam deja de hacer locuras, por favor.

-Quiero terminar esta guerra cuanto antes.

-Admiro esa tranquilidad que tienes, pero no quiero ver tu nombre en los periódicos diciendo que has sido secuestrada por ellos o algo mucho peor.

Le doy un pico en los labios y acaricio su cara con mis manos.

-Cariño, no me va a pasar nada, te lo prometo. Cuando termine de hablar con él, vendré y te lo contaré, ¿vale?

Él asiente no muy convencido, yo me marcho con el chico hacia la muralla.

Decisión Y DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora