Pum.
No, no estoy bromeando.
Eso es lo que mis compañeros y yo escuchamos cuando tu gigantesco puño se estrella contra la Cabaña del Misterio, ahora ShackTron. El mundo parece detenerse al no escuchar nada más; el impacto es tan grande que se siente como si destruyera todo lo que nos rodea, excepto a nosotros.
En efecto, cuando notas que, al levantar tu mano, la cabaña sigue en pie y sin daño alguno; enfureces por completo y te lanzas a golpear nuestro campo de fuerza con ocho brazos que salen de tu cuerpo, como si hubieran estado esperando una señal para hacerlo en el momento indicado.
Todos comienzan a intentar devolverte los puñetazos. A mi lado, Mabel mira a Grenda y pone sus manos alrededor de su boca para amplificar el sonido de su voz.
—¡Ataque! —chilla.
Su amiga no pierde ningún segundo. Lanza un gancho de derecha, ordenándole al robot que haga lo mismo, y de ese modo, los dientes del brazo-tiburón consiguen clavarse en tu iris y arrancarte tu único ojo.
Gritas y te llevas las manos a la zona afectada. Cierro mis ojos con fuerza mientras la bilis caliente comienza a subir por mi garganta. Qué asco.
—¡Logramos distraerlo! —exclama Mabel, tironeándome del brazo —. ¡Equipo de rescate, muévanse!
Asiento repetidas veces con la cabeza y tomo mi linterna altera-altura. La pruebo rápidamente y la meto en mi mochila. Mi hermana toma su garfio volador y Soos, el rayo desmemorizante. Todos vamos junto a los demás hacia las cápsulas de rescate. Mientras nos alistamos, repaso el plan en voz alta.
—Entramos, salvamos a Ford, escapamos, salvamos al mundo. ¡Pan comido!
Sí, pero, ¿y qué hago contigo?
¡Basta ya! Tengo que concentrarme.
Esto es lo que debo hacer, pero, ¿es lo que me hace bien?
Sí, claro. Es mi mundo, después de todo. Además, ¿quién eres tú para importarme a mí?
Así es, nadie, y eso es lo que más me aterra. ¿Por qué me importas, Cipher?
¿Y por qué estoy pensando en esto mientras subo por una cápsula, de la que pronto saldré volando y correré riesgo de caer al suelo, sin abrir el paracaídas, y morir?
Hay cosas que a veces es mejor no saber.
Al llegar a la boca del Gobblewonker, que funciona como salida de las cápsulas, el aire frío golpea mi rostro. Mi cabello se echa hacia atrás y tengo que entrecerrar los ojos para que el viento no me moleste.
No puedo creer que estoy haciendo esto.
Me encuentro volando a metros –o tal vez kilómetros –por hora. Miro hacia abajo y me arrepiento al instante; está muy alto. Generalmente no me dan miedo las alturas, pero esta es demasiado elevada para cualquiera, sobre todo si tu vida está corriendo riesgo.
Mabel pasa por mi lado con un grito de júbilo. Ella siempre le ve el lado divertido y positivo a las cosas, sin importar qué sea. Me pregunto si habrá considerado que podría morir en esta travesía.
Abre el paracaídas. Soos, que se encuentra a varios metros de mí, la imita. También Wendy. Luego Pacifica, Durland y McGucket. Al último, Stan. Todos están sobre mí; soy el único que sigue cayendo en picada.
Estoy paralizado; no lo había notado hasta ahora. Veo el triángulo de encima de la pirámide, y calculo la distancia desde aquí. Llego a entrar de forma cómoda, todo está fríamente pensado y calculado. Sólo tengo que abrir mi paracaídas para evitar estrellarme contra el suelo de la pirámide.
ESTÁS LEYENDO
Twenty-one Guns [Platonic BillDip]
FanfictionBill Cipher y Dipper Pines nunca se han llevado bien. Comencemos por el deseo del demonio de adueñarse de la dimensión humana, el haber convertido al chico en su marioneta y engañar a su familia repetidas veces. Pero eso deja de ser así cuando, des...