CAPITULO 19
(Narras tu)
Vimos a June y Cris acercarse a nosotras hablando y riendo, volvían del paseo.
Al ver a Anabel aun llorando y a las demás rodeándole se preguntaron que es lo que pasaba.
-Oihane. –June se acerco a mí. -¿Qué nos hemos perdido?
-Buf… pues que Anabel ha pillado a Gonzalo liándose con otra y …
-¿Qué? ¡¿He oído lo que creo que he oído?! –Cris me interrumpió.
Se dio la vuelta dirigiéndose a Gonzalo.
-Eh espera. ¡Déjame terminar! Que no ha sido culpa de él, la otra le ha obligado, pero con lo rara y desconfiada que es Anabel no le va a creer. Después hablaré con ella…
-Ah… -Cris.
-Menudo lío tía… -June resopló.
-Ya ves… Bueno voy a hablar con ella ahora que está sola. Intentad que los demás no se acerquen por fa´.
-Vale. –sonrió Cris.
Las dos se alejaron a donde los demás se encontraban, a la orilla de la playa y yo me acerqué a Anabel, que estaba sentada en su toalla, con la mirada clavada en el mar, ya sin llorar.
-Hola. –me senté a su lado.
No obtuve el “Hola” que esperaba por su parte.
-Oye, mira, yo…
-Déjalo. –me respondió.
-Anabel, déjame decirte una cosa.
-¿Qué quieres? –me miró a los ojos.
-Sé lo que ha pasado, y lo primero, que lo siento mucho y lo segundo, es que no dejes a Gonzalo, no ha sido su culpa, él te quiere Anabel.
-Me da igual lo que me digas, no quiero saber nada más de él. Sea la culpa de quien sea. Lo he visto y si sigo saliendo con él, cada vez que le bese me voy a acordar de eso… y puede que dentro de un tiempo sigamos siendo amigos, pero por ahora necesito tomarme un tiempo. No sé que estoy haciendo contándote mi vida, que sabrás tu de estas cosas…
-¡Oye! Gracias eh…
Me sonrió amistosamente.
-Ven anda. –extendí mis brazos y ella me abrazó.
-Gracias. –me susurró.
Nos levantamos y fuimos con los demás. Anabel ya más animada.
-Eh Oihane, ven un momento. –gritó Abraham sonriendo.
-Ahora vengo Anabel.
Me acerqué a Abraham, estaba apartado de los demás.
-Dime, ¿querías algo?
-Si… esto… -me agarró del antebrazo acercándome despacio al agua mojándonos los pies.
-Abraham, ¿estas bien?
Miré hacia atrás y vi a Alex y a Cris reir, mirándonos a nosotros.
-¿Qué les pasa? –pregunté.
De repente Abraham me agarró con sus manos de la cintura elevándome hacia arriba y tirándome al agua.
-¡Dios! ¡Te mato!
Corrí detrás de él, por toda la playa mientras todos los demás reían.
Me tiré a la espalda de Abraham y él me sostuvo arriba, a caballito girando sobre sí mismo.