Capítulo 12 Inténtalo...

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El catador se apresuró para coger el arma, mientras que a Zorro no le dio el suficiente tiempo como para reaccionar a tiempo, el catador se abalanzó sobre el arma para empuñarla en sus manos.

-¿Enserio pensabas matarme? ¡Iluso! ¡Ya sabes lo que hago yo con las mascotas que piensan en traicionar a su amo! –gritó con una gran ira quitando el seguro y apretando el gatillo.

Unos segundos de silencio se establecieron entre los dos, ambos proyectaban unas miradas expectantes el uno respecto al otro, con el sentimiento de haber logrado disparar, el líder mostró una sonrisa macabra al pensar en que todo había acabado, pero esa era solamente una expectativa. En realidad, el líder apretó su gatillo, pero ninguna bala fue disparada de su cañón.

-Tú pensabas matarme... ¿Eso es lo que sientes hacia tus propios hijos...? –decía Zorro mirando de un lugar a otro sin poder creérselo.

-¿Q-Qué? ¿Por qué? ¿Por qué no dispara? ¡Mierda...! ¡Dímelo! –pedía el líder desesperado con el sudor recorriéndole la frente.

-Quité todas las balas del cargador antes de que te marchases hacia la ciudad, incluso la de la recámara. Lo siento. –se disculpó mientras mostraba todas las balas en la palma de sus mano, todas ellas sacadas del bolsillo de sus pantalones. –Nunca pensé que llegarías a dispararme de verdad.

-¿Cómo...? ¿¡Pero cómo!?

-Siempre tuve acceso a tus abrigos, padre, siempre sueles guardar tus armas en ellas antes de partir hacia algún sitio, pero siempre que vuelves las llevas encima. Eso es lo que aprendí a tu lado.

-Maldito hijo de perra, tú, mi hijo, ¿piensas traicionarme a mí? ¿A tu propio padre?

-Dejaste de ser mi padre en cuanto comenzaste a asesinar y torturar a inocentes.

-¡Te di un nombre, un hogar! ¡Yo te di una vida!

-Y te lo agradezco, no sabes cuánto, pero te entrometiste en mi familia, querías ejecutar a los seres que más quiero sin siquiera comentármelo. No lo puedo permitir, no puedo dejarte ir, deberás de pagar por ello. Ahora dime dónde están.

-¡Jamás los encontrarás! ¡Estarán muertos y tú no podrás hacer nada para salvarlos! ¡Porque yo te crie como un líder nato, no como un patán que busca amor y cariño!

Zorro se acercó un par de pasos y él intentó retroceder todo lo que pudo.

-Adelante. ¡Mátame! ¡Así acabarás siendo como yo! –Dijo con una macabra sonrisa mientras se despeinaba el pelo hacia atrás, a lo que Zorro negó con la cabeza lentamente retrocediendo unos pasos hacia atrás.

-Entrad, chicos. –ordenó secamente con un par de palabras.

Willow dejó pasar por la puerta a unos siete vigilantes que se lo llevaron agarrándolo de brazos y pies, y aunque el catador siguiera intentando golpear a todo el que pudiera y forcejear con quienes lograban inmovilizarle, él era uno contra siete, con lo cual, terminó en manos de sus propios subordinados. Ellos se lo llevaban por los pasillos hacia algún lugar, creo que bajaron por unas escaleras que no conocía, el ambiente era oscuro, oía los gritos del catador, quien exigía que le dejasen en paz, pero fue en vano, nadie le oía. Willow los guiaba a todos como un líder que guía a sus camaradas, se detuvo y abrió una puerta que se situaba al fondo del pasillo, los dejó pasar a todos y parecía que el cuarto se llenaba cada vez más de gente, un vigilante tras otro pasaba hacia el interior de la habitación. Se trataba de una gran habitación de paredes grises, era enorme, tan grande como como la sala de estar, solo que estaba llena de vigilantes. Ellos arrojaron al líder al suelo y todos los vigilantes lo rodearon formando un círculo en torno a él, se había quedado sin escapatoria, eran alrededor de cuarenta personas rodeando todo el cuarto incluida la salida. El ambiente se quedó en silencio mientras el líder los miraba a todos aturdido, vi por primera vez el miedo en sus ojos, sus pupilas agudizándose ante el estrés, mirando su cuerpo tiritar.

PODER ABSOLUTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora