Día Cuatro.

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La verdad es que tal vez ustedes piensen que soy una miedosa, pero sólo imaginenlo.

Una niña de trece años soñó con un sanatorio, y luego cuando lo vio era exactamente el mismo, así que decidió investigar los pisos de arriba a escondidas, se encontró con cuartos y cosas antiguas, y una sala de emergencias donde varias personas habían muerto.

Bueno no me quiero salir de la historia.

Habíamos ido con Arturo de nuevo. Eran las 7:34 cuando pasaron a Paulina y a mi mamá a consulta. Mi abuelo no nos había acompañado.

Después de 12 minutos, no encontraba una distracción para las enfermeras, así que no sabía cómo iba a entrar.

Me quedé en la sala de espera mirando disimuladente a las enfermeras, para ver si se distraían.

Era inútil, no pasaba nada.

Entonces, sonó el teléfono. La enfermera del mostrador contestó. Pero la otra enfermera seguía mirandome. Entonces se sentó al lado de mi.

–Recuerdo cuando tú Abuela trabajaba aquí. Tan buena persona, yo la admiraba mucho.

Me quedé callada.

–Oye, Anita vió que la otra vez subiste al laboratorio.

Oh no, me habían descubierto. ¿por qué mis pesadillas siempre resultan ser reales?

–De... de verdad lo siento yo... sólo quería... –dije nerviosa.

–No te preocupes cariño, entiendo que quieras subir. Pero puede ser peligroso, nunca se sabe que se puede encontrar ahí.

Pensé un poco.

–¿A qué se refiere?

–Bueno, todo comenzó unos años después de que abriera este lugar. Yo tenía unos 26 años cuando comencé a trabajar aquí. Yo era la recepcionista del tercer piso (el de emergencias).
Cierta noche un hombre entró a la sala de urgencias, y murió ahí.

¡Ajá! Yo sabía que alguien había muerto ahí.

–Una noche después, yo estaba en la recepción, y comencé a oír ruidos extraños que venían de la sala de emergencias, pero ésta estaba sola. –dijo con cierto tono de miedo.

–Bueno, el ruido pudo venir de cualquier otro lado ¿no? –dije tratando de convencerla a ella y a mí de que no había nada extraño arriba.

–Eso es verdad. Pero ten mucho cuidado muchachita. No hay problema con que subas, si quieres un día de estos puedo ir contigo...

–No, gracias, no es necesario –sé que podía ser bueno que alguien fuera conmigo, y más alguien que conocía mejor el lugar, pero que Mary me asustara con sus historias podía empeorar las cosas.


El Misterio De Las Escaleras Del Hospital Donde viven las historias. Descúbrelo ahora