7. Séptimo Capítulo

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Ya había caído la noche; mi día había sido de lo más aburrido, me lo había pasado encerrada en mi cuarto sin hablar con nadie solo con mi misma, solo subía Zaira para traerme las comidas y nada más. Era extraño se supone que era mi cumpleaños. Pero poco me importaba si me saludaban o no yo solo estaba esperando la noche para poder escaparme de nuevo (con la cuerda de vestidos y sábanas que mi padre no descubrió cuando me volvió a encerrar) y ver a Aiden, y claramente exigirle explicaciones.

Cuando ya no escuche ningún ruido saque la cuerda y la volví a atar a la pata de la cama, luego la saque por la ventana y bajé cuidadosamente para no caerme. Abajo ya me estaba esperando el morocho con cierta ansiedad.

-Vamos a los corrales- dijo nada más yo toque el suelo.

Atravesamos un gran tramo lleno de lodo hasta que llegamos a los corrales, cuando Aiden cerró la puerta no esperé más.

-¿Cómo es eso de que te quieres escapar conmigo?- su mirada se perdía en distintos puntos de la pequeña habitación menos en mis ojos, parecía nervioso.

-Sí, quiero... es que verás tu me retenías aquí y su ahora te vas ya no veo necesario quedarme.

Su respuesta me dolió, ya que solamente le interesaba irse y como yo era la que tenía que hacerme cargo de él... esto solo lo veía como una oportunidad para librarse de mi. Claro, que estúpida había sido al considerar por unos pequeños segundos que él se quería ir para estar conmigo.

-A bien, entonces creo que ya te puedes ir si eso quieres- no pude evitar que mi tono de voz saliera enfadado.

-No pero no es por lo que tu crees- agregó rápidamente, a lo que yo arquee una ceja y con un leve movimiento de la cabeza lo animé a seguir -. Esto es tan complicado- se mordió el labio inferior, lo que momentáneamente hizo crecer mis impulsos de besarle, por suerte lo estoy controlando- Serafina yo no me quiero librar de ti, es lo que menos quiero, se que probablemente eso es lo que piensas, pero por favor créeme cuando te digo que si hubiera querido irme ya lo hubiera hecho. Solo que algo me retenía, y ese algo eras tú, no se que has echo conmigo.

No lo podía creer, ¿había escuchado bien? ¿Acaso era posible que Aiden estuviera sintiendo- por pequeño que fuera el sentimiento -algo por mi? Me sentía rara, no sabía si saltar de alegría o llorar por lo injusta que era la vida porque la verdad estábamos en una situación complicada, primero estaba mi padre y su encaprichamiento con mi compromiso, luego que debíamos escapar y para terminar la cereza del pastel estaba que si no me escapaba a tiempo había una gran posibilidad de que me llevaran al el maldito centro de Inglaterra.

-Tengo miedo- las palabras salieron solas de mi boca.

-¿De qué?

-De todo, tengo miedo de lo nuestro, de que alguno pueda salir herido, tengo miedo de mi supuesto compromiso, pero sobretodo estoy asustada de mi misma, de no poder ser lo suficientemente fuerte como para afrontar todo.

Ahora sí el me miraba directamente a los ojos y yo a sus hermosos zafiros. En su mirada había una ternura inexplicable, como si le resultara gracioso mi miedo, sin previo aviso me rodeo entera con sus brazos y nos fundió en un cálido y reconfortante abrazo.

-Eres una persona increíble, fuerte y capaz- no sabía lo mucho que necesitaba escuchar esas palabras hasta que salieron de su boca.

Me separé solo un poquito de él para poder mirarle a los ojos pero se ve que Aiden lo interpretó de otro modo, ya que con solo esos pocos centímetros estampó sus labios en los míos, pero lo aparte.

-Espera, primero debes jurarme que esta vez no saldrás corriendo- dije con una sonrisa juguetona. Él largó una pequeña risita para luego colocarse una mano en el pecho y la otra en alto como si fuera a dar palabra de honor.

Entre dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora