Capítulo 6

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                                                                                      ***



—Así es Dr. Nick, detecto niveles altos de agresividad y odio.

—Teresa, anótalo, me encargaré de eso pronto.

—Dese prisa, este tipo de problemas se deben tratar inmediatamente.


No pude articular ningún tipo de sonido, sentía cómo el ardor de mi pecho colapsaba en mi garganta. Era como si mis cuerdas vocales habían sido cortadas, y en su lugar se encontrara el dolor. Mis brazos y piernas atados a una camilla, y todo mi cuerpo, incluida mi cabeza conectado a miles de cables, que conducían a una especie de computadora.

Me sentía como un conejillo de Indias, estaban experimentando conmigo, ésto no era sano, ya estaba harta, no era la primera vez.


—Mira Teresa, ha despertado. No se preocupe, señorita White, es normal que no pueda hablar por la próxima media hora. La desconectaremos, e irá a descansar a su habitación, Teresa le preparará una taza de té.


Odiaba no poder tener control sobre lo que me hacían, nunca me preguntaban si quería. Después de todo, no es como si fueran a quererme, sólo soy su boleto a lo que ellos crean conveniente.

Así que me limité a obedecer, mientras intentaba recordar lo que había sucedido antes de todo este desastre.


Adam.


Debía arreglar todo con él, después de todo, nunca le había hablado de la carta. En estos momentos, él era en lo único que podía pensar.

Según el reloj, la media hora había concluido, pero eso significaba enfrentar al Dr. Nick y a sus píldoras, por lo que decidí salir a caminar sin que me viera.

El viento, levantaba mi cabello y me transmitía algo de seguridad. Desde lejos pude localizar una cafetería, no me vendría mal comer algo, me dije antes de llegar rápidamente al lugar.



—¿Le gustaría sentarse? —me preguntó un joven tan rubio como la miel.

—Por supuesto, y le agradecería que me trajera una rosquilla cubierta de chocolate —le respondí, enseñando mi mejor sonrisa.

La correspondió y desapareció junto con los demás meseros.


Ya sentada, mirando por la ventana, me di cuenta de que podía ser amable.


—Aquí la tiene, y por mi cuenta la acompaña un café—no pude evitar sonrojarme.

Empezó a alejarse, cuando de repente retrocedió, sonriendo, y se sentó.

—Perdón, pero me cuesta contemplarla desde tan lejos, mi jefe lo entenderá —dijo mientras tomaba asiento.

—Nunca me preguntaste si podías sentarte.

—Y... ¿qué dices? —inquirió, demostrando seguridad.


Luego de pensarlo por unos minutos, asentí. No tenía nada que perder, además ésto era mucho mejor que pasarla sola.

¿Él es real?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora