|| Damaged || Suga ||

Capítulo 72

Son las seis y veinte de la mañana cuando decido darme por vencida con intentar conciliar el sueño y dormir otro rato. No sé cuántas veces me desperté durante la madrugada, de todos modos, en ninguna de ellas logré dormir demasiado. Soñé que Louis y Ann descubrían lo que siento por Yoongi y que les daba tal repulsión que me enviaban de regreso a Inglaterra sin dirigirme otra cosa que no sea miradas de asco y odio; luego, siguió Matthew que, junto con Claire y Henry, se burlaban de mí y me insultaban frente a una multitud en la que creo recordar algún rostro de aquella única fiesta que fui en la universidad. Por último, soñé a Yoongi y Luke juntos; ambos se reían de mí y no paraban de repetir lo patética y fácil que era yo. Escucharlos me dolía tanto que, por un momento, de verdad creí que no era un sueño. Se veían como si fueran amigos de toda la vida allí parados frente a mí, Yoongi descansando su mano en el hombro de Luke mientras se reía. Ya estoy completamente despierta, sin embargo, esa dolorosa escena todavía se repite en mi cabeza. Es tan vívida y detallada que no deja de estremecerme.

Estiro el brazo y tomo el celular de la mesita junto a la cama. Busco el número de Yoongi, pero entonces caigo en la cuenta de que es muy temprano; tal vez haya logrado quedarse dormido y con los problemas que tiene para dormir, mejor no quiero molestarlo. ¿Habrá tomado más pastillas? Me preocupa mucho que algo le suceda. ¿Qué tal si un día toma demasiadas? Además ha estado bebiendo estos últimos días. Sin ir más lejos, hace un poco más de una semana, Jimin tuvo que traerlo casi desmayado por todo el alcohol que había bebido. Pensar que un día puede tomar esas pastillas y beber alcohol... no quiero imaginarme lo que podría llegar a pasar. Debo hablar con él sobre eso ni bien lo vea.

Me arden los ojos por la falta de sueño. La habitación apenas está siendo alcanzada por los primeros débiles destellos del sol que comienza a salir y los siento como si alguien me estuviera enfocando con un reflector en pleno rostro. Me levanto y voy hasta el baño para lavarme el rostro.

¿Ya estás levantada? ¿Por qué no sigues durmiendo?

Sus sarcásticos susurros se hacen presentes como una densa neblina y arrugo el entrecejo cuando una puntada de dolor atraviesa mi cabeza de lado a lado. Después de lo del sábado a la noche, tener que ver mi reflejo me encoge ligeramente el estómago. Evito entornar los ojos hacia el espejo todo el rato que me lleva cepillarme los dientes y lavarme la cara. No obstante, al terminar, mi obstinada convicción de querer ser fuerte y no dejarme doblegar por la situación supera mi temor de ver algo más que mi propia imagen en el espejo, y levanto la vista.

Unos escalofríos recorren mi espalda, pero los logro controlar. Muevo la cabeza hacia la izquierda y luego hacia la derecha, sin despegar los ojos de la figura encerrada en el espejo. Ésta repite mis movimientos a la perfección; cada inhalación y exhalación, cada oscilación que hace mis hombros y mi pecho al respirar, cada parpadeo.

Tengo un aspecto horrible. Preponderantes sombras negras debajo de mis ojos y el cabello con un poco de frizz por haberme estado moviendo de lado a lado contra la almohada cuando no podía dormir.

Me reclino contra el lavabo y cierro los ojos, aliviando momentáneamente la irritación que éstos sienten. Al abrirlos de nuevo, descubro que mi reflejo ya está devolviéndome la mirada, incluso antes de mirar el espejo. Ciño mis manos con firmeza al borde del lavabo y, aunque quiera apartar los ojos, no puedo. Su mirada fría es como un imán para la mía. Ella sonríe con una mezcla de delicadeza y malicia impoluta mientras que yo aprieto los labios vehemente, recordándome que eso que estoy viendo, no soy yo.

¿Cómo te despertaste hoy? ¿Con ganas de tirarte a tu primo otra vez y gratis? Zorra.

Igual que el sábado, la voz en mi cabeza coincide con los movimientos de mis labios, de los labios de mi reflejo; es mi imagen pero no soy yo.