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8: Desde la luna a las estrellas


No había día que Yuichiro no fuese trabajar a la casa de Mikaela. Hasta terminó considerando en dejar su empleo actual por las grandes sumas de dinero. Aunque no podía hacerlo, pues su trabajo iba ligado a sus prácticas de la universidad y el albergue. Si deseaba renunciar, también renunciaría a los beneficios de su vivienda actual. Los gastos correrían por su cuenta y tendría que regresar a su región.

Pese a ello, su situación había mejorado drásticamente desde las últimas semanas. Ya no tenía que comer sopas ramen o alimentos congelados del mercadillo de la esquina. Al menos tenía para alimentarse sanamente y ahorrar para un pequeño cuarto que no fuese el albergue de estudiantes. Era bonito compartir con los de su promoción, pero tenía que llegar a cierta hora o le cerraban las puertas hasta el día siguiente.

Cuando Yuichiro llegó a la vivienda de Mikaela, otra vez las intrigas comenzaron a torturarlo. Hasta planeó en quedarse a dormir para verlo entrar, pero siempre se quedaba dormido. Nunca tuvo el chance de verlo. Era como si no viviese ahí. Sin embargo, no se rendirá bajo ninguna circunstancia. Inclusive, planeó en tomarse tasas enteras de café para mantenerse despierto esa noche.

Al saludar a Momotaro, fue directo a la cocina y encontró una nota. También estaba la grabadora. No la había visto desde hace mucho. Con cuidado de no volver a arruinar la grabación como lo había hecho exitosamente la vez anterior, machucó PLAY.

Yuichiro.

Era su voz. Yuichiro supo de inmediato que se trataba de Mikaela y algo muy dentro de él hizo que se llene de un embriagante sentimiento.

Supongo que debe ser la primera vez que escuchas mi voz. Supuse que sería más rapido. Lamento informarte que me iré de viaje y posiblemente no tenga señal en Sudamérica.

Yuichiro se tuvo que sostener del counter de la cocina para no desmayarse. ¿Quién demonios fue en su vida pasada para que sea bendecido con tal voz? Era una voz juvenil, pero tenía un timbre muy masculino y casi seductor sin siquiera intentarlo. Y mientras más escuchaba, más convencido estaba que Mikaela era un individuo espectacular. Su voz era perfecta.

Te pido amablemente que cuides de Momotaro. Tratalo como si fuese tuyo. Ese perrito te adora. Como todavía sigue en tratamiento, ponle un par de gotas del frasco verde para que mejore sus dientes. Sé que estarán viendo. Yo estaré volviendo este fin de semana a lo más tardar. Gracias.

Un ataque al corazón, eso es lo que iba a tener si lo escuchaba por más tiempo. Ni siquiera pudo contener esas ganas de saber cómo mierda se veía. Sus ojos, sus labios, su rostro. ¿De qué color era su melena? ¿Corta, larga? Quería sabe todo de él.

Yuichiro estuvo por apagar la grabación cuando un par de susurros le llamaron la atención.

De la Luna a las estrellas, deambulando por el universo. Esta noche quiero volar contigo en mis sueños. Esta noche ven a mí antes que el amanecer lo haga.

Mikaela estaba cantando. A comparación de su masculina voz, la entonación y la forma en que las palabras bailan hacían que su corazón acelere. No tenía ni la más mínima idea de qué clase de hechizo se apoderó de él. Lo que sí sabía era que necesitaba verlo. Ya mismo.

Él cantó toda la canción y Yuichiro no pudo resistir reproducirla una y otra vez. Esa misma noche, Momotaro y él se quedaron escuchandola sin parar durante la cena. Y cuando ya estuvieron muy cansados, la escucharon por última vez.

Esa noche, Yuichiro pudo entender que tal vez, que venir a trabajar a la capital, que todo su esfuerzo para salir adelante y terminar en el sillón de Mikaela no había sido pura coincidencia.

Él estaba aquí por una razón.

Canción:

Entre huesos y pulgasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora