La mudanza que le cambió la vida cap. 6

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CAPITULO 6

***SUEÑO***

-Ei fea, prometeme un siempre. -dijo una voz masculina.

-Te lo prometo, te quiero.

***FIN DEL SUEÑO***

Me desperté de golpe, miré el reloj, eran las 16:02 y había quedado a las 17:30, me relajé y traté de recordar ese sueño que hace unos instantes había tenido. Solo logré recordar esas dos frases, todo estaba oscuro, no veía su cara. Me olvidé de ello y fui a prepararme, pensé que un simple sueño no significaba nada.

Llevaba puesta la ropa del insti, me gustaba esa ropa, pero no quería ir vestida igual que esa mañana, soy muy tiquismiquis con la ropa así que me cambié. Después de estar un largo rato pensando en que ponerme, me decidí por unos leggins negros y una camiseta preciosa de color blanco roto. Me costó bastante decidir el calzado, pero al final escogí unas Vans negras, las que había llevado al instituto.

Terminé de vestirme y fui al cuarto de baño. Me cepillé los dientes, me cepillé el pelo, lo iba a llevar natural, suelto y me maquillé. Guardé todo lo que necesitaba en mi bolso beige. Eran las 17:15, me quedaba un cuarto de hora para estar en casa de Ane. Como vivía al lado saldría de casa solamente un minuto antes. Me senté en el sofá y encendí la televisión.

Llegó la hora de salir de casa, que nerviosa estaba..., iba a conocer gente nueva. Me despedí de papá y mamá con un largo beso en la mejilla y agradeciéndoles de nuevo que me dejaran ir al cine.

Entré en el jardín de la casa de Ane cuando de pronto un perro enorme marrón, un San Bernardo, se me subió encima y logró babearme toda la cara. Ane me vio desde la ventana de su salón y salió a ayudarme.

-¡Roco!, para ya Roco. -gritaba Ane.

El perro, al parecer llamado Roco, al fin me dejo libre. Entré a casa de Ane y me invitó a ir a su cuarto de baño para lavarme la cara.

-Lo siento mucho Oihane. Roco es muy cariñoso y... -se disculpó Ane.

-No te preocupes, me encantan los perros, que me chupen toda la cara no, pero bueno... jajaja

Comenzamos a reírnos las dos. De pronto apareció la madre de Ane, esta bajita también pero más alta que Ane, melena corta, castaña. Se llamaba María. Me ofreció un vaso de agua. Apenas di un sorbo cuando de repente oí una voz desde las escaleras, una voz masculina que me resultaba familiar. El chico bajó las escaleras.

-Hola boba. -le dijo a mi amiga frotándole la cabeza, despeinandola.

-¡Párate! -gritó Ane liberándose de sus manos. -Oihane, este es mi estúpido hermano mayor, Abraham. -dijo riendo.

De pronto y sin darme cuenta, arrojé el vaso de agua al suelo, creando un charco en la bonita alfombra de María. *¡¡¡No me lo puedo creer!!!, es él, es él. ¡¡¡Abraham mateo!!!, ¿Abraham Mateo es el hermano de mi amiga? Dios mío.*-pensé. No quería que se notara que estoy loca por él así que traté de fingir que no le conocía de nada, pero no lo logré.

-Hola, como bien ha dicho mi hermana me llamo Abraham. -me dijo él sonriendo.

Me encantaba esa sonrisa, yo seguía sin creerme que yo estuviera pisando la misma casa que mi ídolo.

-Ho...ho...Hola, yo me...me llamo Oihane. -logré decir tartamudeando.

De repente me dio dos besos. No sabía que hacer. Sin darme cuenta comencé a llorar.

-Ei, ¿por qué lloras? -dijo.

-Oihane, ¿estás bien? -me preguntó Ane preocupada. -Abraham, espera..., dale un abrazo. -le susurró ella con tono de planear algo.

Abraham me dio un abrazo, entonces yo le abracé más fuerte y lloré de tal manera que se me podría escuchar desde mi casa, empapé de lagrimas la bonita sudadera de Abraham.

-Debe de ser Abrahamer, lo que me faltaba, con todo lo que te odio yo Abraham... -dijo mi amiga llevándose una mano a la frente y sonriendo a la vez.

-¿Eres Abrahamer? -me preguntó esta vez él.

-Sí, me...me encantas Abraham, eres mi ídolo. -dije entre lágrimas.

Él, sin decir nada volvió a abrazarme mientras yo seguía llorando.

-Ejem, ejem... -carraspeó Ane deshaciendo el mejor abrazo que me habían dado en toda mi vida. -Oihane, como no salgamos ahora mismo de casa llegaremos tarde.

-Si, tienes razón, vamos. -le dije sonriendo y limpiándome las lágrimas de las mejillas.

Cuando estábamos saliendo por la puerta de casa se me acercó Abaraham para despedirse.

-Adiós Oihane, nos vemos. -me dio dos besos.

-Chao Abraham. -dije sonriendo.

La mudanza que le cambió la vida (Abraham Mateo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora