—No voy a explicártelo de nuevo, Shirley...
Resoplé, enojada al darme cuenta lo complicada que era la situación en ese momento, pero no me rendí al escuchar sus palabras. Sentada en el sillón, veía a Julián moviéndose curioso por la habitación tocando todo lo que encontraba. Me miraba mientras yo trataba de entender la realidad del asunto pero terminaba pensando que estaba loca. Sin embargo, no había otra explicación y necesitaba admitir lo que estaba sucediendo. Considerarme loca no me iba a ayudar, simplemente iba a quedar más loca de lo habitual. Le había sacado un par de fotografías para comprobar que no era un fantasma y también lo había obligado, a regañadientes, a acercarse al espejo para comprobar que tenía reflejo.
Era real y yo no entendía la situación para nada.
—No entiendo cómo funciona, simplemente sé lo que sucede. Sé que eres la persona que me creó, que soy un personaje y que me mataste —finalizó con una mueca de desagrado. Suspiré cansada, sin entender qué estaba sucediendo y apoyé mi cabeza en el sillón.
Julián notó mi distracción y se acercó a mí con esa mirada pícara, acechándome como de costumbre. Había algo en él que lo incentivaba a hacer aquello constantemente, como si esa fuera su misión en este mundo. Me quedé en silencio observando cómo se acercaba, pero decidí no moverme de mi asiento. Entendía que estábamos jugando al gato y el ratón, pero yo lentamente estaba empezando a analizar lo qué estaba haciendo conmigo. Quería asustarme, acecharme o seducirme y ninguna de esas opciones era de mi agrado.
Quise ser yo la que dominara la situación, la que entendiera el juego y consiguiera ganarlo pero sabía que nunca había sido buena en eso. Se acercó hasta quedar frente a mí y apoyó sus manos a los lados del sillón, en la madera que se usaba para apoyar los brazos. Lo miré con atención, midiendo sus acciones y analizando todo lo que podía a ese hombre tan misterioso.
Entendía que no tenía que tenerle miedo, a fin de cuentas era mi creación y no tenía sentido sentir eso. Si eso era real, si el Julián frente a mí era el mismo que yo había creado no iba a hacerme daño. La única diferencia es que yo había creado a un chico de doce años, no a uno de mi edad actual. Cuando lo creé hasta tenía miedo de besar a alguien y para ese momento había pasado mucha agua bajo el puente.
—¿Y qué es lo que querés? ¿Lo pensaste? —le pregunté con seriedad, porque yo también quería saber que iba a hacer ese chico en mi casa y en mi vida—. Porque solo me dijiste que despertaste un día sabiendo todo eso de mí y por lo que entiendo, no tenés casa, familia... ni nada.
—Te tengo a ti —respondió con rapidez, ignorando por completo lo que sucedía. Julián me estaba diciendo que no tenía vida, que cuando abría los ojos estaba cerca de mi o en mi casa. Era una locura pero teniendo en cuenta lo que estaba sucediendo decidí seguir su juego.
Decidí ponerme de pie, empujándolo con mi cuerpo para que se alejara y caminé hasta la otra punta de la habitación sintiendo frío. Volví a mi cama y abrí la computadora, tratando de entender qué estaba pasando. Escribí en Facebook, nuevamente, el nombre del intruso en mi casa y me aparecieron varios muchachos. Empecé a compararlos, tratando de encontrar algún parentesco o, mejor dicho, encontrar una explicación.
—¿Por qué no puedes admitir que soy tu personaje?
—¡Porque es una locura! —grité enfadada, mientras seguía mirando perfiles y encontrándome con personas totalmente diferentes al chico frente a mí—. No podés pretender que crea lo que decis. Todo lo que decis s no tiene sentido y... ¿sabes cuál es la única explicación a todo esto?
Julián negó, cambiando la expresión de su rostro al notar lo alterada que estaba en ese momento, y me di el gusto de soltar varias lágrimas que querían salir desde que había llegado. Encontré una persona muy parecida al Julián frente a mí y rompí a llorar cuando me di cuenta que era mi compañero de colegio. No había explicación alguna, estaba frente a mi personaje y tenía que admitir la locura.
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El karma de Shirley [YA EN LIBRERIAS]
ChickLitEN LIBRERIAS CON LA EDITORIAL MIRIFICAS. Cuando Shirley tenía nueve años creó su primer escrito para un taller de literatura que la haría aprobar el año. En ese cuento, creó un personaje basado en su persona, enamorada de su compañero de colegio Ju...