Después de avisar a Álvaro del lugar al que iríamos, salimos de casa y subimos al coche de Koke, encaminandonos a la ciudad deportiva. Nada más llegar, me apresuré a bajar del coche y entrar al campo, mientras mi hermano aparcaba. Llegué al césped y me dirigí a uno de los laterales que daban acceso a las gradas. Subí por los escalones y dejé mi mochila en un asiento, mientras yo me sentaba al lado. Saqué mi móvil, conectando mis auriculares, y me puse a escuchar música mientras revisaba mis redes sociales, lo cual me llevó apenas unos minutos. Cuando alcé la vista, había llegado la mayoría de los jugadores, por lo que me dispuse a hacer mi trabajo. Saqué la cámara de la mochila y le coloqué el objetivo correspondiente, antes de bajar las pequeñas escaleras y dirigirme al césped. Sentí una mano en mi hombro, así que quité mis auriculares y me volví para ver a quien me había llamado.
—¿Qué hacés acá? —Me preguntó Simeone, a lo que yo fruncí el ceño. —Te dije que hoy no era necesario que vinieses, que tenías el día libre. —Explicó.
—¿En serio? —Pregunté, sorprendida. —Ni lo recordaba, vaya.
—No te preocupes. Sabes que acá no molestas, te podés quedar si querés. —Dijo, con una sonrisa.
Sonreí de vuelta y asentí, antes de volver a dirigirme a las gradas. Simeone era una gran persona, muy simpático, aunque cuando estaba molesto, mejor no acercarse. En estas dos semanas, nuestra relación se había vuelto muy estrecha, era como un familiar más para mi.
Pasé las dos horas siguientes aburrida en las gradas, revisando constantemente mis redes sociales, leyendo con mi móvil, y cambiando constantemente de postura para sentarme. Cuando faltaba aún media hora para acabar, se acercó mi hermano, mirándome extrañado. Estaba colocada con la espalda en el asiento, las piernas en el respaldo y la cabeza casi colgando, lo que hizo que Koke se riera. Me incorporé y fruncí el ceño.
—¿Qué pasa? —pregunté.
—Nada, nada. Me ha hecho gracia como estabas, eso es todo. —Respondió él, aún con una sonrisa en su rostro.
—Me refería a qué quieres. Si estás aquí y no ahí, —Señalé el campo, donde todos entrenaban. —Será por algo.
—Ah, claro. Vamos a jugar un partidillo, y el Cholo pregunta que si te quieres apuntar.
—Por supuesto. —Sonreí, frotando mis manos. —No todos los días tiene una la oportunidad de ganar y patearle el culo a todo un equipo de fútbol. —Reí.
Mi hermano me miró mal, lo que hizo que yo riera aún más. Me levanté de mi asiento y bajé al césped de nuevo, siguiendo a mi hermano. Simeone me lanzó un peto de entrenamiento, lo cogí al vuelo y me lo puse, mientras me acercaba al círculo.
—Ya saben las normas. Equipo con peto contra equipo sin peto. —Dijo, mirándonos a todos. —Y por favor, nada de entradas fuertes, no queremos lesionar a nadie. —Añadió, dirigiéndome una breve mirada.
Recogí mi pelo en una coleta alta y me dirigí a la mitad del campo en la que estaba mi equipo, en el cual estábamos Torres, Koke, Filipe Luis, Correa, Gabi, Saúl, Godín, Oblak y yo. En el otro equipo, Yannick, Griezmann, Giménez, Gameiro, Lucas, Nico Gaitán, Moyá y Tiago. Después de dos semanas, había conseguido aprenderme el nombre de casi todos los del equipo, aunque a veces no los recordaba bien, lo cual era motivo de chistes en toda la plantilla.
[...]
Acabé el partido tirada en el suelo, exhausta. Justo antes de que Simeone pitase el final, Lucas me había hecho una entrada para quitarme el balón, lo que hizo que cayera al césped boca abajo, por lo que ahí me quedé.
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Ocean Eyes || A. G.
Fanfiction‹ I've been watching you for some time.› Esta no es una historia sobre amor, es una historia sobre fútbol. ‹ Can't stop starring at those ocean eyes. › Aunque, bueno, tal vez os hable un poco de cómo conocí al amor de mi vida... No os prometo una...