Mundos de palabras [Relatos]

Sirena

Me encanta salir con mis amigos al campo y simplemente parar a conectar con la naturaleza, nos encontramos en una explanada de piedras, rodeada por arboles, donde pasa un bello río. Hemos parado aquí para descansar y comer. Mientras algunos que ya han descansando cocinan, otros forman un circulo para reponerse del viaje mientras hablan y ríen entre ellos. Sin embargo yo me encuentro apartada, y a nadie le parece mal , porque saben que yo necesito esto, necesito alejarme de la ciudad de vez en cuando, sentir vida, sentirme viva. Me siento en la orilla del pequeño río, no es muy grande, si me metiera el agua como mucho me llegaría por las rodillas.

Observo tranquilamente la corriente de agua, cosa que me relaja, pienso en las miles de moléculas desplazándome hacia el mismo lugar, jugando entre ellas, disfrutando, vivas. A Pesar de que todo este lugar esta lleno de piedras, me fijo en una que se encuentra en el fondo del agua y que por algun extraño motivo me recuerda a mi, porque es simple e igual a todas, pero sin embargo me ha llamado la atención, porque aún que parezca pretencioso, es diferente. Pero solo yo lo veo.

Toco el suave agua con la yema de los dedos. Siento como debajo de ellas, corre el agua, se escapa, huye. Intento alcanzar la piedra, y una extraña fuerza, tira de mi hacia el río. Siento la fría agua que sin controlarlo, escala por mis brazos y hace que todo el resto de mi cuerpo se estremezca ¿Qué esta pasando?

Cuando mis brazos ya están casi sumergidos del todo, mis manos comienzan a traspasar las piedras y extrañamente, no siento nada, como si atravesara aire, como solo fuera producto de mi imaginación. Veo por dentro del agua, observo la borrosa realidad desde el agua más cristalina que he visto nunca y a pesar de que suena extraño, me resulta fascinante. Mi cabeza empieza a traspasar por las piedras y observo como todo mi cuerpo se acerca a mi, como si  la capa de piedras vomitara mi cuerpo.

Observo a mi alrededor y descubro grandes cantidades de nada. Solo estoy en una gran masa de agua que está llena de basura, observo bolsas, papeles y cuando veo por encima de mi cabeza, observo montones de peces muertos en lo que para mí, es un techo de piedra. Intento traspasar, intento salir de aquí, necesito respirar, aunque sé que es inútil, aporreo furiosamente las piedras y después intento sacarlas poco a poco pero no tienen relieve, mis manos resbalan a su contacto.

Me altero, sin embargo cuando me tranquilizo me doy cuenta de que en realidad estoy respirando y la verdad es que no me sorprende tanto como cabría esperar, puesto que estoy demasiado ocupada intentando despegar mis piernas que poco a poco se vuelven plateadas y empiezan a tomar forma de escamas. Ya no tengo piernas, sino una preciosa cola de pez plateada.

Oigo mi nombre, giro la cabeza y veo a mis compañeros recoger todo, se ha hecho tarde y nos vamos ya. Siento el sol calentando mi piel, mis amigos  tienen razón, si nos quedamos mucho más aquí acabaremos asados vivos. Vuelvo a mirar al río y cojo la piedra que tanto me ha llamado la atención, me gusta perderme en mi mundo e imaginar todo lo que pueda.