Capítulo 23

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– Estoy embarazada.

– ¿Como?

– Yaiza, estoy embarazada de seis semanas.

Increíble, Cristina embarazada. Su mejor amiga embarazada. Parecía completamente irreal, esto tenía que ser un sueño.

– ¿Me lo estás diciendo enserio?

– Si –Yaiza se lanzó a sus brazos.

– Pero eso es genial.

– Si, lo sé. Nunca había estado tan feliz, pero no se que voy a hacer, tengo mucho miedo. ¿Como se lo voy a decir a mis padres? ¿Como se lo voy a decir a David?

–¿Llevas seis semanas embarazada y todavía no se lo has dicho a David? –Cristina negó con la cabeza. Yaiza empezó andar dando vuelta de un lado a otro– vale, vamos a volver y vas a despertar a David. Lo tiene que saber ya.

Cristina cogió las manos de su amiga para pararla y la miró.

– No puedo decírselo, no ahora, por favor.

– ¿Vas a tenerlo?

– No lo sé.

Cristina estaba asustada, lágrimas le resbalaban por mejilla silenciosamente.

Yaiza abrazo a su amiga. Cristina había estado siempre que la necesito, ahora le tocaba a ella.

Volvieron a casa y se metieron en la cama, a la mañana siguiente todo fue normal, Cristina estaba un poco preocupada pero nadie lo noto.

Cuando acabó la semana se fueron todos a Madrid, menos Yaiza, que le quedaba una semana de clases. Luego se iría con los demás para pasar la Navidad fuera.

El lunes se levantó a la hora de siempre y se dio una ducha. Se puso unos vaqueros y un jersey y fue al instituto.

Las horas de clase se le pasaron más lentas que nunca, el reloj parecía ir a cámara lenta y no conseguía atender en ninguna clase porque su cabeza la estaba ocupando el embarazo de cristina. Cuando por fin era última hora y estaba cogiendo los libros que necesitaba, alguien le tocó el hombro.

– Hola Yaiza –Jorge, un compañero del instituto con el que se llevaba bastante bien, estaba delante de ella apoyado en la taquilla. Llevaba su típico atuendo negro y su pelo moreno necesitado de un corte le caía por la frente. Era bastante atractivo y a pesar de sus pintas de malote y de casi no estudiar, sacaba buenas notas.

– Hola Jorge.

– Hoy hay fiesta en casa de Julia, me preguntaba si querías venir conmigo.

– Oh –Julia, justo Julia. Probablemente la única persona de todo el instituto que no podía ni ver. Bueno, a ella y a su séquito. Y obviamente el sentimiento era mutuo– no creo que le agrade mucho que me presente en su fiesta.

– Venga hombre, será divertido.

No sonaba demasiado bien, pero tampoco tenía otro plan, necesitaba distraerse un rato.

– Si, claro. Iré.

– Bien, te paso a recoger a las ocho.

Yaiza le dedicó una sonrisa y le dio las gracias.

Cuando por fin acabó la última hora fue directa al piso alquilado de los chicos. Ellos no estaban allí, pero se había distanciado bastante de Claudia y prefería quedarse en el piso.

Como era la última semana del trimestre no tenía nada que hacer así que se puso su pijama corto con una sudadera y se tumbó en el sofá a leer un libro.

La tarde, al contrario que la mañana, se le pasó rápido. Sin darse cuenta ya eran las siete y media así que se cambió a unos pantalones negros largos, un jersey gris algo corto y su cazadora de cuero. Nada más acabar sonó su móvil.

Jorge: te estoy esperando abajo.

Jorge le estaba esperando subido a una moto.

– Monta.

– ¿Está cosa es segura?

– Monta anda.

Yaiza un poco dudosa se montó en la parte de atrás de la moto y se agarró a Jorge.

La música se oía cinco manzanas antes de llegar a la casa de Julia. La fiesta acababa de empezar y ya había gente en el jardín completamente ebria. Esto no iba a acabar bien.

(...)

La fiesta transcurría normal, Yaiza agradeció no haberse encontrado todavía con Julia y su séquito.

Ya eran las cuatro y media o las cinco, la verdad es que no lo sabía muy bien, el alcohol que Yaiza había ingerido le estaba haciendo efecto.

Alguien tocó su hombro. Era Jorge, llevaba un vaso de alcohol en la mano, el también estaba ebrio. Empezaron a bailar pegados y después de unos minutos Jorge le cogió de la mano y la llevó a trastear hasta la parte de atrás del jardín. Solo había un par de personas en un rincón alejado.

– Eii ¿Qué pasa? –Yaiza miró a su alrededor, el jardín era muy grande y no paraba de dar vueltas. Necesitaba sentarse o se caería.

Antes de poder decir nada más Jorge la estaba besando. Ella le siguió el beso. No sabía porque, ni siquiera le gustaba ese chico. A lo mejor solo era el alcohol. A lo mejor era que echaba de menos a Dani y necesitaba a alguien como él.

No, no podía echarle de menos. Aunque no lo podía evitar, quería besarle de nuevo.

Espera ¿A quién está besando? ¡Jorge! Joder, había bebido demasiado.

Jorge empezó a pasar sus manos por debajo de su camiseta.

– Para, para –se alejó de él.

– ¿Por qué? ¿No te gusta? –Yaiza daba pasos atrás mientras Jorge le seguía. Cuando intento irse el le cogió el brazo.

– ¡Jorge déjame!

Se revolvió hasta que pudo soltarse y salió corriendo de allí de camino al interior de la casa. Nada más entrar alguien le llamó y cuando se dio la vuelta vio que era Julia. Mierda, justo ahora no.

– ¿Qué coño haces aquí? Y lo más importante ¿Qué estabas haciendo con Jorge?

– A ti que te importa.

– A mi me importa mucho, él es mío.

Yaiza rodó los ojos y se dio la vuelta para seguir el camino que tenía pensado recorrer antes pero dos manos la empujaron haciendo que se cayera al suelo.

Se levantó y cogió unos de los vasos que había encima de la mesa para luego derramarlo entero encima de la cabeza de Julia. Le dedicó una sonrisa sarcástica y salió corriendo de allí.

Se alejó unas y manzanas y sacó su móvil. Las cinco y media de la mañana ¿como iba a volver a su piso?

Entro en llamadas y marco el primer número que se le ocurrió.

– ¿Hola? ¿Yaiza? –Dani estaba al otro lado con voz de dormido.

Había llamado a Dani, que tonta era.

– Ah hola, lo siento me equivoqué de número.

– ¿Yaiza estás borracha? ¿Dónde estás?

– En la fiesta de Julia –¿Qué estaba haciendo? ¿Porque le hablaba?

Colgó el teléfono y miró alrededor. A lo mejor podia llamar a un taxi, pero no se sabía el número y sus datos estaban muertos.

Todo le daba vueltas y se sentó un momento porque estaba demasiado mareada para andar. Se encontraba sola, en mitad de la noche, en medio de Londres, y no sabía que hacer.

Lo ojos se le empezaron a cerrar hasta que al final se quedó dormida.

No me decepciones (Auryn) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora