El paje abrió la puerta del faetón con gentileza e Iteylefh subió los estrechos peldaños, musitó un <<gracias>> y luego se adentró a la calesa, dibujando una sonrisa tímida en su rostro, Loki entró tras ella, pero justo cuando tomaba asiento a su lado, sus miradas se encontraron de forma irracionalmente cercana.
—Lo siento —susurró Iteylefh, regresando su atención a la ventanilla en un intento de ocultar el traicionero rubor que teñía sus mejillas y suspiró involuntariamente, tratando de aplacar el repentino frenesí con el que latía su corazón golpeteando en el interior de su pecho, como caballos desbocados.
El cochero restalló su gran látigo de cuero sobre la pareja de oscuros corceles e inmediatamente éstos comenzaron a avanzar por el mismo sendero que los había llevado hasta ahí.
—¿Crees que haya mucha gente en el baile? —inquirió Iteylefh, sin percatarse de que Loki la observaba fijamente.
—No lo sé, pero es muy posible que sí.
—Dios, estoy tan nerviosa, quizás sea porque este es el primer baile al que asisto, pero a la vez me invade una emoción abismal.
Loki rio entre dientes y negó con la cabeza.
—¿Nerviosa? No veo la razón, siendo una criatura tan exquisita como tú, aquel término parece discordante al aplicarse en ti, porque siempre he considerado que eres perfecta.
—Te equivocas, considerarme perfecta sería una sandez, al igual que todos en algún momento también he cometido errores. No existen los seres perfectos.
Iteylefh cerró los ojos, mentalizando las últimas cinco palabras que acababa de decir e inexplicablemente, la imagen del rostro de su padre apareció evocándole el recuerdo de su sueño. Su mano viajó hacia su gargantilla y acarició el rubí con melancolía.
El ojiverde permaneció en silencio, sintiéndose contrariado por la superficialidad de su pequeña diferencia de criterios y desvió su atención a la ventanilla que se hallaba en su costado izquierdo. A través del cristal, sólo pudo divisar como la escasa luz nocturna bañaba el bosque, mientras el viento mesía con sutileza el follaje de los árboles. Sus pensamientos divagaron hacia otros temas y decidió abstraerse en su mente.
Durante el trayecto que transcurrió sin que surgiese una nueva conversación entre ambos, Iteylefh llegó a pensar en la posibilidad de que Loki estuviese molesto con ella y no pudo evitar mostrarse afligida por aquello. Aunque, si bien su expresión lo decía todo, sus palabras parecían haberse quedado atascadas en el interior de su garganta, indispuestas a salir por miedo a terminar diciendo algo que lo hiciera enfadarse de un modo más explícito.
—¿Todo bien? —preguntó Loki, al ver que Iteylefh jugueteaba nerviosamente con sus dedos, como si algún problema la aquejara dentro de un sufrimiento tácito.
—Sí... bien, eso creo.
—¿Cómo que eso crees? ¿Sucede algo?
Iteylefh reprimió un gemido y pasó saliva.
—Lamento haberte causado el disgusto de no coincidir contigo, pero con toda sinceridad, prefiero estar en desacuerdo antes que mentir y ser hipocrita —replicó, evitando la mirada de Loki—. Siento mucho que mi honestidad te haya causado un mal momento. Disculpame, en verdad detesto que estés molesto conmigo.
Loki exhaló el aire contenido de forma sonora y negó.
—No, tú eres quien debe disculparme a mí. Creo que después de todo ha sido culpa mía, el simple hecho de que por mi silencio hayas interpretado un enfado que a decir verdad no existe —aclaró el ojiverde, masajeándose las sienes, hizo una pausa y fijó su vista en Iteylefh para luego continuar hablando—. Por otro lado, aunque estuviese molesto contigo, no sería por mucho tiempo. Imposible no perdonarte.
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Principe del engaño
FanficUn legado. Una venganza. Un secreto. En Asgard la vida del primogénito de Odin da un cambio radical ante la llegada de una heredera inesperada, la hija del Dios del Trueno. Pero cuando Loki se dispone a cobrar su venganza y decide secuestrar a la hi...