έξι

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Especial 1. Percabeth.

Porque quiero y puedo •-•

En su departamento se encontraba preparándose para la cita con Annabeth. Una mirada de reojo al libro listador (tenía que ponerle un nombre, ¿no creen?).

Con un suspiro salió de su departamento y partió curso hacia el parque en la calle Winston Avenue.

Llego y se sentó en una banca. Las hojas ya se encontraban de colores rojizos y el aire de septiembre se venía a sentir en sus huesos. Faltaba poco para el invierno y melancólico recordó a Rachel y su cabello rojizo junto a la nieve.

Miro hacia el cielo y suspiro una vez más antes de escuchar un grito.

—¡Percy!— grito Annabeth mientras llegaba corriendo con una chaqueta de cuero color marrón. Y unos botines del mismo color. Su cabello rubio suelto hacia resaltar la forma de su cara. En pocas palabras, se veía hermosa...

Rachel.

Pero no era su tipo. El ya tenía su tipo y la dejo en Manhattan.

—¿Lista?— dijo mientras se ponía de pie y le extendía su mano.

Ella sonrió, —Claro—.

Las calles solas de Green Bay se hacían presentes a cada paso. Faltaba poco para el atardecer pero tenían suficiente tiempo todavía para divertirse.

La cafetería Mungos Café estaba llena de gente. Él bullicio haciéndose presente. Percy pidió un café normal y Annabeth un expreso. Se sentaron en una mesa alejada junto enseguida de la ventana. Uno sentándose enfrente del otro. Y Percy no pudo creer sus ojos.

De atrás de ellos se encontraban Calypso y Leo besándose a más no poder.

—¿Estás bien Percy?— dijo mientras comenzaba a seguir su mirada solamente para ser interrumpida por el tomando bruscamente sus brazos haciéndola voltear hacia el.

—Annabeth tengo que decirte algo— Dijo nervioso. Al parecer eso le llamo su atención.

—Dime, ¿qué es?— pregunto con falsa curiosidad. Ella ya sabía que era. Le pediría ser su novia.

—Necesito que me des tutorías—.

Annabeth parpadeó un par de veces. —Oh— fue lo único q ir dijo después de que sus cafés llegasen.

Tomaron su bebida en silencio. Pagaron en silencio. Y se dirigieron al parque en silencio.

Cuando llegaron se sentaron en una banca en donde se podía ver a los niños jugando claramente. Todos de 3 a 12 años.

—Si, claro. ¿Cuándo te gustaría comenzar?— pregunto Annabeth rompiendo el silencio.

A Percy le tardo un poco reaccionar a lo que dijo. —Oh bueno, cuando puras tu— ella asintió con la cabeza y voltearon su mirada a la vez hacia los columpios.

Sanara dios cuanto tiempo habrá pasado, pero ya casi llegaba el atardecer. Era momento de actuar.

Se levanto y llevándose de un jalón a Annabeth la llevó hacia la colina junto al lago.

El sol se veía hermosos desde ese punto y la manta de colores sobre su cabeza no estaba nada mal.

Respiró profundamente.

—Annabeth, e estado pensando y...— los ojos grises de Annabeth brillaban ante la intriga.

—Y...— y por primera vez se perdió en ese mar de sabiduría. Se miraron or lo que parecía una eternidad y sin pensarlo los dos se sonrojaron.

Rachel. Rachel... ¿Rachel?

Sin darse cuanta los dos se inclinaban al mismo tiempo. La suavidad de sus labios hizo contacto con los suyos. Una de sus manos se posó atrás en su espalda y la otra le acariciaba la mejilla.

Las manos de la chica reposaban en su pecho y es como si todo el mundo parase solamente para ellos.








Gina Vainilla _ ༽つ

Las Peligrosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora