xi - me gustas

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    Un estornudo, dos y tres. Refriego mi nariz con mi mano, la cual chorrea mocos. Ugh, odio enfermarme. Aunque mi único consuelo es que tengo toda la atención de Len.

—Ten, mejor afuera que dentro—y río, mientras tomo su pañuelo y la pongo en mi nariz, sonando—. ¿Mejor?—asiento con lentitud, recostándome en su pecho e ignorando la televisión, tratando de escuchar los latidos de Len— ¿Ya no tienes frío?—Cuestiona y niego con una sonrisa, ¿cómo tenerlo entre sus brazos?

—No, es cálido aquí—confieso acurrucándome y sintiendo sus brazos apretarme y transmitirme aún más calor.


    Cuando despierto me doy cuenta de que estoy en una cama. Luego de acostumbrarme a mi panorama oscuro caigo en la cuenta de que estoy en la habitación de Len, y que él está abrazándome por detrás. Mi espalda encajada con su pecho y sus brazos rodeando mi estómago. Me remuevo y me suelto de su amarre con delicadeza, estoy sudada y no me gusta. Por eso me escapo de él con sigilo, el pasillo se ve borroso y detesto a Len por haberme besado el sábado por la tarde cuando comenzó a llover. Maldito resfrío, maldito Len, maldito beso que me dejó atontada. Cuando entro en el baño voy a la ducha y la prendo, sin importarme estar vestida aún me pongo bajo ésta. Sé que tengo algo de fiebre, y también sé que el agua fría logra bajarla. Por eso me quedo bajo el chorro unos minutos, sintiendo alivio al instante. Tan absorta que no me doy cuenta de que tengo un acompañante.

—No deberías espiar a tu hermana mientras se baña—divertida digo, escuchando su risa.

—Estás enferma, tengo una excusa. Además, estás aún vestida—mis ojos se abren y se dirigen a Len, quien está fuera, aunque es mi culpa por no correr las cortinas.

—¿Te me unes?—De forma descarada cuestiono, y no sé si es por la fiebre pero al instante me sonrojo, él niega con diversión.

—No estoy tan loco como para ducharme con agua fría por la madrugada en invierno, sólo te lo dejo a ti porque aliviará tu fiebre. Además, te he traído un cambio de ropa—explica acercándose y pellizcando mi mejilla para luego irse, aunque lo detengo antes de que llegue a la puerta.

—¿Por qué me besaste?—Cuestiono, viéndolo tensarse.

—Deberías olvidarlo—él susurra y yo suspiro, apagando la ducha y escurriendo un poco mis mojadas ropas.

—Eso no responde a mi pregunta—explico algo enfadada.

—¿Por qué crees que te bese?—Contraataca y me siento desarmada, realmente se me ocurre una idea, pero no puedo creerla, me niego a hacerlo.

—No lo sé... —es todo lo que murmuro, pero su risa hueca me desarma nuevamente.

—No me mientas, Rin, no a mí—y se va, dejándome sola y con un mal gusto en la boca.


    Cuando me cambio pongo mi antigua vestimenta húmeda en el lava ropas y camino al cuarto de Len, no me sorprende que me esté esperando.

—¿Te sientes mejor?—Asintiendo con lentitud camino adentrándome en su habitación, pero me detiene.

—Será mejor que duermas en tu habitación—algo sorprendida le miro, sé que tampoco está a gusto con su decisión.

—¿Qué? No, quiero dormir aquí—de forma caprichosa admito.

—No me gustan los berrinches—de repente dice, haciéndome explotar.

—Berrinches, ¿dices? Por si no lo sabes, ¿gracias a quién crees que me enfermé?—Y sus mejillas se ruborizan, consternandome.

—No es mi culpa que tu sistema inmune no sea bueno, si comieras más vegetales tal vez esto no hubiera pasado—parece regañarme.

Amarillo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora