δεκαπέντε

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—Annabeth... tenemos que hablar— mencionó Percy entrando a la mansión de los Chase. Annabeth hizo una mueca al fruncir el ceño.

—¿Sobre que?— dijo a la vez que se sentaba. Sin embargo Percy se quedo de pie enfrente del sofá.

Percy inhalo hondo.

—¿Estas enamorada de mi?— preguntó al mirarla los ojos desafiante mente.

Annabeth sonrió triunfante ante tal actitud. Significaba el triunfo.

—Pues, depende— dijo mientras falseaba una mueca triste.

—¿Depende?— pregunto el, haciéndose pasar también por el sufrido.

—Pues si, porque yo te quiero, pero no te amo—. Respondió mientras sonreía un poco.

—Annabeth, siento lo mismo por ti— ¿Que?, —No, no mentira— ¿Eh? —Yo no te quiero ni te amo, te detesto—.

Los ojos verde mar de Percy desfalcaban chispas de venganza, un aura amargo desprendía de el y un sabor dulce le llego a su ser al ver su cara de incrédula enamorada ridiculizada.

—Pero entiendo si me quieres, claro, así como te bese a la fuerza, y te pedí que fueras mi novia a la fuerza. Solo para poder esperar tanto tiempo para verte así de desdichada.—.

Annabeth lloraba, pero no de tristeza. No señor, de lo furiosa que estaba.

¿¡Ella realmente sentía un poco de cariño hacia el y la jugaba de esa manera?!

¿¡Tantas indirectas para esta mierda?!, ¿¡Tantas horas que le dedicaba en silencio para revenir esto a cambio?!

El amor verdadero no existe.

Es imposible tener uno. Claro, como no saberlo. Pero ahora ella tenía que verse mejor.

Tenía que verse como si sus palabras no le tomara importancia.

Ella era grande.

Ella lo era todo.

Ella era lo que se podía decir lo mejor.

El amor verdadero no existe.
Claro que no! Que ridiculez! Por eso es mejor estar soltera y jugar con sentimientos de todos.

Si, porque te amo. Pero no estaré de estupida toda mi vida de atrás de ti.

—Y ahora que harás Annabeth, ¿Arrancarte tu amuleto tú sola?— pregunto Thalia a verla sola en el parque, sentada en una banca.

—Que chistosa— respondió para después mirarle. Traía una rosa roja en la mano y una sonrisa, que si no fuera por conocerla bien, nunca sabría que era de tristeza.

—Hace mucho que no veo a mi amiga Annabeth, ¿sabes?— dijo Thalia mientras miraba el cielo azulado naranjado.

Se rió por debajo y miro al pavimento para después mirarla a ella. —Annabeth, admítelo, tú también te enamoraste—.

Ella rió amargamente.

—¡Claro que lo quiero!, ¡pero no por el me voy a suicidar o estar toda depresiva como ustedes!— Thalia negó con la cabeza.

—¿¡Que?!, ¡Es la maldita verdad!— se levantó bruscamente y tomo la rosa que Thalia tenía entre las manos.

—¿Ves esto?, Es una maldita rosa la cual existen millones de ellas, sin embargo tú la vas a tirar por qué sabes que existen más como estas—.

—¿Y si mi rosa era de un extravagante color negro?—.

—La pintan de negro, pero sabes, es roja—.

—¡Ninguna es como ella!— estalló Thalia, —¡Porque dura más, huele mas, se deja querer mas!— dijo jadeando, —¡yo lo amo!—.

Recibió una cachetada por parte de Annabeth.

—No seas estupida, ¿Te vas a atener por solo una miserable persona?, ¡No señor!—

Y mientras las dos lloraban, 5 chicos sonreían victoriosos. No, ellos no quieren pareja. Pues saben bien que algunas personas piensan quererte cuando no lo es.




Esto es el final.
Gracias por acompañarme en mis emociones. Hoy me di cuenta de que, ¿Enserio voy a sufrir por algo que no vale la pena? JA! No.

Pero me gustaría dejarles un consejo sabio.

El verdadero amor NO existe.

Recién casados y todo, huy que lindo. Pero sabrá Dios si realmente cuando el la vio pensó que era la mujer más hermosa que vio.

Claro que no. No sean un par de sacos de papas. Siempre van a recordar aquella novia que si, aunque suene feo, nunca la olvidaran. No sean papanatas y abren los ojos.

Este mundo es el que yo elegí. Este es mi destino.
Y mi pareja será la fiesta y jugar con los chicos.

Gina Vainilla.

Las Peligrosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora