4. Cuarto capítulo

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-No, no y no. Aiden por el amor de Dios parece que estuvieras fregando la losa en vez de cepillando un caballo.

Hace cuatro días ya, que este morocho ha llegado a mi vida. En esos cuatro días he intentado de explicarle de todas las maneras posibles como cepillar a Magnus, uno de mis hermosos caballos; Magnus tiene un espeso pelaje marrón chocolate con las crines negras carbón.

-Hey ¿Has visto los nudos de su pelaje? Es obvio que nunca nadie a cepillado al pobre animal- dijo en su defensa. Su comentario me hizo hervir la sangre, ya que me podía criticar o recriminar lo que quisiera menos eso... jamás alguien ha criticado como yo cuido a mis bebés y ha vivido para contarlo.

-Qué tu no puedas cepillar un caballo no significa que tengas que criticar mis cuidados- creo que si las miradas mataran, él ya estaría bien lejos de este mundo.

-Bueno tranquila, lo siento... se que tu cuidas bien a tus bebés- exclamó burlón.

Le fulminé con la mirada y le di la espalda. Desde que Aiden llegó ese primer día hemos desarrollado una especie de relación o vínculo, no sabría explicarlo con claridad, pero me encantaba estar en su compañía, era muy entretenido escucharlo hablar o hacer bromas sobre todo; uno de mis paisajes favoritos ahora que lo conocía, eran sus ojos... me fascinaba perderme en ese mar azul oscuro que guardaba tantos secretos y misterios. A veces cuando me tenía que separar de él porque se nos venía la noche, sentía un extraño dolor en la boca del estómago... como un vacío, como si involuntariamente mi cuerpo reconociera su falta.

Gire lentamente mi cabeza y observé como su cabello negro como media noche resplandecía bajo los rayos del sol y sus azules ojos brillaban como dos zafiros, era demasiado perfecto... alto, por dios ya estoy delirando se ve que el sol me está afectando.

-Sabes creo que mejor nos vamos a el lugar antes de que dejes pelado a Magnus.

Su cara se iluminó en el momento en el que se lo dije y salió corriendo para buscar las monturas de los caballos. Resulta que otra de mis actividades desde su llegada era salir a cabalgar, juntos recorríamos de arriba a abajo las fincas y bosques de mi padre; en una de nuestras cabalgatas encontramos un pequeño arroyo escondido atrás de unos grandes pinos y decidimos que sería nuestro "lugar secreto"

-¿Preparo a Ashley o Kayla?- preguntó Aiden apareciendo detrás de mí.

-Mmm creo que mejor Kayla, ayer salí con Ashley- le respondí mientras señalaba a la yegua negra, todo lo contrario de Ashley que es totalmente blanca.

Eficaz como siempre en unos segundos el moreno ya tenía a Magnus y Kayla listos para ir a dar un paseo.

(...)

Estaba sentada en una pequeña roca que se encontraba en el arroyo, Aiden se encontraba a mi lado pero éste estaba sobre el húmedo pasto mirando el agua circular.

-Aiden- lo llamé.

-¿Si?

-¿Te das cuenta de lo mucho que ha cambiado nuestra relación desde que llegaste?- pregunté mientras recordaba como me miraba el hace cuatro días, feroz como si esperara que lo atacara en cualquier momento, pero ahora solo me mira con ternura y aveces enfado.

-Claro que me doy cuenta- respondió éste, obvio.

Despacio bajé de la roca y me senté a su lado; creo que ya era momento de arriesgarme y preguntar lo que nos llevó a una pelea la otra vez.

-Aiden por favor necesito que me seas sincero y me digas la verdad de lo que pasó esa noche en la que no me quisiste robar- dije seria, pero a la vez suplicante.

Entre dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora