Capítulo 2

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                                                                                      ***


Ya era hora de empezar el día, eso significaba otro día más en éste horrible lugar, de no ser por Adam, no sería feliz, mi programa diario no es nada entretenido. Mi vida es muy monótona, a raíz de que murieron mis padres no hubo más opción, tuve que venir aquí, ningún familiar quiso adoptarme, nadie me quería, además de mis padres. El estado había decidido llevarme a un orfanato pero la mayoría de los vecinos dijeron que yo era responsable de la muerte de mis padres y eso fue lo que causó que me internaran en este sitio. Ellos no debieron morir, y al menos no como murieron, se merecían algo mucho mejor, todo fue por mi culpa, sí pudiera recordar algo de ese día, todo sería más sencillo, yo podría...

—¡Catherine!—Ese grito me sacó de mis pensamientos, había olvidado mi sesión con el psiquiatra, todos los días debía asistir a una sesión con el doctor Nick.

—Hola—le espeté fría.

—¿Qué te ocurre?, es muy tarde, ya deberías estar en el consultorio.—  Realmente, no me interesaba escuchar nada de lo que decía, así que sólo obviaba sus palabras, siendo fría.

—¿Y sí hoy no me apetece verlo?—aunque nunca me ha apetecido.

—No me hables de esa forma, Catherine.

—No es mi padre.— Nadie nunca reemplazaría a mi padre.

—No, no lo soy. Pero soy mayor que tú y soy tu psiquiatra, estoy aquí para ayudarte.

—No necesito su ayuda.

—Si no la necesitaras no estarías aquí, señorita.— Buen punto.

—Ya deje de hablar y empecemos con la sesión.

—Está bien, pase adelante.—Odiaba esa habitación, era escalofriante, me transmitía escalofríos. No quiero seguir viniendo a éste lugar, pero no puedo irme hasta ser mayor de edad, para eso faltan sólo unos pocos meses, desde que llegué aquí he estado contando el tiempo que falta para irme...

—Catherine, háblame de la muerte de tus padres.—Al parecer es de lo único de lo que quiere hablar, en cada sesión.

—¿Qué quiere saber?

—Dime, lo que recuerdas de ese día.

—Sólo recuerdo lo que dijeron los forenses, que fueron encontrados decapitados en el suelo de la casa.— Así es, mis padres fueron asesinados.

—¿Por qué los mataste?— Ya no puedo soportar más esto.

—¡No lo hice!— Él nunca me creerá.

—Entonces ¿por qué cada vez que te preguntó acerca de ellos, dices que fue tú culpa?.

—Porque lo fue.

—Sé más específica.

—Ya le he dicho cientos de veces que no puedo recordarlo, es como si alguien lo hubiese borrado de mi memoria.

—Y ¿qué te hace pensar que fue tu culpa?— No seguiré con esto, que crea lo que quiera.

—Ya estoy cansada.— Una pequeña mentira, el lado bueno es que toda persona sabe que un psiquiatra no puede obligar a hablar a nadie, si este no lo quiere.

—Catherine, sólo han pasado 15 minutos.— Eso lo sé.

—No dormí bien anoche.

—¿Por qué?—Adam.

¿Él es real?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora