Es duro estar en el instituto cuando uno siente que todo está mal. La discusión que tuve con Miku el viernes pasado fue algo absurdo e impertinente de mi parte, últimamente descubro facetas mías que ni yo conocía, ¿andaré muy creída?
—Rin, ¿sucedió algo con Miku? Parecen algo distanciadas—cuestiona Gumi logrando que me deprima aún más, ¿tanto se nota la brecha qué creamos? Sé que en parte me lo busqué, pero no puedo mentir al decir que sus palabras no lograron lastimarme un poco. Y una parte de mi dice en un susurro que me lo merezco.
—No es nada que no se pueda solucionar—sonriente respondo, pero mis palabras no son suficientes para la peli-verde, que me mira insegura y desconfiada.
—Esta bien, confío en que arreglarán sus problemas. No me gustaría estar con ambas en un ambiente pesado—asiento levemente, mientras divago un poco.
¿Por qué tengo que hacer mandados? No entiendo porque los profesores me ven a mi como objetivo para ello. Estos libros pesan y siento que no llegaré a la biblioteca. Suspiro pesadamente mientras como puedo trato de no perder el equilibrio y caer por el camino. Pero el peso se esfuma ya que la pila de libros es arrebatada, y cuando miro al causante me siento algo incómoda.
—Una bella dama como tú no debería cargar libros tan pesados—galante dice y yo ruedo los ojos mientras camino a su lado.
—Dile eso a los profesores—farfullo cruzándome de brazos, él ríe levemente.
—Lo anotaré para luego—y quedamos en silencio, la quietud es relajante cuando todos se encuentran en clases—. Oye...—Kaito susurra pero cuando estoy por animarlo a seguir llegamos a la biblioteca, él pone los libros de nuevo en mis brazos y yo lo miro extrañada.
—¿Qué estabas por decir?—Algo intrigada cuestiono, él niega con una sonrisa apagada.
—Un error, nos vemos luego—es extraño la manera en que actúa en ocasiones, como si escondiera más cosas de la que uno podría divisar a simple vista. Me pregunto, ¿qué le habrá enamorado a Miku? ¿Su caballerosidad o su atractivo? Tal vez ambas.
Al sentir los libros comenzar a pesarme entro rápidamente a la biblioteca, dejandole a la encargada aquello y yéndome con prisa. Me he tardado más de lo normal con el mandado, rayos, no quiero ser regañada.
Nunca antes sentía la soledad tan palpable, me he acostumbrado al dulce sabor de la compañía y el ruido. Comer mi almuerzo sola se siente deprimente.
—¡Rin! Allí estás, te estábamos buscando—sorprendida veo a una Gumi sonriente correr a mi dirección con una inexpresiva Miku detrás suyo, al instante me siento una intrusa.
—Lo siento, he salido a toda prisa. Es que tenía hambre—miento y Gumi ríe, tal vez creyéndome; Miku, sin embargo, me observa de manera perspicaz.
—Esa es la usual Rinny—habla Gumi y luego todo queda en silencio, el ambiente ahora mismo es realmente asfixiante, y la de ojos verdes parece notarlo—.Bien, eh... yo iré a comprar algunos refrescos, ¿quieren?—Yo niego pero Miku pide una soda de limón. Ni bien Gumi desaparece siento que la incomodidad crece con rapidez, el silencio entre ambas en molesto y tomo algo de aire para disculparme.
—Lo siento—decimos al unísono, quedo observándola y luego ambas reímos.
—Si quieres ir primera te lo concederé—ella ofrece pero niego, esta vez, es su momento para hablar—. Está bien, quería disculparme. Tenías razón, pero yo no quería aceptarlo... se me hace algo difícil dejarlo, desgraciadamente me siento condenada y no medí mis palabras. A veces pienso que hablo demasiado, pero no todo es cierto y sinceramente lo que dije sobre tu hermano no lo era—algo aliviada al oírla suspiro, quitándome un peso invisible que se alojaba en mi corazón.
—Creo que no fue la gran cosa, en parte es culpa mía, sobre actúe demasiado y exageré los echos. Es que, sentí que no confiabas en mi—confieso jugando con mis palillos, Miku hace una mueca.
—No te lo tomes a mal, pero a veces hasta las mejores amigas se ocultan cosas. ¿Sabes? De vez en cuando me pareces tan indefensa que pienso que no podrás con lo que tengo para decirte, por eso callo—consternada por lo oído me quedo en silencio, digiriendo sus palabras de forma lenta.
—¿Qué te hace pensar eso? Me refiero a que, ¿por qué tienes esa imagen de mi?—Miku baja su mirada, sonríe de manera superficial, y en verdad parece no saber contestar a mi pregunta.
—No lo sé, pero de si algo estoy segura es que te quiero, y siento la necesidad de protegerte en todo momento. Algunas veces olvido protegerte de mi—poniendo mi caja del almuerzo en el suelo me levanto y me acerco a Miku, abrazándola.
—No digas eso, haces que mi corazón duela—pero ella no responde y cuando me rodea con sus brazos me aprieta tan fuerte, que es como si quisiera que la arregle, que una alguna parte que se ha descompuesto dentro suyo.
Cuando Gumi regresa ambas ya estamos riendo, la peli-verde se ve realmente alegre de nuestra reconciliación, y yo también lo estoy. Es grato arreglar esos problemas que te agobian. Si sólo hubiera sido de esta manera en mi pasado, tal vez no me culparía por cosas antiguas.
Me levanto de forma abrupta y agitada, quedando sentada en la cama. Los fantasmas del pasado nunca se olvidan de torturarme, jamás lo harán. Al notarme sudada salgo de la cama, sintiéndome algo asfixiada y sudada. Necesito un baño, pienso mientras camino a este. La noche es fría, pero no lo suficiente. Por eso me desvisto con rapidez y abro la ducha, sintiendo el agua empaparme, siempre me siento relajada cuando me ducho. Suspiro sintiéndome mejor, más refrescante y aligerada. No recuerdo que he soñado, es extraño. Cuando salgo me seco ávidamente, enrojeciendo un poco mi piel debido a lo brusca que soy. Ya vestida con una remera y short camino al cuarto de mi hermano, es frustrane que dependa de él pero a su lado duermo mejor. Tal vez simplemente sea una excusa. Con sigilo y cautela me adentro y lo observo, esta completamente tapado, solo se distingue su rubio cabello. Sonriente me pongo al otro lado y me acuesto, tapándome y acercándome a él. Se encuentra tan cálido. No me extraña sentir sus manos en mi cadera, tampoco que me atraiga a su cuerpo.
—Estás fría—susurra somnoliento, Len es como alguna clase de madre sobre protectora conmigo, nunca sabré como sabe cuando me escabullo a su cuarto.
—Tome una ducha—explico sintiendo su rostro en mi cuello y su respiración cálida hacerme cosquillas, agradezco la oscuridad así no ve mis sonrojadas mejillas.
—Hueles bien—trago un poco de saliva y asiento, él parece dormirse de vuelta y yo me siento algo culpable.
Culpable de no decirle que me gusta cuando me toca.
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Amarillo.
Fiksi PenggemarUn fic que trata de simples personas normales y comunes que no tienen nada de especial, exceptuando la cercana relación fraternal que existe entre los hermanos Kagamine.