Twenty-One Guns (Dipper)

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Jamás disfruté de la melodía disonante de un canto multitudinario de cumpleaños, pero hoy, mientras todo el pueblo une sus voces para desearnos un buen inicio de edad nueva, no logro pensar en un sonido más placentero.

—¡No puedo creer que se hayan organizado para hacernos una fiesta! —dice Mabel, tan o más conmovida que yo.

—Es lo menos que podíamos hacer por la familia Pines, después de todo lo que hicieron por el pueblo —responde el alcalde, rebosando de alegría.

—Gracias a ustedes, abrí mi corazón a la bondad —dice Gideon con verdadera dicha—. A partir de ahora, no haré más maldades. Seré el Pequeño Gideon, un niño normal.

—¡Pidan un deseo! —dice Soos, acercándose a nosotros.

—Si en mi primer día aquí me hubieran preguntado eso, hubiera dicho "aventura, misterio y amigos". Pero ahora, viendo todo esto, me doy cuenta de que mis deseos se cumplieron—esbozo una de las sonrisas más reales de mi vida—. Tengo todo lo que quería.

—Quisiera encogerlos a todos y llevármelos en el bolsillo, pero como es imposible... ¿lo es? —duda Mabel, mirando a Ford, quien hace un gesto dándole la razón—. Como es probablemente imposible, mi deseo es que todos firmen mi álbum de recuerdos. Jamás los olvidaré...

Entonces, recuerda algo. Saca de su bolsillo el rayo desmemorizante, lo tira al suelo y salta sobre él hasta destrozarlo por completo.

—Ahora sí: jamás los olvidaré —me mira, y entiendo la señal de sus ojos al instante. No acercamos al pastel y soplamos las velitas al mismo tiempo. Todos aplauden, y Wendy corre a abrazarnos.

—Ahora sí: ¡los declaro oficialmente adolescentes! ¡Bienvenidos al mundo de la angustia y el acné!

—¿Cómo se sienten? —pregunta Soos.

—Igual que siempre, pero diferente —dice Mabel, encogiéndose de hombros, y no puedo encontrar mejor definición.

—¡Abran sus regalos! —exclama Pacifica—. Me rompí las uñas envolviéndolos.

Su comentario me da tanta ternura que, contra mi propia voluntad, me sonrojo. Veo por el rabillo del ojo que Ford se lleva a Stan aparte para hablar, y si bien mi curioso de adentro se muere de ganas de seguirlos, tengo a todo el pueblo mirándome así que me limito a abrir mi regalo de cumpleaños: un libro sobre historias paranormales.

Cuando mis tíos vuelven con el resto del pueblo, ambos anuncian que abandonarán el pueblo para recuperar el tiempo perdido. Todos se alegran por ellos, pero la felicidad se convierte en amarga nostalgia cuando Stan dice que la Cabaña del Misterio cerrará. Pero nada está perdido, ya que un emotivo discurso de Soos lo convierte en el nuevo administrador del negocio. Sospecho, mientras el pueblo festeja, que mi tío ya tenía esto previsto y sólo quería sembrar un par de segundos de drama por última vez en el pueblo.

Pasamos horas entre pastel, regalos y amigos, disfrutando nuestro último día antes de irnos al atardecer. Para las cinco y media de la tarde, ya todos se han ido y estoy solo terminando de desempacar. Mabel lo ha procrastinado para pasar una última tarde con su grupo de amigas.

Una vez mi bolso está lleno, me tomo el tiempo de observar la que fue nuestra habitación durante el último tiempo. La nostalgia me invade, y no puedo evitar sentir un nudo en la garganta. Esta última hora antes de que llegue el bus de vuelta a Piedmont será una tortura.

Un pájaro me observa desde afuera por la ventana triangular. Le devuelvo la mirada, y mientras nuestro contacto visual se prolonga, no puedo evitar que me recuerde a ti. Tiene plumas amarillas y negras y un ojo malo, pero un escalofrío me recorre la espalda cuando caigo en la cuenta de que su único globo ocular sano es amarillento y ostenta una pupila vertical.

¿Eres tú?

Como si hubiera leído mi pensamiento, el pájaro alza el vuelo y le da un picotazo a la ventana antes de alejarse. Entonces, un impulso se apodera de mí y salgo corriendo de la habitación. Bajo las escaleras y salgo de la Cabaña, buscando al ave. No sé muy bien qué estoy haciendo, pero no puedo evitar sentirme mal por haberle perdido el rastro.

Entonces, noto los ojos de alguien más clavados en mí. Cuando me doy vuelta, veo a un chico que no reconozco a tan sólo unos pasos de mí. Abriendo la boca inconscientemente del asombro por no haberme dado cuenta antes, el desconocido sonríe y me saluda.

—Dipper Pines, ¿verdad?

Asiento con la cabeza, sin ser capaz de pronunciar palabra. El chico se acerca un poco más; parece uno o dos años mayor que yo, me lleva un par de centímetros de altura y tiene el cabello rubio y los ojos negros como el cielo nocturno. Me recuerda a alguien que, me atrevo a decir, ya conozco demasiado bien, pero no puedes ser tú poseyendo a un pobre joven, pues no tiene las pupilas verticales y parece un ser humano completamente normal.

—Oí que fuiste tú quien salvó Gravity Falls de la locura —dice, sin dejar de sonreír. Asiento con la cabeza, un poco intimidado, y él imita mi gesto—. Sí, se nota que sabes por lo que vale la pena luchar.

Reconozco esa frase casi al instante, y ya no tengo dudas. No entiendo cómo, ni por qué, pero ahora sé que no estás poseyendo a ningún pobre chico. Este rubio de ojos oscuros, jeans y camiseta amarilla eres tú.

—Bill... —susurro, sin saber cómo sentirme al respecto—. ¿Cómo...? ¿Qué...?

—Digamos que se me dio una segunda oportunidad, y ahora quiero enmendar mis errores, comenzando por ti —dices, y te acercas un poco más. Me aparto por acto reflejo, y me sorprende notar que tus ojos caen ante mi reacción—. Dudo que confíes en mí, pero no te haré daño. Te lo demostraré.

Entonces, antes de que pueda reaccionar, me tocas la frente con tu dedo índice. En ese momento, abro mis ojos como platos, pero mis párpados se cierran.

No obstante, en vez de ver la negra oscuridad a la que estoy acostumbrado, soy capaz de observar cada color existente en el universo. Cientos de imágenes cruzan mi mente, como si fuera una película. Veo a Mabel, sonriéndome como siempre hace mientras me tiende una mano, y siento un agradable cosquilleo en los brazos y las piernas cuando ambos empezamos a rodar por el pasto. Llego a un abismo y caigo, pero frente a mí están mis padres, que me atrapan con un abrazo tan cálido como el café con leche que me tomo todas las mañanas antes de ir a la escuela. La taza se transforma en la mano de Wendy, que, vestida de gala, me arrastra hasta la pista de baile mientras el vals se intercala con música electrónica. Poco a poco, me convierto en una versión pixelada mía, y Soos es otra, mientras peleamos como en nuestro videojuego favorito. Salto y me convierto en un dado de infinitas caras siendo examinado por mi tío Ford, y cuando una de ellas sale elegida, me alzo como el gran tótem de la Cabaña del Misterio. Stan sale, me ve y se ríe a carcajadas, pero yo sigo volando hasta que me engulle un portal en el cielo. No recuerdo haber sentido tanta felicidad en mi vida como en este momento.

Lo próximo que veo es tu mano alejándose de mi frente, y ahora estoy de vuelta en la linde del bosque, justo frente a ti. Parece que nunca nos movimos, y probablemente así haya sido, pero no puedo evitar que mis labios se curven en una sonrisa. Probablemente, la sonrisa más sincera que esbocé en mi vida.

—Gracias —digo, sin saber muy bien por qué, pero sintiéndolo de verdad.

Me sonríes otra vez, y si bien mi corazón sigue latiendo con emoción, no puedo evitar seguir sin fiarme de ti, así que pregunto:

—¿Has venido sólo a esto?

—He venido a despedirme —dices simplemente. Te das la vuelta y comienzas a alejarse hacia los adentros del bosque. Pero, varios pasos más adelante, me miras por encima del hombro y nuestros ojos vuelven a hacer contacto visual—. Tal vez algún día podamos retomar nuestra conversación existencial.

Tal vez, sí.

Un calor dentro de mí me sacude las entrañas, pero es un sentimiento agradable. De alguna manera, he llegado a formar un lazo contigo, y tengo una fuerte corazonada de que, de alguna manera, encontrarás tu verdadero propósito en esta nueva vida que te ha tocado. Vuelvo a sonreír, esta vez con nostalgia.

—Adiós, Bill.

—Adiós, Pino.

• FIN •

Twenty-one Guns [Platonic BillDip]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora