Capítulo 24

8.6K 525 81
                                    

Volvimos a la cabaña pasadas las doce de la noche.
Pude escuchar como Dakota le preguntaba a Wesley acerca de la caja de preservativos que habían comprado en el pueblo y casi me da un ataque de risa al escuchar cómo Wesley, inocentemente, le decía que no sabía dónde la habían dejado.

Subí las escaleras a mi habitación después de despedirme con un gesto, y cerré la puerta detrás de mí antes de comenzar a quitarme la ropa de forma mecánica. Me enfundé el pijama viejo, desmaquillé mi rostro y cepillé mi cabello antes de atarlo en un moño despeinado en la parte alta de mi cabeza.
Me recosté entre las sábanas, con la mirada fija en el techo de madera que se cernía sobre mí. No podía dejar de pensar en lo que acababa de pasar con Wes; en su mirada ilusionada, en su voz, la letra de su canción, sus ojos en los míos mientras cantaba, sus labios presionando mi mejilla, su sonrisa tímida y real.

Mi corazón se aceleró dentro de mi pecho ante el recuerdo y me permití a mi misma absorber la sensación vertiginosa que se estaba apoderando de mi cuerpo. Wesley era la única persona que podía hacerme sentir nerviosa, ansiosa y tranquila al mismo tiempo.
Me descubrí a mi misma suspirando fuertemente antes de cerrar los ojos.

"Debes dejar de pensar en eso, Rachel. Sólo, déjalo." Me regañé mentalmente, pero era imposible.

No podía dormir. No podía dejar de dar vueltas y vueltas en la cama pensando en él. Recordando lo que habíamos vivido. Lo mágico que estaba siendo todo, y una horrible sensación de coraje se instaló en la boca de mi estómago. ¿Cómo se atrevía a ser así cuando yo estaba esforzándome por olvidarlo? Todo era tan ridículo. Todo era tan absurdo. ¿Por qué estaba comportándose de esa manera, de cualquier modo?, ¿Por qué estaba yo permitiéndolo?

Me levanté de golpe de la cama, decidida a ir en su búsqueda. Decidida a espetarle en la cara que debía dejar de ser de ésa manera porque estaba matándome lentamente; decidida a ponerle un punto final a ésta situación.

Caminé por la duela de madera antes de abrir de golpe la puerta y me quedé congelada en el umbral.
Wesley Tucker se encontraba de pie, frente a la puerta, enfundado en un pantalón de pijama a cuadros escoceses y una sudadera oscura. Mi boca se abrió, pero lo único que salió de mis labios fue un balbuceo incoherente y pude notar cómo él me miraba con sorpresa y vergüenza.

—R-Rachel —tartamudeó y pude notar cómo se ruborizaba ligeramente—. Y-Yo...

—¿P-Pasa algo? —tartamudeé yo, con la voz entrecortada y enronquecida. Me sentía ridículamente nerviosa y ansiosa.

La boca de Wesley se abrió para decir algo, pero volvió a cerrarse de golpe. Lo miré por un instante que pudo haber sido eterno y al mismo tiempo bastante corto mientras sentía la tensión extenderse en el ambiente.

—En realidad no tengo idea de qué demonios estoy haciendo aquí—dijo, con la voz enronquecida. —, ¿A dónde ibas tú, de todos modos?

Mi corazón dio un vuelco dentro de mi pecho, pero me obligué a mantener mi expresión serena y tranquila. —Yo... —vacilé un segundo, en busca de una mentira creíble, pero me di cuenta de que no tenía caso mentir—, yo iba a buscarte.

El ceño de Wes se frunció profundamente y se acercó un paso hacía mi. —¿A buscarme?, ¿P-Por qué? —noté el miedo filtrándose en el tono de su voz.

Desvié la vista, incapaz de mirarlo. Abrí la boca para responder, pero no tenía idea de qué decirle. Pude sentir cómo una mano me guiaba el rostro hasta que quedar mirando de frente a aquel par de ojos verde intenso que tanto me gustaban.

—¿Para qué ibas a buscarme? —preguntó de nuevo, y su aliento me golpeó el rostro.

Mis ojos se cerraron casi por voluntad propia y tragué duro. —Para hablar... —dije en un susurro ronco.

—Bien—dijo él, con la voz un par de tonos más grave de lo normal—. Yo también he venido para hablar.

—¿S-Sobre qué? —pregunté con un hilo de voz.

—Sobre lo que pasó ésta noche —susurró.

Abrí mis ojos, obligándome a mirarlo y me di cuenta de lo cerca que nos encontrábamos el uno del otro. Lo único que podía ver eran sus ojos, escudriñándome. Su aliento enviaba escalofríos en todo mi cuerpo y su mano no dejaba de sostenerme el rostro por la barbilla.
Sus ojos se oscurecieron un par de tonos antes de que su mirada se posara en mis labios. —En realidad no he venido a hablar... —dijo con la voz cada vez más ronca.

—¿N-No? —pregunté, aturdida.

—No —respondió.

—¿E-Entonces? —pregunté, sintiéndome inundada por su aroma fresco y varonil.

—He venido a darte algo... —susurró y su rostro se acercó otro milímetro más. Su nariz rozando la mía.

—¿Qué cosa? —pregunté, frunciendo el ceño ligeramente.

—Esto... —dijo, con un hilo de voz y, de pronto, sus labios encontraron los míos suave y brevemente.

Apenas pude recibirlo, cerrando mis ojos, sintiendo la presión de sus labios contra los míos, y entonces, se retiró.
Abrí los ojos, sintiendo los labios hormiguearme por el contacto y, al mismo tiempo, queriendo más. No lo dejé alejarse lo suficiente. Enredé mis dedos en su cabello y me paré sobre mis puntas, plantando mis labios sobre los suyos.

Un gruñido ronco, proveniente desde lo más profundo de su garganta, resonó en mi pecho cuando me atrajo hacia él, tomándome por la cintura; y, entonces, su lengua invadió mi boca sin permiso. El sabor de su beso estalló en mi boca, enviando pequeños escalofríos en todo mi cuerpo.

El beso de Wes era ávido, apasionado, profundo, cargado de algo que ni siquiera yo podría describir. Sus manos estaban aferradas a mi cintura, las mías tiraban suavemente de su cabello mientras inclinaba la cabeza, dándole entrada más profunda a mi boca. No podía tener suficiente.

—Tienes novio —resolló contra mis labios.

—Tú tienes novia —susurré, sintiéndome herida por su comentario.

Wesley se apartó de mí un segundo y pegó su frente a la mía—: ¿Por qué no nos dejamos de estupideces y vuelves conmigo? —susurró.

Cerré mis ojos con fuerza mientras intentaba recuperar un poco de cordura. —No es tan sencillo, Wes —susurré.

—¿No lo es?, llevo más de seis meses viviendo un jodido infierno al no estar contigo. Te he echado de menos todos los malditos días que no has estado cerca. Te extraño. No te he olvidado y, a estas alturas, no creo poder hacerlo nunca. —dice.

—W-Wes... —mascullé, sin saber qué decir.

—Sé que he sido un idiota. Sé que me equivoqué. Sé que te hice daño, pero si pudiera hacer algo, cualquier cosa para tenerte de vuelta, lo haría. Así que puedes rechazarme una y mil veces, pero... —sus labios rozaron los míos y correspondí su breve caricia —, mientras tus labios sigan correspondiendo mis besos, yo seguiré intentando recuperarte.

—Las cosas nunca han funcionado entre nosotros. Terminamos discutiendo a la menor provocación, Wes. ¿Cómo puedes querer volver a eso? —susurré, sintiendo un nudo instalarse en mi garganta.

Wesley apartó mi rostro un par de centímetros, hasta que sus ojos se clavaron en los míos con intensidad. —Porque el amor es así, Rachel —su pulgar trazó mi labio inferior suavemente y su voz se enronqueció un par de tonos más. —, se trata de madurar con él. Y sé que podemos hacerlo. Hemos pasado por tanto. Hemos superado tanto. El amor que siento por ti no ha menguado ni siquiera un poco. Te amo más que la primera vez que pronuncié esas palabras. Te amo más que aquella noche en la que te hice el amor por primera vez... Te amo cada día un poco más. Atrévete a decir que no sientes lo mismo.

Noté el reto en el tono de su voz, pero no pude negarlo. Yo también lo extrañaba. Yo también lo amaba, Yo también quería estar con él.

—Tengo tanto miedo... —admití, con la voz temblorosa por el nudo de mi garganta. —, ¿Qué va a pasar si mañana despierto y tú has cambiado de opinión?, Wes, yo no puedo estar así. No puedo estar con la incertidumbre de si vas a enojarte el día de mañana, o si el día de mañana haré algo estúpido que te haga querer dejarme. No quiero estar en una relación que se tambalea con la primera dificultad.

Su mirada encontró la mía y entonces, las palabras brotaron de su boca con un tono tranquilo y sereno—: Va a haber días, Rachel, en los que vas a querer dejarme. Va a haber días en los que vas a estar tan molesta, que ni siquiera vas a querer mirarme. Va a haber días en los que yo estaré tan jodidamente molesto contigo por algún motivo, que no querré estar cerca de ti. Pero, también, habrá días en los que el único refugio que voy a encontrar será en tus brazos. Habrá días en los que no voy a querer apartarme de ti ni un segundo, donde tú misma querrás estar pegada a mí todo el tiempo y, créeme, voy a disfrutarlo... —tragó saliva duramente y continuó, con la voz temblorosa—: Habrá días en los que querremos estar encerrados en una habitación, haciendo el amor todo el día. Habrá días, cuando todo vaya mal, en los que necesitarás un ancla y yo estaré ahí para serlo. Habrá días muy buenos, Rachel, y habrá días muy malos. Quizás, en un impulso, me aleje. Quizás me vaya un momento, pero siempre... Escúchalo bien, Rachel: siempre... Voy a volver a ti. Siempre he vuelto a ti; y vuelvo a ti porque lo que siento por ti es más grande que cualquier cosa en el mundo.

—¿L-Lo prometes? —pregunté, sintiendo los ojos llenos de lágrimas.

—Te lo juro, Rachel. —dice, y creo en su promesa.

—Bésame... —pedí con un hilo de voz, sintiendo las lágrimas calientes deslizándose por mis mejillas.

Though you can see me 2 [Wesley Tucker]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora