xii - lo haré

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    Por más que pueda recordar múltiples cosas hay muchas aún que he olvidado, como cuando Len ha aprendido a peinar. Desde siempre he sabido que lo comprende, pero exactamente cuando fue no lo sé. Sus manos son gentiles y amables, es relajante y vergonzoso. Pero mirar su rostro lleno de concentración al hacer algo tan común me resulta tierno, al igual en la forma en que me peina.

—Tu cabello ha crecido más—volviendo a la realidad debido a sus palabras asiento, dándome cuenta de que también me mira por el reflejo del espejo, sus ojos azules absorbiéndome.

—Lo sé, pensaba cortármelo—explico y él niega, besando un mechón de éste y haciéndome sonrojar.

—Nah, me gustaría verte con cabello largo—expresa acercándose y recuesto mi cabeza por su pecho, cerrando mis ojos y relajándome.

—¿Las cosas cambiaran?—Inquiero en un leve susurro apenas audible.

—Creo que un poco, sólo agrega besos y muchos más mimos—y río.

—Eso estaría bien—admito sonriéndole ampliamente, y él besa mi frente, robándome otra risa.


    Volver al colegio luego de ese ajetreado fin de semana resulta extraño, como si todo fuera diferente. Aunque nada en concreto ha cambio, exceptuando la relación que tengo con Len. De sólo pensarlo me sonrojo.

—¡Riiin! Uff, que suerte que te he encontrado, ¿cómo estás?—Y río al ver a Gumi tan agitada.

—Buenos días para ti también, Gumi. Y me siento bien—por alguna razón cuando digo lo último entrecierra los ojos y me escudriña con la mirada.

—Rinny, Gumi, ¡buenas!—Saluda Miku al vernos y yo le sonrío de vuelta, viendo un destello azul tras suyo y acordándome de Kaito.

    Tan centrada en Len que me había olvidado de él por completo. De repente me siento mal, él se ha confesado y ahora debe tener el corazón roto y es mi culpa. Culpa mía por alentarlo, por hacer que no se rindiera e ilusionarle. Me pregunto si arregló las cosas con Len.

—¿Vamos al salón o qué?—Cuestiona Miku cuando suena la campana.

—Cl-Claro—respondo sintiendo la mirada de Gumi encima de mí todo el tiempo.


    Cuando llega la hora del almuerzo me escapo de mis amigas un rato, sintiéndome perdida, y necesito encontrarme. Lo hago cuando choco con Len, y de forma espontanea lo abrazo.

—¿Pasó algo?—Cuestiona con voz seria y autoritaria, sonrío mientras me escondo en su cálido pecho.

—No es nada, es que vi a Kaito y...

—Rin, ¿cuando te permitirás ser feliz?—Inquiere de forma gentil mientras acaricia mis cabellos y me siento hundida.

—Mm, no es eso, sino que...

—Evades el tema por completo—me vuelve a interrumpir, teniendo razón de nuevo. Si yo soy la mentirosa él sería el que siempre es honesto.

—No sé que responder, la verdad—agobiada admito.

—¿Qué tal un sí?

—¿Sí?—Cuestiono extrañada y la sonrisa que me regala es tan bella que quisiera guardarla para mí. 

—Perfecto, almorzamos juntos—declara y siento como todo toma brillo y calidez nuevamente.

—Es agradable estar aquí—demuestra cerrando los ojos, una brisa fresca nos baña y hacen que los rubios cabellos de Len se eleven.

Amarillo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora