Capítulo 30

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Pasé el resto del viernes encerrada en la habitación con Wesley. 

Enredada entre las sábanas y su cuerpo cálido; embriagándome con sus besos, haciendo el amor hasta que los músculos de mi cuerpo gritaron adoloridos y entumecidos. 

Se acercaba el lunes, y con él, el regreso a la realidad.

No había querido pensar mucho en lo que iba a pasar cuando volviéramos a la ciudad. Tendría que hablar con Andrew respecto a lo que había pasado en éste viaje y no sería nada fácil. Intentaba ponerme en su lugar, intentaba imaginar qué sentiría yo si estuviera en sus zapatos, y eso sólo agravaba mis nervios y mi ansiedad. No quería lastimarlo.
De todas las personas en la tierra, Andrew Roldan era a la única a la que no me permitía lastimar e, inevitablemente, iba a hacerlo.

—¿En qué piensas? —la voz ronca de Wes me sacó de mis cavilaciones. Un suave beso fue depositado en mi hombro desnudo y cerré los ojos ante el cálido gesto.

—En Andrew —dije y sentí a Wesley tensarse a mi espalda.

Una risa boba me asaltó y me revolví en su abrazo para quedar frente a él. —No de la forma en la que crees —le aclaré—. Pensaba en lo que va a ser para él cuando le diga que estoy contigo. Que en realidad, mi corazón nunca ha dejado de estar contigo.

Pude notar cómo su cuerpo se relajaba y su ceño se desvanecía, mirándome con comprensión.

—Lo mismo me sucede con Stella. En realidad no creo que le importe mucho el hecho de terminar conmigo, sin embargo, cuando sepa que es por ti, le va a dar un ataque de algo —hizo una mueca graciosa y yo sonreí radiante.

—¿Somos unos infieles? —pregunté, frunciendo el ceño, sintiendo la culpa instalándose en mi pecho.

Wesley besó mi frente tiernamente antes de mirarme a los ojos —Me sentía más infiel estando con Stella sin ser nada tuyo, que estando contigo siendo algo de ella.

Me pasaba lo mismo. Estar con Andrew se sentía incorrecto. Sentía como si estuviera engañando a Wesley, cuando en realidad no había nadie a quién engañar. —Me pasaba lo mismo —admití, besando su hombro.

—No puedo esperar para gritarle al mundo entero que estoy contigo —susurró estrechándome más cerca.

—Wes... Lo gritaste ayer en el pueblo —bromeé y una risa ronca vibró en su pecho.

—¡Pues quiero gritarlo en la universidad, en casa, en los parques, cafés, restaurantes y bares de todo Phoenix! —dijo, no pude evitar reír como idiota ante su comentario.

Tomé una ducha, impidiéndole a Wes acompañarme. Sabía que si entraba conmigo a la ducha, se convertiría en todo menos en una ducha rápida. A pesar de los pucheros y gestos indignados que Wesley me dedicaba, me dirigí al baño y lavé de mi cuerpo nuestras actividades previas, sintiendo un dolor delicioso en todo el cuerpo. Wesley iba a exprimir la vida fuera de mi cuerpo si seguía así. Sentí un rubor instalarse en mis mejillas al recordar nuestras horas previas y me obligué a alejar los recuerdos rápidamente.

—Dakota y Abril quieren ir a otro bar ésta noche —dijo Wes, esperando, sentado sobre la cama con una toalla sobre los dedos.

—¿Iremos, cierto? —pregunté, acercándome a él para depositar un suave beso en la punta de su nariz.

—Por supuesto que iremos, tengo que gritarle a más personas que eres mía —bromeó poniéndose de pie, dirigiéndose a la ducha.

Una risa boba me asaltó y, en cuanto desapareció por la puerta del baño, rebusqué entre mi ropa algo lindo para ponerme.
Un vestido gris oscuro fue mi elección. Me puse unas medias gruesas y botas de invierno. Me puse una chaqueta para calentar mi cuerpo mientras me maquillaba.
Wesley salió mientras yo cepillaba mi cabello mojado y dejó caer la toalla después de girarse sobre su maleta, mostrándome una generosa vista de su trasero pálido.

Sentí el rubor extendiéndose por mis mejillas y me volví al espejo, intentando enfocarme en la tarea de deshacer los nudos de mi cabello.

—Mis intentos de seducirte nunca surten efecto —se quejó bromeando, mientras se enfundaba unos vaqueros entallados.

Una risa brotó de mi garganta y lo miré a través del reflejo del espejo. —Quizás debas esforzarte un poco más —bromeé.

—¡Eres una mujer insensible!, ¡Eso es lo que eres! —sus movimientos mecánicos colocaban una camisa sobre sus hombros, abotonándola.

Mordí mi labio inferior, reprimiendo una risa y sequé mi cabello a consciencia antes de alisarlo.
Wesley miraba mis movimientos mientras se sentaba en la cama, poniéndose los zapatos. Le sonreí a través del espejo y él me devolvió la sonrisa —Eres tan hermosa que no puedo dejar de mirarte —susurró, acercándose a mí.

Lo miré con una sonrisa y me volví en la silla para quedar de frente a él. —Te amo, Wes —susurré mientras él se arrodillaba frente a mí.

—Yo te amo aún más, Rachel —susurró, enredando sus brazos a mi alrededor.

—No quiero interrumpir sus demostraciones de amor, pero se hace tarde —la voz de Dakota nos hizo abandonar el contacto y sonreímos ante su mueca burlona.

Al llegar al bar, nos arrinconamos en una mesa cerca de la barra y comenzamos a canturrear las canciones que sonaban en la rocola. Wesley se bebió una cerveza y yo bebí otra.

Dakota y Abril no dejaban de burlarse de los gestos melosos que tenía Wesley conmigo, como tomar mi mano por encima de la mesa, oler mi cabello y mi cuello cada par de minutos, abrazarme cada que se acercaba un chico a la mesa y susurrarme palabras lindas al oído.

—¡Cursi, cursi, cursi, cursi! —se burló Dakota—, ¿Qué has hecho con Wes, Rachel?

Una sonrisa idiota me asaltó y me encogí de hombros —No lo sé. De repente desperté y ya se comportaba así. —bromeé.

—¡Oye! —se quejó Wes, haciendo una mueca de disgusto.

—Al paso que van, van a casarse antes de que termine el fin de semana —se mofó Abril.

—No es mala idea —Wes se encogió de hombros y lo miré con incredulidad.

Dakota y Abril se echaron a reír con mi expresión aterrada e ilusionada mientras yo me ruborizaba por completo.

—Algún día —prometió Wesley, besando mi mano—. Algún día no muy lejano.

Though you can see me 2 [Wesley Tucker]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora