Capítulo V

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La irá de Fontaine.

— ¿Qué?... ¡Por favor! Fontaine debes estar bromeando.

El pelinegro carraspeó la garganta viendomé desde su escritorio con ambos pies puestos sobre la mesa y estirando su cuerpo sobre el respaldar de la silla.

— Esta vez no. Dulzura sabes bien que yo no traspasaré esos límites. Sería muy estúpido de mi parte si lo hicíera.

Debía ser un broma. Es decír; ¿cómo se atreve a decirme que no puedo traspasar el pozo de "Sanguinus Damnant"?. Coloqué las manos en mi cadera y comencé a mover mi pie derecho con impaciencia, debía contenerme.

— Pero ¡tú no traspasaras esos límites! Iré yo sola.

Él pelinegro se acomodó y dejó escapar una carcajada.

— Ni pensarlo pastelito. No dejaré que por tu ineptitud, termines descuartizada por las criaturas de "Ashtar", que noten a mi Ignis dentro de tí.

Enarqué una ceja y bufé. Estabá harta, yo le obedecía, le traía sus malditos encargos y él no podía al menos pagarme con esté favor ¡Estúpido!

Con rabía azoté mis manos sobre el escritorio; lo ví arrugar el entrecejo y alzar una ceja. Sus ojos con el tenue velo de sombras brillaron con cierta ira.

— ¡Estoy harta! Iré cuando quiera por que yo ¡Ahg!

Un dolor insoportable me hizó callar esté descendío desde mi cabeza. Mis ojos se encontraron con un par de orbes rojizas llenas de fuego el mismísimo fuego del infierno, si me lo preguntan. ¡Joder! Era como si lava ardiente recorriera mis venas y consumiera cada músculo, no podía moverme. Mi corazón estaba al borde de un colapso, y al cerrar y abrír los ojos de nuevo en vez de ver a Vincent me topé con una figura mounstruosa hecha de sombras que alzo una de sus garras y me levantó, dándome un fuerte estrellón contra la pared de la cual cayeron varíos cuadros al suelo junto con mi cuerpo percibí como si me hubiera destrozado por dentro. En cuestión de segundos un hilo de sangre descendío por mi mentón.

— ¿Qué debo hacer para que entiendas? — Su voz estaba distorsionada y me hizó estremecer presa del panico. Él se acerco a mí, quedando a mi altura y yo cerré los ojos con fuerza, aún sentía el dolor expandirse. La bestía se acercó a mi oido exhalando una especie de vapor. — Destiny y tú ¡Son mias! Harán lo que yo diga e irán a dónde yo lo mandé. Cuando se me antojé ¡Despreciable basura humana!

Esperé un golpé, un zarpazo ó algo, Pero no. De echo, un par de manos masculinas y grandes sujetaron mis mejillas y alzarón mi rostro. Abrí los ojos topandomé con los carácteristicos pozos negros que poseía Vincent Fontaine. Él enmarco en sus labios una tenebrosa sonrisa.

— Vaya dulzura. En pocas personas he aplicado mi sutíl persuación. Te advierto, dejá de jodermé la paciencia... — Su rostro estaba muy cerca del mio. Luego hizó algo que logró tensarme hasta la médula. Fontaine, deslizo su tibia y humeda lengua sobre mis ensangrentados labios, y dío un roce a los mismos que permanecían entreabiertos por el shock. — O tendré que destrosarte internamente y luego descuartizarte yo mismo. Y eso sería una pena.


Vincent soltó una carcajada al ponerse de pie. Yo aún permanecía en el suelo intentando recuperar el aliento, mis piernas y brazos estaban entumecidos. Él camino hasta situarse cerca del escritorio.

— A todas estas ¿Por qué tú interés en aquel lugar? Muestras una desesperación ridícula.

— N-No es de tu... Tu incumbencia.

Alcancé a musitar entrecortadamente. Dedicandolé una mirada de odio. «¡Joder! Estaba en sus putas manos y no había salida ¡Maldición! »

Él me observó sonriendo con prepotencía luego se sentó sobre el escritorio de manera despreocupada.

— No me interesan ni tus intereses personales. Ni esa estúpida idea que ronda tú mente sobre ese humano.

«¿Él lo sabía?... Pero ¿Cómo?»

Di un respingo al escuchar su voz.

— Es fácil, ese odio es el que alimenta a mi preciosa Ignis ¿De dónde crees que obtiene su poder? El viene y crecé con el odio. Y poco a poco se fusionará con ese negro corazón que te gastas.

A duras penas, tambaleante logré levantarme, sujetandomé el costado izquierdo sentía las fracturas reacomodarse a causa de la joya.

— Ignis no te dejará morir. Mientras se alimenta de tí.

Finalizó Vincent. Yo le observé, y segundos despues desvié la mirada apesar de lo dicho. No cedería tan fácil, iría a ese lugar y encontraría a Jack. Como sea.

— ¿Puedo irme?

Musité, él abrío los ojos con sorpresa por breves instante. Sus labios se curvearon en un gesto de satisfacción. Era mejor aparentar disciplina mientras tanto.

— ¡Algunas niñas sólo necesitan una reprimenda!

Se acercó y posó sus manos sobre mi cabello, viendome con superioridad bajo su toqué hasta mi cuello y acercó su rostro nuevamente al mío.

— ¿Puedo retirarme?

Repetí entre dientes, Vincent exhaló su aliento sobre mis labios mis manos se cerraron en puños y cerré los ojos creyendo que haría lo mismo de hacé instantes pero dejó un beso en mi mejilla riendo.

— Pronto doblegaré esa voluntad tuya. — Se alejó. — Búsca a Destiny... Para está ocasión necesito que ambas vayan al callejon del diablo.

Tardé unos minutos en reaccionar ¿Yo? ¿con Destiny?

— Pero creí...

— Destiny puede ir sola... Pero no tiene manos "habíles" para este trabajo.

Asentí para empezar a salir de ahí. Pero la voz sería y molesta de Fontaine me detuvo.

— Un consejo Evelin. No vuelvas a cometer otro error como el de hoy. No quiero perder tratos por tus métodos. Asesinas cuando yo te lo ordené ¿Entendido?

Lo ignoré al cerrar la puerta comencé a caminar pensando en que Redd no merecía vivir y yo no iba a dejar cabos sueltos. No si deseaba aplastar el cranéo de Jack; lo demás me valía un carajo.

«Cuando estes calcinandote en el infierno podré darme por servida. Y Vincent podrá hacer conmigo lo que le plazca. Incluso recuperar a está maldita joya.»

CicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora