δέκα

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Frank paseaba por los pasillos con la mirada perdida. Aveces se preguntaba a sí mismo que hacía con su vida. La sentía despreciada e inservible desde que Hazel lo dejo.

Ya había llegado hacia las puertas de metal y vidrio cuando escucho un grito de ayuda.

Si fuera el típico Frank zombie lo hubiera ignorado, pero ese grito se le había sido demasiado reconocido. Tanto que tuvo que voltear hacia la dirección en donde provenía esa voz.

Otra vez, el mismo grito, esta vez sí pudo reconocer la voz claramente pero a la vez deseo no hacerlo hecho.

Lo pensó mucho, quizás el daño ya se había hecho. Pero él fue hacia su rescate.

—¡Déjame!— gritaba mientras le daba manotazos a un chico moreno con el cabello café y rulos por donde quiera.

Frank sin pensarlo dos veces, fue hacia su rescate, su dolor de casi un año quedo en el olvido al escuchar su suplica.

•••

—Gracias— le dijo a la camarera la cual le hacía entregado día cafés.

Se encontraban en un café local cerca de la estación de tren subterráneo.

—Gracias Frank, en serio, quizás estaría tirada ahí en el gimnasio inconsciente si no fuera por ti— dijo ella mientras amablemente le tomaba la mano en las suyas.

Frank retiró su mano enseguida al hacer contacto con la suya.

—Ni lo menciones— dijo Frank serio. Hazel se volvió a su tristeza al verlo en ese estado.

—Te debo algo— el la vio con cara sin sentimiento, —lo que tú quieras—.

Esa oración hizo que el pusiera su total atención. Claro que quería algo de ella.

Sonriendo de lado, —Quiero tu virginidad—



























Gina triste confusa Vainilla _ ༽つ

Las Peligrosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora