Los diarios, destruidos. Mi tío Ford, capturado. Mi familia, quién sabe dónde...
Golpeo el walkie-talkie, intentando conseguir señal. Nada.
Ahora sí estoy en ruinas.
—¡Mabel! ¡Stan! ¡Mabel!
Salto una cerca de madera y me escondo de un Ojo Flotante. Vuelvo a intentar comunicarme con mi hermana.
—Mabel, soy yo —digo por el walkie-talkie, inseguro de si ella puede oírme o no —, hasta ahora evité ser capturado, pero no te encontré ni a ti ni a Stan por ninguna parte. No sé si logras oírme, pero estés donde estés, pase lo que pase, voy a encontrarte.
Apago el radio y suspiro, apoyando mi espalda en la fría madera. De pronto, oigo un chillido, probablemente de pterodáctilo. Instintivamente, miro hacia allí, y cuando veo la ubicación del dinosaurio, tengo una idea.
¡El centro comercial!
Corro en esa dirección, cuando oigo que alguien me llama. Me giro, y resulta ser una mano gigante con cara. Quiere comerme. Abro los ojos como platos y me alejo. La mano se arrastra mientras me reprocha por ignorarlo. No hago caso y trato de entrar al edificio. La mano se queda atorada en la puerta, por suerte.
Adentro, sigo llamando a mi hermana y a mi tío mientras camino por el desvencijado centro comercial. Los locales están sucios y los productos, desperdigados por el suelo. El revoque de las paredes está desparejo y el lugar en sí está lleno de escombros aquí y allá.
Al fin, llego a un local donde, sobre una mesa, yace una bandeja repleta de nachos. Me acerco. Tal vez, al menos pueda comer algo.
Los contemplo con ansias. Los últimos nachos de la Tierra... Son brillantes y naranjas, con su deliciosa salsa de queso cheddar. Tengo tanta hambre, y los nachos se ven tan sabrosos, que no puedo contenerme y los tomo.
Apenas lo hago, una red se extiende sobre mí y me atrapa, levantándome en el aire. Me desespero y lo único que consigo es gritar:
—¡Auxilio! ¡Los nachos me atraparon!
Frente a mí, una planta comienza a moverse. Cierro los ojos, esperando a que aparezca de pronto un animal salvaje, pero en su lugar, una cabeza pelirroja se asoma entre las hojas.
—¿Dipper?
—¿Wendy? ¡Oh no! ¡Te transformaron en una especie de monstruo árbol! —grito mientras señalo su atuendo de arbusto.
Ella sonríe y niega con su cabeza. Se ve tranquila, como si nada pasara. Como si el Raromagedón no existiera y solo estuviera riendo junto a Soos en la Cabaña del Misterio.
—Es solo camuflaje —explica mientras sale de su escondite —. Mi papá nos obligaba a entrenar para el apocalipsis durante las fiestas; es bueno ver que la paranoia dio sus frutos —de pronto, entrecierra sus ojos y dispara con su arco y flecha a un murciélago que revoloteaba por ahí —. ¡Genial, carne fresca! —festeja, sonriente. Luego levanta su hacha —. Deja que te ayude con eso —lanza el arma blanca a la red que me contiene, y esta corta las sogas, liberándome de la trampa.
Ni bien caigo, corro hacia ella y la abrazo con fuerza. Llevo tanto tiempo sin ver a mis seres queridos que no me había dado cuenta de la satisfacción que me produjo encontrarla.
—¡Wendy, me alegra tanto encontrarte! Creí que todos habían desaparecido —eso último lo murmuro para mí mismo mientras bajo la cabeza. Pero ella me oye y se agacha un poco para llegar a mi altura.
—Eh, tranquilo. Nos tenemos a nosotros... Y a Toby Decidido, a quien confundí con un monstruo —dice, señalándolo con el pulgar. Miro atrás, y allá está. Tiene una flecha en el brazo; probablemente mi amiga le haya disparado por accidente —. No debemos estar a la vista tanto tiempo. Ven, te mostraré mi escondite.
Comienza a correr, y yo la sigo. Ahora que ya no estoy solo y, por ende, puedo tomarme un respiro, no logro evitar pensar más allá del Raromagedón en sí, apartando el caos centrándome más en tu deseo de dominar el mundo. ¿Realmente es eso lo que quieres? ¿En verdad nos declaraste la guerra sabiendo que, siendo el demonio más poderoso de todos, tienes muchas posibilidades de ganar?
Debo impedirlo, lo sé. No soy capaz de imaginar qué sería de nosotros si no fuera así. Tengo que detenerte, tengo que luchar, tengo que pelear por mi gente, por mi mundo.
Tengo que hacerlo.
Pero no puedo.
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Twenty-one Guns [Platonic BillDip]
FanficBill Cipher y Dipper Pines nunca se han llevado bien. Comencemos por el deseo del demonio de adueñarse de la dimensión humana, el haber convertido al chico en su marioneta y engañar a su familia repetidas veces. Pero eso deja de ser así cuando, des...