Por la ''Ciudad de las Luces''

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Querido diario...

Cierto día iba caminando por las calles de la "Ciudad de las Luces" y me detuve en un parque a esperar a Elizabeth quién había quedado de verme allí.

«— ¿Dónde se metió esa niña? — pensé».

No le di mucha importancia, simplemente me limité a observar la ciudad pensado en lo bella que era; no obstante, mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando alguien me sacudió repentinamente por los hombros, me quedé tiesa por unos segundos y después volví mi mirada hacia atrás para ver de quien se trataba. Era Matías, mi mejor amigo, como siempre, con su aire radiante de alegría y presunción.

— ¿Qué pasa, Ovejita? ¿Te asusté? —preguntó.

—Ya quisieras— Falso. Sí me asustó, pero él no tenía que enterarse.

— ¿Ah sí? Entonces explica la cara que pusiste— retó cruzándose de brazos.

—Pues porque...

«—Un segundo, él no me vio la cara—»

— ¿Y tú cómo sabes qué cara puse? —pregunté llevando las manos a mi cadera.

—Por Dios, Aurora, no hace falta que te vea. Cuando te asustas abres mucho los ojos, levantas los hombros, entreabres la boca e inhalas— Nada qué hacer, el chico me tenía estudiada.

—Bien jugado, debo reconocerlo. Ganaste esta vez, Insecto.

— ¿Sólo ésta? Admítelo, Oveja. Yo siempre ganó— Imitó a una oveja, más que un Insecto parece un niño de 6 años.

—Pídelo como deseo de 11:11, tal vez se cumpla— Repliqué.

—Eh... déjame pensarlo...— dio un paso hacia mí—No. Tengo otro deseo...

— ¿Incluye dejar de ser un tonto? — Esbocé una sonrisa

Dio un paso hacia mí, mirándome fijamente a los ojos

— Incluye...

— ¿Interrumpo algo?

Dijo Elizabeth con cara de malicia. Había llegado 53 minutos tarde, era su nuevo récord personal.

—No... nada— Respondió Matías sin dejar de verme a los ojos

—Hola Beth— Saludé rompiendo la conexión de mirada

— ¡Hola! ¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja! — Yo iba a morir de nervios y a ella le causaba risa.

Después de eso se creó un silencio horrorosamente incómodo.

—Bueno...— dijo Elizabeth tratando de sacarnos de ese momento incómodo— ¿Vamos?

—Eh... sí, sí... ¿Vienes, Insecto?

— ¿A dónde?

En ese momento, Elizabeth me tragó con la mirada. No recordaba que Beth y yo habíamos planeado ir al Centro Comercial; pero entenderán que no sería nada lindo ver ropa interior en compañía del susodicho.

—Eh...

—Al cine, veremos una película. ¿Quieres? — Interrumpió Beth, salvando la salida.

—Es que no las quiero interrumpir.

—No, está bien. No interrumpes— Le sonreí

—Bueno, si insisten, no les negaré el privilegio— giñó el presuntuoso Insecto.

Emprendimos viaje en dirección al cine, mientras hablábamos de trivialidades y chismes por el camino. Cuando llegamos al cine Elizabeth fue a retirar las entradas mientras Matías y yo comprábamos algunos dulces, la chica del cine nos entregó nuestras golosinas, iba a tomarlas cuando Matías apareció como caballo en carrera a proteger sus gomitas.

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