Epílogo

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En muchas ocasiones, vemos héroes en las películas, en los programas o series de televisión, en los libros y demás, todos con una meta, todos con un pasado, algunos mejores o peores que otros, pero ellos se consideran héroes. Pero en otras ocasiones, existen verdaderos héroes que no se consideran como tal, solo se consideran personas normales que luchan por alguna razón, una razón que puede parecer pequeña, pero que en el fondo se convierte en algo muy grande. Todos los grandes comienzos pueden iniciarse por una pequeñez, la chispa de una llama, la luz de un rayo, la caída de una manzana o la visita a un pueblo, son pequeñeces del día a día que parecen insignificantes al comienzo, pero que pueden convertirse en historia si la persona adecuada logra dar con la clave.

Han pasado ya un par de semanas desde el despertar de Lyuk, fue interesante la reacción de los demás, ya que cuando despertó todos se quedaron perplejos, sobre todo Aston, que tras mirarle por un par de segundos pensando si era un zombi o no, le propinó un golpe a la altura de la mandíbula... Nunca llegaré a entender a Aston, pero parecía feliz al verle en pie.

Todo parece haber vuelto a la normalidad y las calles se transitan como siempre debió de ser, los campesinos no se atrevían a salir aun después de saber la noticia de la muerte del catador, sentían un miedo recorriendo su corazón y no se terminaban de creer que el líder había muerto. Así que todos decidimos llamar casa por casa para informarles personalmente de que lo que decíamos era completamente cierto, que la dictadura había acabado y que éramos libres de tomar nuestras propias decisiones. Gracias al dinero que sacamos al vender muchas de las joyas y objetos que se encontraban en el almacén, reformamos bastantes lugares, incluido el interior del ayuntamiento, reformamos la zona de los barrios abandonados, de forma que las familias que necesitaban un hogar o hubieran perdido la suya, pudieran regresar o hacer de ella su nuevo hogar, nos costó bastante esfuerzo, pero al final lo conseguimos. También cambiamos las tapas de las alcantarillas, arreglamos los conductos de gas y Willow ordenó a un grupo de personas explorar el túnel hasta dar con el búnker para sacar de ella todos los documentos de aquel hombre. Willow solía pasar desapercibido por las calles, aunque no del todo porque algunos no se acostumbran a su presencia y algún ex-vigilante se cuadraba en frente de él, pero lo importante era que ninguno de la casa lo guardaba rencor, justificando que eso ya fue agua pasada.

Hubo más buenas noticias para Willow, puesto que fue nombrado como nuevo alcalde del pueblo. Él no se lo podía creer, de todas las cosas que podían sucederle, nunca pensó en ser quien debería de cuidar y proteger el pueblo junto a sus habitantes después de que su propio padre lo arruinara todo con sus ambiciones. Pero Willow aceptó y juró hacer todo lo posible por hacer de este pueblo un lugar mejor para todos, siempre que Daniel y Aston estuvieran a su lado como sus consejeros, sobre todo Daniel, formando un inseparable equipo.

Entonces, como primer mandato, quiso que todos sacásemos los trajes y prendas blancas de los trabajadores y los uniformes negros de los vigilantes, todo lo perteneciente al catador, como los cuadros o la ropa, y lo siguiente que hizo fue convocar a todos y cada uno de los habitantes de este pueblo para arrojarlo en un punto del suelo, situado en una zona alejada de las viviendas. Y allí, en una noche de luna llena, todos nos ubicamos en torno al montón de cosas y decidimos prenderle fuego. Aquel calor que desprendía, era el más acogedor, satisfactorio y relajante que habíamos sentido en mucho tiempo, comparado con el frío clima de la noche. Cuando las cenizas comenzaban a flotar a nuestro alrededor, unos copos de nieve caían del cielo lentamente, bailando junto a las cenizas incandescentes, derritiendo cada copo ayudando a apagar las suaves llamas que habían calcinado las prendas. El ambiente era perfecto, aquella fusión de frío y calor a nuestro alrededor era embriagador, a mi derecha se encontraba Lyuk, contemplando las llamas, y al momento de percatarse de mi mirada, sus ojos se centraron únicamente en mí, mostrándome una cálida sonrisa que derretiría cualquier corazón latente. Pero un escalofrío por mi espalda me hizo recordar aquel frío día en que cayó en coma, cerré los ojos con tristeza, pero los volví a abrir al instante cuando sentí el calor de su abrazo envolviéndome, en ese momento recordé el día nevado en que despertó del coma y me llenó de felicidad. Tras apartarse un segundo, mis manos envolvieron su nuca para atraerlo hacia mí y besarle. Él me amaba y yo le amaba a él, y ya nada nos podría separar el uno del otro salvo la muerte.

Alguien carraspeó en frente de nosotros y nos interrumpió guiando la mirada hacia aquel sonido.

-Yulia, ¿qué hacemos con esto? –interrumpió Willow con todos los documentos apilados de la información recopilada sobre todo lo que sabía ese hombre de ellos. –Podemos entregarlo a la policía de la ciudad y que sepan todo nuestro pasado y presente, o quemamos todos los documentos y dejar que las llamas devoren un régimen dictatorial. Es tu decisión. –dijo sacando de su abrigo el diario de cuero negro.

-Nadie en el mundo debería de tener un poder absoluto en sus manos, me gustaría que el resto del mundo escuchase la experiencia vivida en nuestras calles, pero aun así, el mundo no cambiará nada. Pero esa no es la razón por la que no quiero mostrar la historia de este pueblo, sino que recordar todo la era dictatorial solo nos provocaría dolor y rencor, es por eso que quiero destruir todo lo relacionado con el catador. Me gustaría que se las tragase el fuego y no emergieran esas páginas de la historia nunca más. Este pueblo permanecerá oculto, al igual que los secretos que lo forman.

Las llamas fueron rápidamente avivadas con la cantidad de documentos que arrojaron a la hoguera, Willow lanzó aquel diario en el centro de la hoguera y todos vimos aquellas páginas siendo calcinadas por el olvido. Quién iba a decir que la historia de un remoto pueblo comenzaría como acabó, en el susurro de un corazón.

FIN


PODER ABSOLUTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora