XIII

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Martina.

  —¡Santi! —Exclamé, corriendo hacia él.

  Él abrió los brazos para recibirme, y yo salté y enrollé mis piernas alrededor de su cintura y mis brazos alrededor de su cuello, abrazándole. Envolvió sus brazos a mi alrededor, con cuidado.

  —Mi pequeña. —Sentí como sonreía. —Te echaba de menos.

  —Y yo a ti, mucho. —Dije, volviendo a poner los pies en el suelo. —¿Qué haces aquí? —Pregunté, tomando su mano y entrelazándola con la mía. —Ven, quiero presentarte a algunas personas. —Sonreí antes de tirar suavemente su mano y empezando a andar hacia donde estaban Cristina, Mario y el resto de chicas, acompañadas también de Álvaro y Lena.

  —Pues... —Empezó a hablar el castaño, siguiéndome. —Creo que Elena tiene una parte de culpa de que yo esté aquí. —Sonrió, respondiendo a mi pregunta.

  —Vaya, entonces tendré que agradecerle, ¿no? —Mi sonrisa se ensanchó, y me puse delante de él caminando hacia atrás para poder mirarle.

  —No sé, ¿estás contenta de tenerme aquí? —Preguntó alzando una ceja.

  —Por supuesto que sí. —Sonreí de vuelta.

  No podía negar que me temblaban las piernas y mi corazón iba a mil. Nuestra relación siempre había sido así de estrecha, pero siempre me ponía nerviosa con su presencia, sin poder evitarlo.

  Llegamos al grupo donde estaban todos aún tomados de las manos, a lo que mi mejor amigo nos miró sorprendido y con una sonrisa.

  —Chicos, creo que algunos ya lo conocéis, este es Santi. —Sonreí hacia el pequeño grupo. —Ellos son Cristina, Mario, Nay, Álvaro Morata y Amil. Y bueno, a Lena y al otro Álvaro ya los conoces. —Sonreí.

  Dejé que se presentaran y estuvimos charlando un rato, hasta que divisé a mi hermano hablando con una chica que no conocía. Ésta llevaba un bebé en brazos. Apreté suavemente la mano de Santi, que aún tomaba la mía con intención de llamar su atención. Él se giró y me miró con una sonrisa, antes de dejar un beso en mi frente.

  —¿Qué pasa, preciosa? —Preguntó. Realmente estaba muy cariñoso, y me extrañaba y sorprendía su actitud.

  —Te quiero presentar a alguien. —Respondí, con una sonrisa ladina.

  Él asintió antes de que yo comenzara a caminar hacia donde estaba mi hermano con aquella chica. Vi a Antoine acercarse hacia ellos y besar a la chica en la mejilla antes de coger al bebé de los brazos de ella. Mis pies se quedaron clavados en el suelo, y no pude evitar sentir una punzada de celos. Santi me miró extrañado ante mi parada repentina.

  —¿Pasa algo? —Preguntó, algo preocupado.

  —No, no es nada. —Respondí negando con la cabeza antes de seguir andando.

  —¿Estás segura? —Volvió a preguntar.

  —Sí, sí, no te preocupes. —Dije dedicándole una pequeña sonrisa. —Está todo bien.

  Llegamos a donde estaban ellos y alcé la mano libre en señal de saludo.

  —Koke. —Llamé su atención. Él se volvió hacia mí con una sonrisa.

  —Nina, hola. ¿Te ha gustado la sorpresa? —Preguntó, pasando un brazo por encima de mis hombros y sonriendo.

  —Sí, me ha gustado mucho. —Sonreí también. —Por cierto, os quería presentar a alguien. —Indiqué, recibiendo la atención del pequeño grupo, incluso del bebé que tenía Griezmann en brazos. —Él es Santi. Aunque creo que ya lo conocéis. —Solté una pequeña risa y tiré de la mano de Santi para que se acercase, ya que se había apartado un poco.

Ocean Eyes || A. G.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora