Witchcraft, última parte: The Howling (...A aullar aprende")

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"Se empieza el ritual, (So...)

Cuerpos a mediana luz (...do...)

Beben de otras bocas, (...mí...)

Y se excita (...a)"

Mago de Oz, Aquelarre.

— ¡Oyeee, no veo ninguna mujer por aquí, hip! ¡Me engañasteee!

—Por supuesto que no, ¿y quiere por favor cerrar la boca? —le espetó Len resollando bajo el peso del mendigo.

—Ya, ya, que sensible eres niño, hip—rió Andy sacando de la solapa de su mugriento traje una botella de licor y la bebió a grandes tragos.

Len suspiró y alzó la vista al cielo, notando que ya era definitivamente de noche. Avanzaban prácticamente a paso de tortuga coja, pues el mendigo iba casi cayéndose de tanto en tanto. Hacía mucho que habían dejado de verse los tejados de la Iglesia de Asmodín y solo había enfrente de ellos una interminable sucesión de árboles rojos y follaje marchito, que sentían cuando crujían las hojas secas bajo sus zapatos. Su corazón latía con fuerza a cada paso adelante que daban, y a pesar del frío había, sentía la cara muy caliente.

Finalmente llegaron a un pequeño claro que estaba franqueado por robles. A un lado se escuchaba débilmente el sonido de caída de una pequeña cascada que alimentaba un brazo del río que atravesaba hacía el pueblo y a unos metros se alzaba una gran roca de piedra caliza que tenía la extraña forma de un rostro... Eso era lo más perturbador del sitio, pues los bejucos que caían a un lado de la roca, parecían ser cabellos y una larga grieta que le atravesaba, su boca abierta.

—Curioso lugar para hacer una fiesta, jejeje ¿seguro que es aquí? —preguntó Andy soltándose de Len y observando el lugar—. Jajajaja, parece una persona, hip—dijo señalando la roca y acercándose a ella—, hola, holaaaa... ¡¿Me hip... puede hip... escuchar hip...?!—Soltó un bufido y le tiró la botella vacía—; ¡Que burro, no me quiere hablar! Oye... ¿tienes más licor? —Le preguntó a Len a gritos, volteando la cabeza hacia atrás...

Y cayó desmayado al suelo al segundo siguiente, gracias al golpe que Len le dio en la cabeza con una roca.

"Gakupo..."

El Duque Gakupo de Venomania se dio la vuelta, sonriendo ante ese sonido tan familiar y tan... cálido. Se acercó poco a poco al gran espejo de marco dorado que estaba en el centro de su habitación. Sin ningún temor, apoyó la palma de su mano en el frío vidrio bruñido, deslizándolo a todo lo largo, como si estuviera acariciando a alguna de sus esclavas... Al bajar más la mirada, se encontró con un par de ojos escarlata que lo miraban fijamente, como el sirviente de la madrastra de Blancanieves. Esos ojos se arremolinaban entre densas humes negras, sin revelarle su verdadera forma... Así fue como se le había aparecido la primera vez...

"Soy Asmodeus, el príncipe de los pecados carnales, el ser que se encarga de llevar a los hombres a las turbias aguas de la lascivia. Yo arrebato la belleza de las vírgenes y anhelo sus corazones... Yo transporto a los hombres a los lapsos de la locura y el deseo"

Como el joven Duque de Venomania no había salido corriendo, el ser cortésmente había proseguido: Había visto su tristeza, su dolor y toda su rabia... y podía ayudarle: Le daría un rostro único, divino, que ningún mortal sería capaz de imitar o de resistir; un rostro más bello que el legendario Rey de Francia (1), un rostro superior al de los mismísimos Dioses, que parecería esculpido por el mismísimo Donatello... un rostro por el que ninguna mujer, fuera princesa, burguesa o la inclusa la última lavandera del reino, se resistiría jamás... Solo era cuestión de cerrar el trato con él... dándole un poder que jamás había imaginado, o soñado siquiera...

Servant of VenomaniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora