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7: Nombre



Yuichiro pensó que se estaba volviendo todo un acosador. Se había convertido en un individuo similar o peor a una ex-novia. Hasta consideró en que sería parte de la CIA o el FBI si continuaba buscando más pistas sobre Mikaela.

Cuando supo su nombre, pensó que había ganado la lotería y parte de su curiosidad había sido saceada. Aunque su humor seguía igual. Podría decirse que ha empeorado. Han pasado seis días y Mikaela no le había devuelto la llamada ni escrito un mensaje. Yuichiro tampoco quería insistir.

Antes de que pudiese detenerse, sus dedos estaban actuando por sí solos. No supo cómo desbloqueó su móvil, pero él ya estaba mandando un mensaje. Aquel contacto que alguna vez tuvo CLIENTE como nombre, había sido cambiado a MIKAELA. Yuichiro admitió que era un bonito nombre y era refrescante a sus oídos.

Hola. Lamento haberme quedado dormido la otra vez. Y disculpeme por haber sido una molestia. Gracias por el desayuno.

Sin ilucionarse, prometiendose no entristecerse si no recibía respuesta alguna, Yuichiro lanzó el móvil al otro lado de su cama. Y justo cuando rebotó sobre su almohada, el timbre sonó. Antes de poder atraparlo, el celular cayó al piso y sacó la batería por el impacto.

Entre gruñidos y una sarta de lisuras, Yuichiro se lanzó tras él y armó su móvil de vuelta con destreza. Impaciente, no dejaba de golpear su pie contra el alfombrado mientras la pantalla cargaba. Cuando el mensaje apareció, Yuichiro quería llorar de rabia. Era su compañía móvil, ofreciéndole descuentos y paquetes. Y en eso, otra vez sonó.

Era Mikaela.

Buenos días, Yuichiro. Me alegra saber de ti.

Su corazón se acelero.

No fuiste una molestia. Para nada. Al contrario, yo me comporté mal contigo al no avisarte de lo horrible que estaba todo. Recibí tu llamada, pero pensé que te habias equivocado. ¿Te gustó el desayuno?

Yuichiro quería llamarlo y gritarle por todos los días que no habían tenido contacto, pero solo atinó a darce una bofetada a sí mismo. Hubiese mandado un mensaje en cuanto antes para hacerle saber que no hubo ningún problema.

Me encanto. Estuvo muy rico. Fue un desayuno delicioso. Pensé que no querías volver a hablarme. Te extrañ-...

Él no tuvo el valor de enviarle eso. Rápidamente, pensó en borrarlo. Y como el descuidado papanatas que es, lo envió. Un grito desgarrador hizo que sus vecinos se pregunten si alguien le había pisado los testículos. Yuichiro sintió que su alma se retiraba de su cuerpo y que su rostro se iba a carbonizar. Ahora sí, quería tirar su celular y hacerlo añicos.

Con agilidad, pensó en cualquier excusa.

Te extrañarás por este mensaje.

Corrigió, inventando una excusa para no sonar tan meloso. Y para su infortunio, la respuesta había llegado. Yuichiro no quería ni ver que clase de mensaje sería. Sin embargo, su curiosidad era más grande.

¿De verdad? No sé qué decirte, Yuichiro. Cuando llegué, te vi descansando con los guantes y todos los implementos puestos. Eres un arduo trabajador. Me gustó. Y pensé en prepararte el desayuno como agradecimiento. Eres genial, ¿lo sabes? Al contrario, necesito tu ayuda desde hace varios días. Pero sería muy egoísta de mí parte pedirte que vayas. Momotaro y yo te extrañamos.

La mandíbula de Yuichiro cayó al piso. Una cálida energía brotó desde lo más profundo de su cuerpo. Era un extraño sentimiento. No se sabe la razón, pero estaba aliviado que era necesitado. Yuichiro de por sí, se había encariñado con Momotaro. Y también con su gentil y misterioso dueño.

Me encantaría ir.

Él hesitó en continuar, pero decidió escribir el resto del mensaje. De alguna manera, sentía que Mikaela no lo iba a rechazar.

Solo que tengo una duda.

¡Perfecto! Te lo agradezco mucho. ¿Cuál es tu duda, Yuichiro?

Su nombre. Me gustaría saber su nombre y si es posible llamarlo de esa forma.

Después de media hora, hubo respuesta.

Mi nombre es Mikaela Hyakuya. Puedes llamarme así si lo deseas. Señor cliente me hace sentir viejo, ha ha. ¿Qué día podrías venir?

Entre huesos y pulgasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora