Capítulo 5

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Después de cinco minutos en silencio Dani cogió valor para poder volver a hablar.

– Yaiza... Yo... Esto... –dudo un momento hasta que Yaiza levantó la mirada y fijo la vista en sus ojos–. ¿Quieres bañarte?

– Vale –dijo Yaiza un poco seca.

Dani fue a la habitación a ponerse el bañador y cuando volvió Yaiza ya se había cambiado, llevaba un bikini sencillo, entero negro. Tenía un cuerpo increíble, pero estaba muy delgada, sus muslos no llegaban a tocarse y los hombros y los huesos de los hombros y clavículas se le notaba demasiado, también sus costillas se marcaban a través de su pálida piel.

– ¿Vamos? –pregunto Yaiza al ver que Dani no decía nada.

– Sí.

Dani salió de la cabaña con Yaiza siguiéndole y se dirigió al paseo de madera al lado de la cabaña que se adentraba un poco en el lago. Salió corriendo y se tiró al agua.

– Vamos Yaiza, ¡tírate! –le gritó.

– Es que... A lo mejor esta fría.

Dani salió del agua y fue junto a Dani.

– No, Dani no –dijo Yaiza viendo sus intenciones, por desgracia el borde del paseo de madera le impedía retroceder más.

Dani la cogió en brazos y Yaiza comenzó a gritar desesperada hasta que se tiró tirándole a ella también.

– ¡Dani te mató! –gritó cabreada.

Dani se río, después de unos segundo Yaiza río con él y Dani se alegró un montón de volver a oír su risa, era tan bonita.

Se pasaron la tarde entera en el agua, riéndose y haciéndose aguadillas, no pararon de reír ninguno de los dos y Dani se sintió bien al ver que podía hacerle reir. Por otro lado Yaiza no comprendía como lo hacía, había pasado tres meses sin ni siquiera sonreír y ahora llegaba él y era como si nada hubiese pasado, esa tarde Yaiza sintió que volvía a ser la de antes, que ya no tenía que ocultar nada y todo gracias a Dani, ojalá ese día no acabara nunca.

Cuando ya se hizo de noche entraron en la cabaña, Dani cogió una manta para los dos y encendió la chimenea para secarse más rápido. Rodeó a Yaiza con la manta y se puso junto a ella, estaban demasiado cerca, podían oír la respiración del otro y sentir el calor corporal a pesar de estar los dos mojados. Después de un rato en silencio Yaiza habló.

– Gracias –le dijo mirando a la chimenea.

– ¿Por qué? –la miró.

– Por esto, por hacerme feliz aun que solo fuera por una tarde. –giro la cabeza para poder mirarle a los ojos.

– ¿Eres infeliz? –le preguntó Dani aún que ya sabía la respuesta.

Yaiza se quedó callada.

– Yaiza por favor, me puedes contar lo que sea –le suplicó con la mirada – confía en mi.

– Dani, eres la persona en la que más confió, yo... Yo nunca he llegado a querer a alguien tanto como te he querido durante estos años, lo has sido todo para mi.

– ¿Y por qué no me cuentas lo que te pasa? –preguntó, sorprendido por lo que le había dicho. Ella le quería.

– Hay cosas que tienen que quedar para uno mismo.

– Yaiza por favor, deja me conocerte, dejame estar contigo, te necesitó, te quiero.

Yaiza le miró con los ojos muy abiertos, ¿el la quería? Pero, ¿como?

– Yo... –antes de que pudiera decir nada Dani rompió la poca distancia que les separaba con un beso.

Automáticamente Yaiza se lo siguió y Dani rodeó su cintura con sus musculosos brazos.

Yaiza se sentía genial, era su sueño hecho realidad. Le amaba, le amaba por encima de todo y más que nada en el mundo, pero cuando pudo pensar se dio cuenta de la realidad, ¿realmente ella significaba algo para dani o solo estaba jugando con sus sentimientos? No, no podía enamorarse más, no aguantaría el sufrir más de lo que ya lo había hecho.

Se separó del beso poniendo su mano derecha en el pecho de Dani y alejándolo un poco, cuando ya estaban separados miró al frente y se abrazo la piernas para poder hundir la cara entre sus rodillas.

– Yo... Lo... Lo siento –tartamudeó Dani.

Yaiza comenzó a llorar y se maldijo, se había prometido que nadie nunca le podía ver llorar, no podían ver su lado débil y Dani ya la había visto tres veces. -Eres una debilucha de mierda- pensó.

Dani le puso una mano en la espalda tratando de consolarla, ¿como podía ser tan idiota? Su cometido era hacerla feliz, no hacerla llorar.

Yaiza levantó la cabeza para limpiarse las lágrimas y miró a Dani, tenía los ojos rojos e hinchados.

– ¿Puedo quedarme en tu casa a dormir? Mis padres se han ido y no quieto estar sola.

– Claro.

No volvieron a decir mi una palabra, Dani se fue a cambiar a la habitación y Yaiza se cambio en el salón, después subieron al coche y pasaron todo el viaje en silencio, Yaiza no le dirigió ni una sola mirada a Dani se limitó a mirar a través de la ventana la oscura noche, no había luna y como no estaban en Madrid podían distinguirse las estrella. Yaiza pensaba que eran afortunadas, estaban completamente solas, no necesitaban a nadie para brillar como la hacían, iluminando cada rincón del oscuro cielo.

Llegaron a casa de Dani, era bastante grande, tenia un salón, a la izquierda temna una puerta que llevaba a la cocina y en frente un largo pasillo que daba a distintas habitaciones, Yaiza siguió a Dani por el pasillo. Las habitación estaban abiertas y se veían al pasar, la primera a la derecha era una habitación con un sofá cama y una estantería llena de libros, no pudo ver más. A la izquierda tenia lo que supuso que era la sala de musica, por la ranura de la puerta de veían unos altavoces bastante grades y tres guitarras en una esquina, al final del pasillo había tres puertas más.

– Esta es mi habitación –dijo señalando la puerta de la izquierda– tu puedes dormir en la habitación de invitados –ahora señalaba la puerta de la derecha – ese de ahí es el baño, si necesitas algo llámame.

Yaiza entro en la habitación de invitados, se puso la camiseta de repuesto y se tumbo en la cama a escuchar música y a desahogarse un poco llorando hasta que se quedó dormida.

....

Se despertó de repente como todos los días, pero estaba vez eran las cuatro de la mañana, o al menos eso indicaba su móvil. Después de unos segundos Dani apareció por la puerta.

– ¿Estas bien? –le preguntó preocupado– te he oído gritar.

¿Había gritado en sueños? Genial, lo que le faltaba.

– Tranquilo, solo fue una pesadilla. Siento haberte despertado.

– No es nada –se giró para volver a su habitación.

– Espera –dijo Yaiza, Dani le miró.

– ¿Puedes quedarte conmigo? –dijo avergonzada mirado al suelo– por favor.

Dani asintió y se metió en el hueco de la cama que Yaiza le había dejado, se miraron a los ojos y Dani noto que Yaiza estaba temblando.

– Tranquila, las pesadillas no son reales –dijo cogiéndole de la mano.

Y se durmieron los dos, cogidos de la mano, uno frente a otro. Y por primera vez en mucho tiempo, Yaiza no tuvo pesadillas y pudo descansar.

No me decepciones (Auryn) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora