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maldije a Dios entre sollozos. Dios-si es que existía- me había abandonado. y si existía, y se hubiera presentado ante mi en ese momento, lo hubiera atacado con todas mis fuerzas. lo odiaba más que a nadie en el mundo. en realidad, más que a casi cualquier otra cosa. 

mi padre, por ejemplo. lo maldije y lo condené una y otra vez, como si estuviera haciendo un juramento. el borracho del pueblo. el cobarde que golpeaba a mi madre cada vez que bebía. era probable que en ese mismo momento estuviera buscando alguna de sus botellas de vino que escondía en los rincones de la granja. recibiría su merecido. yo me ocuparía de ello. 

pasó una hora, luegos dos, luego tres, empecé a sentir hambre. era evidente que nadie vendría a buscarme. estaba solo, abandonado. parecía que a nadie le importaba que yo viviera o muriera.  

finalmente salí con esfuerzo del compartimiento y corrí el techo hasta la puerta que había cerrado con el pesado cerrojo. la empujé para abrirla y quedé cegado por el brillo del sol. di un vistazo preguntándome si vería a alguien. alguien que hubiera venido a buscarme. mi madre, quizás. estaría llamándome por mi nombre, ansiosa por consolarme. pero no había nadie. sólo el sonido del viento.

cerré la puerta del granero y bajé hasta el piso del establo. vivimos como los animales, recuerdo haber pensado.algún dia moriré como un animal. todos moriremos. no hay amor en el mundo. no hay sentido. no hay Dios. mis ojos  comenzaron a adaptarse a la intensa luz al mismo tiempo que mi corazón comenzaba a adaptarse a la nueva realidad de mi existencia. mi inocencia infantil se evaporó como la niebla matutina.

Mi Viaje Del Escepticismo Hacia La Fe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora