Especial Max (parte 1)

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Habían pasado ya dos meses desde que Max y sus hermanos se había reencontrado, el chico salía casi a diario con sus hermanos, incluso había dejado su empleo solo para estar con sus hermanos, los cuales ya no trabajaban en el hotel, Hodge había entendido perfectamente cuando los chicos le contaron que habían conseguido un mejor empleo, aunque no por eso se había dejado de poner sentimental, era comprensible, el hombre había visto crecer a los chicos.

Y bueno, que empleos más geniales habían conseguido los chicos, después de la fiesta varios diseñadores quedaron encantados con Isabelle y por eso habían pedido... había ordenado que tenía que ser modelo de la nueva colección de invierno que saldría de una importante revista de modas, en la que, ni más ni menos, trabajaba Magnus, Isabelle por supuesto había querido aceptar de inmediato, pero le pidió su opinión a Alec, ya que era el mayor de sus hermanos y el encargado de cuidarla, el por supuesto le había hecho prometer a Magnus que cuidaría a su hermanita y como su novio lo había prometido, Alec había aceptado sin dudarlo, cosa por la cual Isabelle ahora se encontraba como modelo de una revista de modas junto al moreno.

Jace por otra parte era nada más ni nada menos que gerente de una multinacional en una de las empresas del padre de Catarina.

Y Alec había vuelto a trabajar con Magnus, pero ahora sabiendo la verdad sobre su novio, estaba a cargo de manejar su itinerario y todos sus asuntos personales, pues era su asistente personal.

Las cosas estaban mejorando para todos... excepto para Max, que se habían vuelto un tanto más complicadas...

-Maxwell Joseph Herondale ¿sabes qué horas son? –preguntó una mujer, Tessa, cruzándose de brazos –es media noche jovencito.

-Lo siento madre –se disculpó el pequeño.

- ¿Dónde has estado? Dudo seriamente que acabaras de salir del trabajo.

-Estaba con un amigo madre, no te preocupes.

Sí, esa era la vida de Max ahora, no tenía el corazón para decirle a su madre que se había encontrado con sus hermanos biológicos ¿lo dejaría seguir encontrándose con ellos? No lo sabía y sinceramente no lo quería saber, no si eso significaba que podía perder el contacto de sus hermanos.

- ¡¿Cómo esperas que no me preocupe Maxwell?! –Gritó la mujer molesta –si andas a altas horas de la noche tú solo me preocupare.

-Ya te dije que no estuve solo –se defendió el chico –ahora madre, mañana tengo que ir a la escuela...

-Max, estas castigado, Sophie te recogerá en el trabajo desde ahora.

- ¿Qué? –Preguntó el chico aterrado –madre eso no es justo.

-No te pregunté si es justo o no Max, ahora, a tu habitación.

-Pero...

-Sin peros, te lo has ganado jovencito, no se diga más.

Max frunció el ceño preocupado, ahora no estaba trabajando y si su madre iba a por el allí, seguro que se enteraría de eso. No podía arriesgarse, ya vería como se las arreglaría.

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-Max, hora de levantarte –llamó Sophie, su nana.

Si, a sus trece años aun tenia nana. Su madre siempre se hallaba ocupada con todo el asunto de ser diseñadora de modas, bueno, la mejor diseñadora de modas y su padre raramente estaba en casa, ya que permanecía viajando gracias al trabajo como director de una de las mejores editoriales del país. Por lo cual habían contratado a Sophie para que lo cuidara, nunca confiaban en él.

Mi dulce desconocidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora