viii - recordar

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    Esa noche, luego de esa tarde ajetreada y de caos Len entra en mi habitación. Su rostro no muestra nada más que seriedad.

—¿Puedo dormir contigo?—Algo confundida asiento, lo normal es que yo termine yendo a él, no al revés. Al parecer el tema de Kaito logró afectarle.

—Claro—respondo haciéndole lugar, él apaga la luz y se acuesta a mi lado, pero no me abraza—.¿Sucede algo?—Pregunto acercándome a él.

—¿Por qué lo ayudaste?—Confundida a su pregunta él parece entender mi silencio y continúa—. A Kaito, me contó que le ayudaste para que se confesará y eso, ¿tanto querías vernos juntos?—Su voz suena amortiguada, como rota y yo me pregunto a qué se debe, si a la fría noche o a este delicado tema.

—No lo sé, le estimo mucho y quería verlo feliz—explico algo lamentable, por alguna razón, lo siento lejos de mí esta noche.

—¿Y no pensaste en mí? ¿En verdad creíste qué le aceptaría?—Siento mi mente echa un lío y sus palabras logran hacerme sentir completamente mal.

—Y-Yo... Lo siento, Len. No pensé en ti, fui desconsiderada y creo que hasta me adentré demasiado en Kaito que me olvidé de todo, hasta de tu felicidad—sincera confieso mientras ahueco su rostro, su mirada es triste y me rompe el alma.

—Si lo aceptara, ¿estarías feliz?—Pregunta evitando verme, por alguna razón me da ganas de llorar, ¿por qué cuestiona eso? Y lo abrazo, negando.

—N-No...—respondo de forma quebradiza, y siento como el acaricia mi cabello.

—¿Por qué? ¿Creí que era lo que querías?

—Porque sería injusto, porque serías infeliz y yo también. Eres mi hermano, me dolería verte con cualquier persona, Len—sollozando admito, él se aleja de mi, limpiando mi rostro con sus amables dedos.

—Lo siento, te he echo llorar—quisiera decir algo pero temo que mi voz se rompa, por eso niego. No, no me ha echo llorar, porque yo misma me he lastimado.

    ¿Por qué nunca nada sale como quiero?


    Despierto primero que él, y me limito a contemplarlo de forma embelesada. ¿Cómo las cosas tomaron este rumbo? Sé exactamente porque me he enamorado de él, sé porque mis sentimientos parecen crecer día a día, y sé que algún día no podré soportarlo y terminaré confesándome. ¿Me rechazará? No lo sé, a veces actúan tan amable conmigo que no sé si lo hace porque soy su hermana o qué, pero otras es tan odioso y fastidioso que no se nota que me quiere. Logra confundirme.

—Es raro que despiertes primera—tan absorta en mis pensamientos que ni me he dado cuenta de que Len ya ha despertado, la mañana es fría y me siento bien aquí, a su lado, debajo de este edredón cálido.

—¿Recuerdas cuándo estábamos en California y encontré un escorpión en el patio trasero de casa?—Len asiente mientras una sonrisa florece en sus labios, es una buena forma de amanecer, viendo su rostro como la primera cosa en el día—. Cuando estaba por tocarlo gritaste tan fuerte que no lo hiciera porque moriría—rememoro riendo, él me imita.

—En ese tiempo eras muy salvaje, sabía que algo podría ocurrirte. Pero luego la tía Meiko dijo que no era tan letal y lo tuvimos de mascota—yo asiento, algo nostálgica.

—Extraño esos tiempos, sería bueno volver al pasado—expreso con añoranza.

—Yo creo que ahora estamos bien, sólo faltan algunas cosas pero... no se pueden recuperar—su expresión es tan lúgubre que cambio de tema.

—No quiero ir al instituto, hace frío, brr—informo acercándome a él, quien me abraza.

—Eres una floja, pero no hay remedio. Tampoco quiero ir, quedémonos en cama todo el día—yo asiento, la idea me agrada, estar tan cerca de su cuerpo también.


Leeen, vamos, ¡levántate!Hago un puchero, mi hermano es un dormilón. El día está soleado y los rayos entran en nuestro cuarto por la ventana, el cielo está de un bonito azul y los pájaros cantan.

Mm, déjame dormirrefunfuña debajo de las sábanas, yo ruedo mis ojos.

No, vamostomando su mano le obligo a levantarse, y lo acerco a la ventana abriéndola y disfrutando del clima exterior, la brisa veraniega y los cálidos rayos del Sol. ¿No está el día bonito?Él asiente de forma desganada a mi lado.Oye, despiértate, ¡y dí buenas días!Regaño y él hace un puchero.

Buenos díassin ánimo saluda, yo suspiro para luego sonreír y aprieto su mano con fuerza.

Buenas. Hoy podríamos jugar en el patio, ¡y eso que el día apenas comienza!Chillo emocionada tirando a Len por los pasillos, él se queja y yo río. 


—¿Rin?—Abriendo mis ojos observo a mi hermano.

—Lo siento, sentí que... volvía un rato al pasado—él sonríe mientras niega.

—Está bien, sólo no te olvides de vivir el presente—yo asiento alegre, pero la idea de querer regresar al tiempo atrás me abruma.

—Oye, Len... ¿nunca has pensado en volver?—Pregunto mientras revuelvo mi taza que contiene chocolate.

—No, ni una sola vez—alzo mi vista, observándolo. Se encuentra con el ceño fruncido y aprieta la taza tan fuerte que sus nudillos están blancos. Decido abandonar el tema, sé que jamás verá California con mis ojos.





Amarillo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora