"DESDE LA VISIÓN DEL HERMANO MENOR"
El muchacho estaba indignado. No entendía "cómo era que había aceptado formar parte de las damas de honor". Por Dios santo,¡si él era un varón!, ¿cómo rayos es que pudo caer redondito a las súplicas de esa malvada ?, Y no sólo ella. Sus padres y el cura también se mostraron flexibles después de todo. Aún tratándose de una estricta costumbre religiosa y tradición familiar.
El menor de 17 años no podía sentirse más usado y ridiculizado. Era el único hombrecito ubicado después de dos lindas chicas que se encontraban coqueteando con dos invitados que a distancia permanecían sentados. Mientras él, con su bien acostumbrada amargura y soltería por fallas en el amor, tenía que soportar lo más terriblemente obvio a lo que ninguna pobre alma ciega presente ponía atención de lo que estaba sucediendo cerca del altar y frente a sus mismas narices.
—"¡Ahí está otra vez ese maldito idiota con su descaro!".—Así daba inicio el enojo visceral de Andrés. Inconforme como siempre con ese comportamiento tan vulgar.
Aunque para ser sinceros, éste siempre parecía ver más allá de lo que a la mayoría en realidad le interesaba poco o ignoraba sutilmente.
—"Y lo peor es que no niego que un día de estos, éste cabrón se saldrá con la suya.
Así analizaba la situación internamente al notar la gran confianza en los ojos del otro padrino por mostrar sin problema alguno ese frustrado deseo contenido de follarse al novio.
El joven malhumorado no paraba de compadecer a la ciega novia que no pudo escoger mejor partido que el de un hombre con un "super mejor amigo gay" que no sólo estaba enamorado de éste mismo, sino que también era un jodido marica excesivamente odioso para su gusto.
—"Sandra, ¿es que acaso no podías tener gustos más normales?"— se dijo entre suspiros al seguir observando a ese "cínico maldito".
— "¡Ay no puedes ser más hijo de puta!— Y el arranque de Andrés se desató nuevamente al descubrir esa homosexual mirada bien desviada sobre el apretado bulto de su futuro cuñado.
Nuestro visceral muchacho chasqueó la lengua inconscientemente. A decir verdad ese era un hábito que siempre señalaba su mal humor.
Pero Ramiro estaba tan distraído que simplemente no le prestó atención. Aunque no se pudiese decir lo mismo del cura, que pareció leer la cara del muchacho enrojecido y no vio con nada de gracia los pocos segundos que le dedicó de atención Ramiro al "soldadito" de su amigo.
Pero bueno, se trataba del más importante de todos los invitados de bodas de parte del novio, considerando que era el padrino y añadiendo que no era familiar, lo que le sumaba puntos a favor y le hacía casi intocable por eso mismo.
¿Y eso por qué?, simple, Ramiro era Ramiro, esa era su naturaleza. Un joven peculiar demasiado despreocupado cuando se trataba "del que dirán", y bastante malicioso en momentos como ese al ser travieso en una iglesia.Los ojos verdes del menor estaban cerca de cambiar a un rojo intenso. Aquel sujeto nunca le había caído bien, desde que lo conoció supo que se trataba de un completo idiota. "¿!Cómo pudo Dios o el universo crear a esa cosa que tenía todo menos humanidad?!".
Y fue entonces que con ese último pensamiento le vino a la memoria el latente recuerdo que no le dejaba olvidar ni un segundo de su vida el por qué Ramiro Acosta Hernández era desde su perspectiva "un malparido de mierda"...
—Sandra, en serio, no quiero ir.
—Lo siento mucho,pero tienes que hacerlo.Ya le pedí permiso a mis papás y sólo me dejarán salir si llevo chaperon.
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"Las Ruinas De Un Amargo Sabor"-LGBT
Non-Fiction¿Alguna vez el amor te ha llegado con la persona que creías de lo mas desagradable? ¿la primera impresión fue incluso razón suficiente para desearle el peor de los males?. Andrés ya era un jovencito bastante complicado desde sus catorce años; con...