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  Después de los ensayos, Cris y Mario se acercaron a donde estábamos Elena y yo charlando.

  —No sabía que supieses hablar alemán. —Comentó Cris, sorprendida.

  —Aprendí hace tiempo. —Dije, con una sonrisa. —Por cierto, esta es Elena, una de mis mejores amigas. Lena, ellos son Cristina y Mario.

  —Es un placer. —La rubia sonrió. —Aunque a él ya le conozco, al menos de vista.

  —¿Ah, sí? —Preguntó Mario en español, ya que parecía no haber entendido muy bien a Elena.

  —Dice que te conoce un poco de vista. —Le explicó Cris en inglés.

  —Ambas, en realidad. Nos gusta mucho el fútbol. —Aclaré yo.

  —Oh, entiendo. —Respondió Mario, que ahora sí lo había comprendido.

  Después de charlar un rato, decidimos quedar un día, antes de que Cristina y Mario volviesen para Alemania.

  Nos despedimos de ellos y nos encaminamos hacia casa en mi coche. Cuando llegamos nos encontramos a Koke, Álvaro, Antoine y Torres en el salón, jugando al Fifa.

  —Chicos, a que no sabéis a quién hemos conocido hoy. —Exclamé, dejando mi bolsa tirada en un rincón.

  —No, ¿a quién? —Preguntó Griezmann, sin apartar la mirada de la pantalla.

  —¡A Mario Götze! —Exclamé, antes de soltar un suspiro dramático. —Es taaan guapo... ¿A que sí, Lena? —Le dije, guiñandole un ojo sin que los chicos me vieran para que me siguiera la broma.

  Ella sonrió y asintió.

  —Es asombrosamente guapo. —Continuó ella, mientras yo reprimía una carcajada.

  Los chicos pausaron el juego y se volvieron a mirarnos.

  —¿Y dónde ha sido eso? —Preguntó ahora Koke, mientras que Antoine me miraba con el ceño fruncido.

  —¿Te acuerdas de mi amiga Cristina? La que vivía en Toulouse, que iba conmigo a Danza. —Koke asintió. —Resulta que nos la hemos encontrado en el teatro en el que ensayamos, y Mario iba con ella. Y bueno, nos lo ha presentado. —Sonreí, siguiendo la broma.

  —Hemos intercambiado números y hemos quedado en salir un día antes de que vuelvan a Alemania. —Continuó Lena, alzando una ceja.

  Los chicos se quedaron en silencio unos minutos, mientras Elena y yo intercambiamos miradas. Carraspeé para romper el silencio, haciendo que todos me mirasen.

  —Yo voy a cambiarme... —Anuncié antes de escabullirme hacia las escaleras.

  Subí a mi habitación y me cambié, vistiendo unas mallas y mi cami de David Villa.

  Bajé a la cocina y miré la hora en mí reloj. Eran casi las nueve de la noche, así que decidí comenzar a hacer la cena. Saqué todos los ingredientes para hacer fajitas, y empecé a preparar el sofrito. Mientras cortaba las verduras, sentí unas manos en mi cintura, lo que hizo que me quedase totalmente inmóvil.

  —Así que Mario Götze, ¿eh? —susurró una voz con un ligero acento francés en mi oído, haciendo que me tensara.

  Escuché su risa y dejé de sentir sus manos sobre mí cintura, por lo que me di la vuelta, encontrándome con Álvaro, que se estaba partiendo de la risa.

  —No tiene gracia, Al. —Sonreí golpeándole suavemente.

  —¿Creías que era el francesito? —Preguntó, alzando las cejas y sonriendo.

Ocean Eyes || A. G.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora