— ¡Shizuo cuantas veces debo decirte que estoy bien!— exclamo por quinta vez— ¿¡Acaso tu pequeño cerebro de protozoo no lo entiende?!
— ¡¿Cómo demonios puedes decir eso?! Mira como el maldito bastardo te dejo la muñeca—Hacia ya unas horas que los dos se encontraban en aquella situación; Shizuo maldiciendo por todo lo alto al padre del pelinegro, mientras este no le daba mucha importancia que digamos—solo quejándose de lo molesto que estaba siendo el rubio con su "dramatismo"—. Después de que Dotachin hubiera defendido al Omega, Shizuo había llegado al apartamento, sus ojos habían viajado directamente hacia el pelinegro y al castaño, preguntando con la mirada qué demonios había ocurrido.
Dotachin le había contado todo lo ocurrido — o más bien lo poco que sabia—, ignorando las miradas de suplica del contrario que le pedía a gritos que cerrara la boca. Cuando termino de relatarle todo, Kadora prefirió retirarse, sabía que si seguía estaría justamente entre alguna clase de tercera guerra mundial.
El pelinegro suspiro por la frustración, ya estaba completamente cansado. Primero todo el trabajo que tuvo que hacer, la visita de su padre y ahora los reclamos de la bestia. Llevo su mano hasta el puente de su nariz, masajeándolo constantemente, esperando que así todo el estrés acumulado desde la mañana se fuera borrando de su organismo.
El Alfa al darse cuenta de aquello prefirió callarse.
—Acaso no entiendes que yo me preocupo por ti— esas palabras salieron sin permiso de su garganta. Izaya lo miro un tanto sorprendido, para después solo tener su semblante de siempre y desaparecer por el pasillo hasta su habitación.
[...]
Habían pasado ya algunas semanas desde aquel acontecimiento — tres semanas para ser exactos—. Todos se encontraban preocupados por el pelinegro, Dotachin, Shinra, las gemelas y hasta la misma Namie — quien había aparecido de sorpresa para tener su última paga, enterándose del embarazo de su jefe— y obviamente Shizuo.
Este se encontraba fumando con semblante serio en el balcón del apartamento.
¿Desde hace cuanto que no probaba un cigarro?, había dejado ese toxico pero a la vez tranquilizante vicio desde que se entero del embarazo de Izaya; pero ya no era como antes, el cigarro se había vuelto tan solo alguna clase de relajante para su descomunal fuerza —algo que no todo el tiempo funcionaba, pero igualmente le concedía calma—, el tan solo inhalar el humo del tabaco, sentir como llenaba sus pulmones y después exhalarlo y ver como la pequeña nube gris desaparecía en el aire, era reconfortante. Recordaba las incontables ocasiones que Kasuka le había dicho —o más bien reclamado— que dejara el cigarro, que buscara alguna otra manera, pero por desgracia no había ninguna—sin contar perseguir o golpear a Izaya—. Muchas veces había intentado, dando como resultado un fracaso, siempre terminaba retomando en el corto transcurso de dos a tres días. Pero con Izaya fue totalmente diferente...
Izaya... la razón por la que había retomado su vicio en estos momentos. Le era algo estresante el hecho de no haberse encontrado ahí, si Kadota no hubiera estado no sabría qué demonios le habría hecho el padre del pelinegro a este.
Sintió tres suaves toques en su hombro, al voltear se encontró con la jinete sin cabeza.
| ¿No crees que debías relajarte un poco? |—Leyó esto rápidamente, dándose la vuelta para darle una última calada al cigarrillo que tenía en sus manos.
|Shizuo, se que estas preocupado y te culpas por no haber estado allí hace tres semanas. Pero de todas formas Izaya se encuentra bien|—la Dullahan poso su mano en el hombro del ex barman dándole ánimos—|Solo está un poco distante... ya verás cómo se le pasa|
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Te necesito [Shizaya|Omegaverse]
Fanfiction∞No soy muy buena con las descripciones que digamos, pero haré lo mejor posible∞ *** Izaya esta cansado de todos los estereotipos de los omegas, cansado de siempre...