El demonio de las sombras
Mi corazón palpitaba acelerado y las manos me sudaban a causa de los nervios, sentía un enorme vacío en el estomago.Debo mantenerme calmada.
Debo mostrarme fuerte.
Calmada...
Fuerte.La voz en mi cabeza recitaba una y otra vez aquellas palabras. Miré de reojo a mi alrededor y un escalofrío me recorrió la espina dorsal. Frente a mi se encontraba un espectáculo realmente pertubador y escalofríante.
Habiamos entrado al caótico y oscuro antro llamado "Ennio" donde la música y el descontrol eran su máxima carácteristica. Eramos guíadas por la chica mitad ciervo, que había querido cercenarme el cuello hace cinco minutos. Y ¿Por qué estabamos siguiendo a doña gruñona?
Fácil, al parecer Destiny y "Alira" como se presento la chica mitad bestia, eran conocidas de quien sabe donde y ambas parecían haberse distanciado y reencontrado luego de mucho tiempo. En fín, el punto recae en que aquella chica bestia nos guiaría hasta el otro sujeto llamado Krizallid.
Tragué grueso al ver a hombres y mujeres de varias edades eran golpeados, atados y humillados o peor siendo el alimento de alguna bestia. Estaban por todo el "local" la mayoría de ellos desnudos o mal vestidos. Lo más jodido del asunto eran los verdugos, de diferentes razas demoniacas que gozaban con provocar todo aquel sufrimiento. Demonios que se saciaban con cada alarido y golpe propinado.
— ¿Tienes miedo "Eve"?
Enseguida mi atención fue a parar a Alira, quien me sonreía de manera prepotente. Su tono de sarcasmo me hizo rodar los ojos y negar.
— La que debería temer eres tú... Alira.
Soltó una carcajada. Me crucé de brazos y Destiny, quien estaba sentada a mi lado, sonrío como una niña animada.
— ¡Ay chicas! usteden son tan graciosas.
Tanto Alira como yo bufamos y rodamos los ojos causando una risa por parte de la rubia de coletas.
— Vamos, vamos. Ya Ali dime ¿Krizallid vendrá?
Alira se acomodó por completo sobre el respaldar del sofá con manchas irregulares de lo que supuse era sangre. Me erguí de forma incomoda intentando mantener la compostura ante los gritos que me helaban los nervios. Decidí enfocarme en la conversación.
— Claro Des, él nunca falta. Y más si tú le has invitado.
Aquella le guiñó el ojo a la rubia, quien jugo con un mechón de su cabellera entre los dedos. Eso me pareció curioso.
" — La joya más hermosa del bastardo Fontaine"
— Krizallid...
Una voz masculina y ronca llegó a nuestros oídos, tensando de forma disimulada a Destiny quien esbozó una sonrisa. Apenas gíre mi cabeza para ver de reojo al recien llegado, llenandome de sorpresa. Me esperaba a una bestia cornuda, repugnante, con filosas garras y dientes, que querría comernos.
Sin embargo, ese tal Krizallid poseía la apariencia total de un humano cualquiera. De echo, era muy apuesto; cabello corto, ojos claros, de contextura fornida y sonrisa avasallante además vestía con un traje que lo hacía resaltar entre aquel asqueroso lugar.
— ¡Oye! y ¿a mi me ignorarás o qué?
Alira sonreía de medio labio, colocandose de pie.
—Por supuesto mi letal Alira... La musa de mis inquietantes pesadillas.
Aquel extendió los brazos e hizó una reverencia cortés. La cual interrumpió al notar mi presencia.
— Oh pero ¿qué tenemos aqui?
El hombre sujetó mi mano y dejo un beso en el dorso, viendomé fijamente. Me tensé al ver un brillo extraño en su mirada. De repente y sin darme tiempo a reaccionar, él se acercó y olfateó mi cuello, susurrando.
-Ignis... Puedo percibirla detrás de ese asqueroso aroma humano.
¡Me descubrio! ¡Joder!
Estaba por sacar mi arma, pero él fue más rápido. Un quejido ahogado salió de mi garganta al sentir su mano haciendo presión sobre mi cuello. Intenté removerme pero algo me mantenía inmóvil. Apenas pudé ver de reojo las sombras de unas manos que envolvíeron mi cuerpo.
No... de... nuevo
¡Puta madre! ¡Hoy es mi día!
— ¡Krizallid!
La voz dura de Destiny, logró que Krizallid aflojará el agarre. La rubia tenía su arma justo en la cabeza del extraño y a su vez Alira tenía su lanza en dirección a Destiny.
— ¡Calmense!
Gritó Alira. Siendo ignorada por los otros dos.
— ¿Acaso me lastimarías?... ¿Destiny... Me harías daño por una simple humana?
Expresó aquel idiota.
— Su seguridad es un mandato de Vincent.
A nuestro alrededor se creo una atmósfera de tensión y un terrible silencio. Hasta que aquel sujeto me soltó, sonriendo con sorna; de reojo ví sus manos tensarse y musitar entre dientes.
— Siempre Fontaine.
Cada quien bajo sus armas. Las sombras me liberaron y la ira recorrió mi cuerpo como lava ardiendo, me levante alzando mi arma hacía el contrario. Estaba harta y solo quería descargarle las municiones en el rostro.
— ¡Puto! ¡Maldito... bastardo de mierda!
— Que lenguaje tan particular.
Musitó el contrario.
— ¡Basta Evelin!
Me asombró escuchar a Destiny llamarme con seriedad. Tardé unos segundos y dude en bajar el arma pero la mirada de ella me dio a entender que debía calmarme. Suspiré y la guarde.
En el local nadie parecia interesarse por nuestra pequeña riña, la cuál podría decir; que paso desapercibida. Sin embargo, Alira no me quitaba la vista de encima creo que era la única de los presentes que no había percibido a Ignis, por otro lado Krizallid, se sento a un lado de Destiny, elegante y misterioso.
— Bien. A lo que vinimos.
Mi rubia compañera rompió el silencio con su particular tono de diversión. Krizallid nos dedicó una breve mirada y entrecruzó los dedos de sus propías manos mientras se acomodaba en el sofa. Su actítud había cambiado a una curiosa.
— Y ¿qué es lo que deseas mi flor dorada?
Expresó el hombre frente a mi. Causando en Destiny una pequeña sonrisa. Tal parecía que el ambiente tenso se había aminorizado.
— Es simple... — Ella de forma coqueta se inclinó hacía Krizallid, deslizando uno de sus dedos por la mejilla ajena y musitó. — Quiero el cuarzo de las almas.
— ¡¿Qué?!
Alira azotó sus manos en la mesa y alzó la voz.
— ¡Estas demente! ¡Demonios Destiny!
— Sabes que si Alira. — La voz de Krizallid irrumpió la discusión dejandonos impresionadas. — Hecho... El cuarzo será tuyo Des.
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Cicatrices
Fantasy"Existen heridas que son difíciles de sanar" Evelin Rouge, en toda su vida criminal jamás imagino que algo tan bizarro pudíera sucederle a ella. Quien diria que un error en uno de sus trabajos le costaría más que unos cuantos miles. Abandonada por s...