Capítulo 11 Doble identidad

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Me despierto sobresaltada ante un ruido a lo lejos, y cuando abro los ojos, veo que Zorro y el catador bajan por las escaleras para verme. Al alzar la mirada oigo un crujido en mi cuello y gimo del dolor, seguramente ese crujido fue provocado por dormir con la cabeza gacha durante toda la noche. Ladeo la cabeza de un lado a otro para destensarlo y veo la penetrante mirada del catador.

-¿Has pasado una buena noche? –me preguntó con una sínica mirada, la cual no respondí. Él no me hizo caso y dirigió su mirada a Zorro, quien se mostraba serio y frío como siempre. -Parece que todo está en orden. –decía satisfecho encogiéndose de hombros. -Cuida de la casa y del pueblo por mí, Zorro. Toma mi lugar por unas horas. De todos modos, sabes que él estará por aquí vigilando.

-Sí, señor. –respondió obediente.

-Y tú, como se te ocurra escapar, vendré a por ti y te mataré. –dijo el catador amenazándome mientras me acariciaba la mejilla como si fuera una muñeca para él.

Reprimí las ganas de morderle la mano y continué siguiéndole con la mirada fijamente. ¿Significaba eso que se marchaba? Ambos subieron las escaleras de regreso al piso de arriba y me dejaron aquí solitariamente. Tras aproximadamente media hora después, la puerta emitía aquel chirrido molesto de nuevo, y el que lo atravesó no fue nadie más que Willow.

-Disculpa por la espera. Tenía unos asuntos pendientes que hacer.

-Willow, ¿a dónde se marcha el catador?

-El catador se marcha por unas horas a la ciudad, parece que surgieron algunos problemas durante la producción de su vino y otros problemas relacionados con su cosecha y quiere averiguar qué está pasando.

-¿Quién...Quién es "él"?

-Es su sobrino.

-¿Y cómo es?

-Es...raro. No te acerques mucho a él, seguramente te engañará y manipulará a su antojo, como hace siempre.

Trago saliva al pensar la clase de persona que será ese individuo.

-Pero si el catador ya no está por aquí... ¿Eso significa que nos podemos marchar?

-No exactamente, siempre que el catador se marcha junto a unos guardaespaldas detrás de él, los vigilantes rodean la vivienda para protegerla de cualquiera que entre o salga. Es muy complicado salir sin que sospechen de ti, Yulia, porque todo lo que vean lo deberán de reportar al catador en el momento en el que regrese.

-Por qué es todo tan complicado...

-Además de que hoy regresa su sobrino, ese tipo es un ser rastrero que va detrás del catador como si fuera su Dios o algo así...

-¿Tampoco podré salir de aquí? –pregunté cansada.

-Puedes.

-¿En serio? –pregunté sorprendida alzando la vista.

-Sí, normalmente hay sirvientas limpiando el polvo y la suciedad de la casa, tú puedes hacerte pasar por una.

-Eso ya me gusta menos... Es humillante.

-¿Más que estar ahí sentada? –pregunta arqueando una ceja.

-Acepto... -digo poniendo los ojos en blanco. – ¿Tendré que ponerme uno de esos vestiditos de sirvientas?

-Oh, no... El catador no es un degenerado, aunque a su sobrino le podrías gustar vestida de ese modo. A mí tampoco me importaría. –dijo en un tono bromista.

-Sácame de aquí y cállate.

Willow accedió y quitó todas las esposas de mis tobillos y muñecas para dirigirnos después hacia la sala de estar. Era el centro de toda la vivienda y no había nadie merodeando a su alrededor, habían jarrones de todo tipo y tamaño, todas ellas colocadas sobre unos pilares de marfil, decoradas con enredaderas doradas y distribuidas en torno a la habitación para ser expuestas, había dos enormes sofás en forma de ele de color blanco, lámparas de araña colgadas del techo y bastantes estantes de cristal con objetos lujosos y joyas. Había tanto espacio y lujo que parecía estar en una mansión.

PODER ABSOLUTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora