Capítulo 8

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"La primera impresión es lo que prevalece en la memoria de quiénes te conocen".

UN MORENO MUY ESPECIAL
PARTE 2.

Felipe se encontraba bajando los últimos restos de huesos y pellejos a la caja de "grasas".
Ocho horas y media habían transcurrido desde las nueve de la mañana que habían comenzado a vender.

Los ánimos lógicamente ya estaban bastante agotados, y varias cajas vacías (que antes contenían su producto) permanecían apiladas debajo de la gran mesa.

Era irónico que el ocioso de Ramiro ya estuviese cansado de solo observar desde la incomodidad del concreto que ya le tenía adormecidas y heladas sus pobres nalgas. Así que al ver la hora decidió acercarse con su amigo a preguntar si necesitaban ayuda.

 —Tal vez puedes ir juntando los trastos en una esquina para que podamos lavarlos al rato-dijo éste señalando las charolas, bandejas y utensilios de trabajo.

 —De acuerdo —contestó con una gran sonrisa que denotaba confianza- déjamelo a mí, yo me encargo.

Prontamente se acercó con su suéter remangado y fue cogiendo una a una las tijeras, aplanadores,las tablas blancas de polietileno (que usaban para no dañar la mesa al partir el pollo), los mini cuchillos para deshuesar y los largos bisteceros. Todo lo fue separando para no tener algún lío al tomar algo de ahí nuevamente. Incluso aprovecho para quitar las platinas de las básculas y con un trapito que se encontró quito el residuo de pellejos y alguna basurilla del mantel de hule.

—Oye ¿qué haces? ¡deja eso!

Lamentablemente luego de unos minutos Andrés se quejaba al ser interrumpido por el acomedido ayudante que le andaba chasqueando los dedos en señal de presión, puesto a que le faltaba recoger la herramienta que él estaba usando todavía.

—¿Qué te parece que hago? Ayudó a Feli con lo que me encargó ¡Así que apúrate con eso niño rata!

—¡No fastidies! cuando termine lo pondré todo en su lugar.

Andrés se volteó entonces para seguir con su corte sobre la mitad de pechuga que Enrique le había guardado para practicar.
Pero Ramiro solo espero cinco segundos para reanudar su malicioso acto.

—Ya te tardaste.

—¡Acabo de empezar! —refunfuñó el menor.

—Cuando te enojas tu papada sobresale y pareces una señora gorda con menopausia, ja ja já.

—¡Ya! ¡Deja de estar chingando!

—Ja ja ¡A eso me refiero! mirá ahí está otra vez.

—¡Púdrete imbécil!

—¡Argh! ¡Ya no menstruo!

Andrés optó por ignorarlo en cuánto aquel cúmulo de estupidez humana siguió riéndose con gestos y caras que daban referencia a un tema que él sabía le haría explotar. Esto causó que nuestro gracioso comediante regresará al silencio en cuanto noto que sus viejas tácticas de provocación ya no surtían el mismo efecto de tres meses atrás.

Viéndolo bien, el semblante de Andrés no parecía ni un poco perturbado cuando se trataba del trabajo. Sus delgadas manos se aferraban a mantener un corte limpió al sacar el primer bisteck, resbalando lentamente la hoja de metal.

"Las Ruinas De Un Amargo Sabor"-LGBTWhere stories live. Discover now