"Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a los injustos."
1 Pedro, 2: 18.
"Criados, enemigos pagados".
Refrán criollo.
Las leves haces de luz del mortecino sol era lo único que más o menos iluminaba aquel desolado paraje; aun a la temprana hora, una densa neblina grisácea había rodeado el lugar y la temperatura había descendido bastante. Era un día sumamente triste para el pintoresco pueblo montañoso de Asmodín, que ya estaba empezando a sufrir las consecuencias del otoño, con las últimas cosechas del verano ya empezando a perderse. Algunas veces se oía, distante, el sonido de los cuervos y urracas sobrevolando los amarillentos campos de trigo, ya convertidos en maleza podrida a donde quiera que se mirase.
El joven Len Kagamine corría por el largo paraje sin pavimentar del bosquecillo que se alejaba del pueblo y conducía al hogar del señor feudal de toda esta tierra y también, su amo: Gakupo Kamui, el Duque de Venomania, un hombre joven de larga cabellera morada, heredero de un cuarto de millón de libras. Corría tanto como sus piernas se lo permitían. Si llegaba tarde otra vez, su amo podría castigarle y ya había tenido suficiente con los dos puntapiés que le propinó en la espinilla cuando había olvidado echarle azúcar a la taza de té una tarde.
Pronto divisó los ventanales de una edificación extremadamente lujosa y bien cuidada, medio oculta entre el bosque y un lago, lo que la hacía difícil de ver, a no ser que lo vieras desde las montañas. Era un pequeño castillo de piedra blanca y techos color malva, coronada con una gran torre del campanario, residencia de los Duques de Venomania desde hacía más de tres siglos. Len sacó una llave y abrió la alta verja negra que custodiaba un amplio y elegante jardín lleno de cedros y rododendros, entre los cuales paseaban ufanos pavos reales y faisanes. Subió las escalerillas de piedra y abrió la pesada puerta. Entró al vestíbulo con las suelas de las botas llenas de barro y con flato en un costado, como si tuviera un cuchillo enterrado entre las costillas, pero no podía esperar a que se le pasara.
El oscuro vestíbulo, apenas iluminados con velas apostadas en la pared, estaba tapizado de una lujosa tela morada oscura. Finalmente penetró en una enorme sala, también tapizada de la misma tela morada, con una chimenea tan grande como para asar un buey; en las paredes había cientos de objetos bañados en oro y plata, cuadros exquisitos y tapices. En un amplio sillón, de espaldas a él y observando el fuego alegremente crepitar, descansaba Gakupo, con la cabeza apoyada en una mano y con los ojos cerrados, como si aparentara dormir.
―Casi llegas tarde... otra vez.
―Le ruego que me perdone, mi señor―respondió Len haciendo una reverencia―, tenía que hacer un recado a...
―Sí, sí... Ya sé a dónde estabas, sirviente―le interrumpió Gakupo con aburrimiento―; Pero eso no justifica que llegues tarde... Lo descontaré de tu sueldo―Sentenció mientras tomaba una copa de vino a medio llenar y la vació de un solo sorbo―; ¡Ah, sí! Len: prepárame a Luka y a Miku para esta tarde ¿quieres?―Le pidió a Len, sonriendo de manera... morbosa. Los ojos azules del sirviente se ensombrecieron―. Ya puedes retirarte.
―Sí, señor...―repuso Len haciendo otra reverencia y retirándose a otra habitación. Bajó las escalerillas de madera que daban a la parte más baja de la casona, donde refugiadas en sus habitaciones, estaban las "huéspedes"... para traerle a su amo las mujeres que deseaba para hoy.
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Servant of Venomania
FanfictionBasado en las canciones Madness of the Duke of Venomania y Servant of Evil: Len es el infeliz sirviente del Duque Gakupo y ha callado por años el terrible secreto de su amo; todo cambiará cuando él le quite a Len lo que más ama... y todo termine en...